domingo, 10 de julio de 2016

La amenaza invisible de las sustancias químicas


El 10 de julio de 1976 y debido a un fallo humano en la planta de de ICMESA, se liberaron 2 kilogramos de la sustancia “TCDD” de la familia de dioxinas, lo que afectó a más de 37.000 personas, 15 kilómetros cuadrados, costó el sacrificio de más de 75.000 animales y aumentaron a corto plazo las malformaciones de los recién nacidos.

La fabricación y utilización de sustancias organocloradas supone un riesgo humano y ambiental, según advierten varios expertos consultados por Efe con motivo del cuarenta aniversario del accidente en la localidad italiana de Seveso, donde un escape originó una nube tóxica que afectó a miles de personas.

El 10 de julio de 1976 y debido a un fallo humano en la planta de de ICMESA, se liberaron 2 kilogramos de la sustancia “TCDD” de la familia de dioxinas, lo que afectó a más de 37.000 personas, 15 kilómetros cuadrados, costó el sacrificio de más de 75.000 animales y aumentaron a corto plazo las malformaciones de los recién nacidos.

La liberación de este tipo de sustancias en el medio ambiente conlleva efectos tóxicos sobre la biodiversidad y debido a su consistencia presenta un nivel lento de degradación que “tiende a persistir durante mucho tiempo”, ha indicado a Efe la responsable de campaña de contaminación de Greenpeace Sara del Río.

En el caso del impacto sobre la salud pública, la especialista advierte que su característica “bioacumulativa” en los tejidos grasos y órganos humanos que puede conllevar al desarrollo de cáncer y afectar directamente al sistema hormonal.

Otra consecuencia para las personas, aunque no exista una exposición directa a la fuente de alimentación industrial, es la entrada de este compuesto químico en la cadena alimentaria o en el agua por ser este tipo de dioxinas “uno de los más peligrosos”.

Así, desde esta organización recuerdan el riesgo de la fabricación y uso de estas sustancias e instan a un mayor control en la industria y no solo “las evaluaciones de riesgo” y proponen eliminarlas cuando existan evidencia de su peligrosidad para sustituirlas por alternativas “más seguras”.

A raíz de este acontecimiento, la comunidad europea aprobó en 1982 la directiva “Seveso” con el objetivo de prevenir los accidentes y limitar las consecuencias a través de planes de emergencia tanto interior y exterior de las instalaciones con riesgo de accidentes mayores.

Falta de información
Para el portavoz de la campaña de contaminantes de Ecologistas en Acción Paco Ramos, esta directiva supone “un gran avance” aunque señala como principal problema la falta de información que tiene la sociedad acerca de las amenazas que conllevan este tipo de contaminantes.

Desde la organización demandan acuerdos sinérgicos de todas las plantas para establecer un mayor control debido a la gran diversidad del sector y el respeto de las distancias “seguras” de las instalaciones sobre la población.

En el contexto industrial actual, Ramos recuerda que existen investigaciones científicas sobre los efectos de sustancias químicas así como controles de seguridad que “avanzan cada vez más” con medidas como simulacros de emergencia.

Actividad industrial en España
En el caso de España, el problema de las actividades industriales reside en su envejecimiento y las amenazas en la seguridad laboral desde las empresas a los trabajadores por lo que desde la organización proponen a la Administración “escuchar la presión social que rechaza determinadas actividades contaminantes”.

La Organización Mundial para la Salud recuerda que la exposición a las dioxinas puede causar lesiones cutáneas o alteraciones funcionales hepáticas y el contacto prolongado está vinculado con alteraciones inmunitarias, del sistema nervioso en desarrollo, de la función reproductora y del sistema endocrino.

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