Carlos Alesandri y Juan Cabandié se estrechan la mano, en Calamuchita, el miércoles 11 de marzo de 2020. |
La
planta de Cañada Grande, una historia de corrupción.
por
Cristian Basualdo
EMBALSE,
11 marzo 2020.- El ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la
Nación, Juan Cabandié, asistió al acto de colación de la Escuela
de Guardaparques ubicada en la Unidad Turística Embalse. Fue
recibido por el presidente de la Comunidad Regional Calamuchita,
legislador Carlos Alesandri, quien le brindó detalles sobre la
Planta Regional de Tratamiento de Residuos Sólidos Urbanos, ubicada
en Cañada Grande.
Al día siguiente, Cabandié
se reunió con el Gobernador Schiaretti, en la búsqueda de avanzar en la
gestión integral de los residuos sólidos urbanos. Schiaretti quiere un
crédito del Banco Interamericano de Desarrollo para la ejecución de un
plan de erradicación de basurales a cielo abierto. Como veremos, no es la primera
vez que el Gobernador utiliza los basurales para obtener recursos.
Mientras
imaginaba qué le pudo haber contado Alesandri a Cabandié sobre la
planta de Cañada Grande, recordé el historial de ilegalidades e
irregularidades de la misma. Comenzando por la empresa que obtuvo la licencia
ambiental (Furgiagro SA), que fue creada unos 3 meses antes de presentar el aviso de proyecto, y
abandonó las instalaciones a comienzos de 2013, poco después de iniciadas las
operaciones. Su titular, Agustín Ernesto Furgiuele, en 2018 fue imputado por
la Justicia por homicidio culposo y lesiones culposas en concurso
real, por su presunta participación en un accidente automovilístico,
conduciendo el automóvil de un ex jefe de la Policía Provincial.
Si me detengo en los tejemanejes y en una noticia policial,
es porque la Resolución N.º 540/2010, que autoriza el emprendimento, lo hace a favor de Furgiuele y su empresa nominal.
El Gobierno Provincial la considera vigente a pesar que ha caducado en razón de los términos
por ella misma utilizados.
Si
el mundo de la Ley funcionara la planta de Cañada Grande estaría
cerrada, porque en 2012 una orden Judicial ordenó "el inmediato
cese de actividades" (Resolución Nº 110/12 del Juez en lo
Civil y Comercial de Río Tercero). Por su parte, el Defensor del
Pueblo de la Nación exhortó a la Secretaría de Ambiente Provincial
a establecer un nuevo emplazamiento debido a su inundabilidad
(Actuación DPN Nº 6462/09). Además, un informe del Instituto Tecnológico Foro de los Ríos determinó en 2013 la falta total de
cumplimiento de las Leyes de higiene y seguridad en el trabajo.
El
costo de la planta de Cañada Grande es otro escándalo. En una
edición especial del periódico El Valle, de marzo de 2010, el por
entonces secretario de Ambiente Provincial, Raúl Costa, dijo que la
inversión “podría rondar los 6 millones de pesos que es un
porcentaje importante del total que se recauda por el impuesto al
fuego”. Finalmente el dispendio superó los 20 millones de pesos
(unos 6 millones de dólares al tipo de cambio de ese entonces). Los
elemenos más costos, la maquinaria y el galpón, apenas justifican
un cuarto de esa cifra.
La
Provincia no llamó a licitación, ni consideró otra propuesta.
Furgiuele pagó un mes de alquiler del campo donde se asentó la
planta, y la Provincia no lo expropió. Eso generó
protestas de los damnificados, que bloquearon la entrada provocando
un embotellamiento de camiones de basura en medio de las sierras.
En
la citada entrevista, Costa expresó: “nuestra intervención en
este tema en Calamuchita es desde finales de agosto de 2009, cuando
ya se habían extinguido los incendios y fue el propio Gobernador que
nos pidió comenzar a erradicar los basurales a cielo abierto”.
Evitar los incendios y eliminar los
basurales, fueron las excusas para echar mano al dinero público. Luego de 8 años de operaciones,
podemos afirmar que la planta de Cañada Grande no cumplió con ninguno de los dos
objetivos.
Los
basurales a cielo abierto siguen existiendo en Calamuchita, veamos
por ejemplo la pelea entre los intendentes de Yacanto y La Cruz, que en
enero de 2017 se acusaron mutuamente por los basurales a cielo
abierto en sus respectivos ejidos municipales; o las imágenes del basural de El Quebracho, en la localidad de Embalse, en noviembre de
2018.
Tampoco
se evitaron los incendios, recordemos los ocurridos en los pinares en
la zona alta de Calamuchita, que a fines del 2013 arrasaron 63.400
hectáreas, el 13,5 % del departamento. Se hizo evidente que
desfinanciar a los bomberos no es una buena idea para combatir los
incendios.
Como
la propaganda está inscrita en el seno mismo de la política
ambiental del Gobierno de Córdoba, en la urdimbre y el tejido de su
funcionamiento diario, tanto los funcionarios como los medios locales
difunden selectivamente la información, ignoran lo que no les
conviene y cuentan medias verdades o mentiras descaradas. Así las
noticias de Cañada Grande tienen el efecto reconfortante del polvo
de hadas.
Pero
cuando una mirada independiente se posa sobre la planta de basura, la cruda realidad
sale a la luz. Tomemos por caso al ingeniero químico
industrial de origen alemán, Udo Stein, que visitó las
instalaciones en marzo de 2019 y dijo que “la planta ya no está
funcionando”, describió la cava con algunos fardos más o menos en
buen estado, otros ya rotos, abiertos, y debido a que la máquina
está rota, “los camiones suben directamente al hueco y tiran”.
Lo
más impactante del vertedero regional de basura es su ubicación en
un curso de agua. Encontré varios documentos que lo prueban, incluso
si eres de los que no leen los enlaces deberías entrar en éste.
Tonelada tras tonelada, en un proceso lento y prolongado de
contaminación, la basura se deposita en una cuenca activa que
escurre hacia el lago Embalse, la principal reserva de agua dulce de
Córdoba.
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