Foto: Mrcukilo - Trabajo propio. |
por Cristian Basualdo
Comenzó a mediados de 2019, y se fue acentuando durante 2020 y 2021, la bajante del Paraná, el gran río marrón del litoral argentino, afecta a todos los usos del recurso hídrico. Particularmente vulnerable a la falta de agua es el sitio Atucha, donde están emplazadas 2 centrales nucleares (CNA I y CNA II). Si la situación empeora podrían perder su sumidero de calor principal. Nucleoeléctrica Argentina SA, la empresa estatal que opera dichas centrales, contrató una draga para aumentar la profundidad del canal de acceso, instaló sensores en las bombas que toman agua del río, y sensores en línea del nivel del mismo, además anunció la adquisición de 3 bombas flotantes.
El 26 de julio, el Gobierno Nacional declaró el “Estado de Emergencia Hídrica” por el término de 180 días corridos en aquellos sectores del territorio abarcado por la región de la cuenca del río Paraná, mediante el Decreto 482/2021, en el cual señala al déficit de precipitaciones como uno de los factores determinantes para la bajante histórica actual, considerada la más importante en nuestro país en los últimos 77 años. “Técnicamente, es un desastre natural”, dijo Sergio Federovisky, viceministro de Ambiente de la Nación, “pero no es un castigo divino: el origen es socioambiental, está asociado a un modo de producción y consumo”, agregó.
El Paraná es el sexto río de llanura más importante del mundo, nace en Brasil y a lo largo de sus casi 5 mil kilómetros, recorre Paraguay y Argentina hasta desembocar en el Río de la Plata. El sitio Atucha se encuentra sobre el margen derecho, en la denominada Vuelta del Pelado Inferior, a poco más de 100 kilómetros al noroeste de la Capital Federal, en un acantilado de 23 metros de altura sobre al cero de referencia que es el nivel del Riachuelo. En el año 1983 se determinaron los niveles máximos, mínimos y recurrencias para el sitio Atucha, a saber: Nivel medio: +2 metros; Registro estimado de nivel bajo: 0 metros; Bajante con recurrencia de 100 años: -0,5 metros; Bajante con recurrencia de 1000 años: -1 metro.
Las centrales nucleares son máquinas térmicas, que transforman el calor originado en la fisión del combustible nuclear en trabajo mecánico que mueve la turbina y el generador de electricidad. El rendimiento térmico es bajo, aproximadamente dos tercios del calor producido en el reactor se pierden, de ahí la necesidad de un sumidero de calor, en este caso el río Paraná. El sitio Atucha toma del río un caudal de 100 metros cúbicos por segundo con las centrales en operación normal, de no estar disponibles hay que parar los reactores. Además, necesita agua de refrigeración para los moderadores, para las piletas de combustibles gastados, para los grupos diesel de emergencia, entre otros usos. Incluso con los reactores parados hay eliminar el calor de decaimiento del combustible nuclear, en parada se necesitan entre 15 y 20 metros cúbicos por segundo.
Perfil del río Paraná en el sitio Atucha. Fuente: Autoridad Regulatoria Nuclear. |
Consultado por la problemática durante una entrevista para Econojournal, el presidente de Nucleoeléctrica, José Luis Antúnez, dijo que “es prioridad uno en estos momentos porque el río Paraná es el que provee de enfriamiento para dos de nuestras centrales, Atucha I y II. No solo lo observamos con atención sino que estamos tomando medidas físicas para paliar el tema, aumentando la profundidad del canal de acceso. Esperamos que no se llegue a la instancia de tener que disminuir la potencia o parar las centrales por la bajante. Es una bajante extraordinaria, la mayor en 100 años me han comentado”.
El vicepresidente de Nucleoeléctrica, Jorge Sidelnik, pidió un derecho a réplica a un programa radial que trataba el tema, y dijo que “siempre se estudió el río desde el punto de vista de las inundaciones y se tomaron medidas desde ese lado, nunca desde las bajantes”. Como veremos más adelante, la documentación desmiente al funcionario. Sidelnik siguió con unas preguntas “¿Puede el sistema de refrigeración seguir funcionado? ¿Hasta cuando? Nosotros consultamos a los diseñadores, y llegamos a la conclusión de que hasta -0,5 metros nuestras bombas de refrigeración principal pueden seguir funcionando”. Es evidente la improvisación de los funcionarios del átomo, en relación a la bajante actual escriben el libreto arriba del escenario.
En 2017, el por entonces subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, explicó que las centrales nucleares argentinas no necesitan torres de enfriamiento, “porque tenemos agua, tenemos ríos como el Paraná, que no tienen en Europa, y que tienen mucho más caudal que el río Colorado”.
Queda claro que las centrales nucleares dependen de factores climáticos y estacionales, contrariamente a lo que repite la publicidad de Nucleoeléctrica. La pregunta que nos hace avanzar, es por qué una industria acostumbrada a prever todos los eventos posibles con sofisticados análisis probabilísticos de seguridad, termina aplicando medidas paliativas para salir del paso. En busca de respuestas, decidí desenterrar algunos documentos e intentar orientarme entre una niebla de verdades y fabulaciones.
Luego del accidente de Fukushima, la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) emitió el “Informe de evaluación de resistencia realizada a las centrales nucleares argentinas 2012”, en cuya página 84 se encuentra el análisis de las inundaciones / bajantes para el sitio Atucha, donde se describen las bombas y sistemas de enfriamiento de las centrales. La ARN detectó una vulnerabilidad de la CNA I, las bombas del sistema de alimentación asegurada de agua de río sólo pueden tomar agua hasta una altura mínima del río de aproximadamente -1 metro. Para salvar esta debilidad, dispuso instalar una bomba que pueda seguir funcionando (en condiciones de emergencia) con bajantes de -2 metros. Otro aspecto a considerar, es que un descenso en el nivel del río provoca un aumento en la velocidad del canal de toma, debido a la reducción del área de pasaje, la cual no sólo es función del nivel del río sino además del nivel de los sedimentos depositados en el fondo del canal. Esto determina condiciones límites de operación, en función del nivel del río y de la altura de sedimentos, a partir de las cuales se produce erosión en dicho canal.
Las bombas flotantes no estaban previstas en el informe de la ARN, que es un documento pensado para transmitir control, orden y estabilidad, con algunos planes de contingencia meramente retóricos. En la página 87 afirma que “a pesar de los cambios climáticos que ha sufrido la zona, no se espera que los niveles varíen significativamente, ya que la experiencia recopilada con los años de operación así lo sugiere”. Nada más alejado de los hechos.
Los estudios hidrológicos se realizaron con posterioridad a la puesta en servicio de la CNA I, desde entonces, el valor histórico de la máxima bajante en el sitio Atucha es +0,17 metros. Actualmente, el río está por debajo de este valor. Durante la gran bajante de 1944 el nivel del Paraná de las Palmas (uno de los brazos del Paraná) descendió hasta -1,12 metros en Zárate. Para la actual bajante, el Instituto Nacional del Agua (INA) analizó los escenarios alternativos probables, el más crítico presupone lluvias débiles en el inicio del verano, el menor nivel esperado en Zárate es de -0,49 metros entre el 2 y el 9 de noviembre. Pero las cosas pueden empeorar, porque además del bajo caudal, las bajantes en el sitio Atucha pueden originarse por fuertes vientos desde el N, NNO, NO, NE y O en el Río de la Plata, por largos períodos de tiempo, o por la acción simultánea de ambos efectos (bajo caudal y fuertes vientos), según el “Estudio Hidrológico de la Central Nuclear Atucha” de H. Gómez y colaboradores. El 27 de julio, la ARN le dio un permiso especial a Nucleoeléctrica para seguir operando con una bajante de hasta -0,5 metros. Por debajo de este nivel deberán parar las centrales.
¿Podrá el río volver a recuperar sus niveles y su pulso natural como hace 50 años atrás? Se pregunta Jorgelina Hiba, periodista especializada en ambiente de la Universidad Nacional de Rosario, productora y conductora del documental Bajo Río. “El río Paraná del siglo XXI es un río multifragmentado, intervenido por la acción humana, desde las represas, desde la modificación del territorio, la sobrepesca y el sobredragado, el tiempo dirá si sigue intacta la capacidad de recuperación de nuestro querido gigante marrón”, concluyó.
Ciego al deterioro del recurso hídrico, el lobby nuclear argentino piensa seguir acumulando reactores en el sitio Atucha. Además de las CNA I y CNA II, y el CAREM (en construcción), Nucleoeléctrica tiene como objetivo estratégico prioritario agregar un reactor modelo Hualong One, al que se le sumará otro modelo CANDU. Menos agua y más reactores, es la receta ideal para las futuras crisis de la industria nuclear.
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Excelente artículo, y como siempre, muy bien documentado. Enhorabuena!
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