El 10 de julio de 1976 y debido a un fallo humano en la planta de de ICMESA, se liberaron 2 kilogramos de la sustancia “TCDD” de la familia de dioxinas, lo que afectó a más de 37.000 personas, 15 kilómetros cuadrados, costó el sacrificio de más de 75.000 animales y aumentaron a corto plazo las malformaciones de los recién nacidos.
La fabricación y
utilización de sustancias organocloradas supone un riesgo humano y
ambiental, según advierten varios expertos consultados por Efe con
motivo del cuarenta aniversario del accidente en la localidad
italiana de Seveso, donde un escape originó una nube tóxica que
afectó a miles de personas.
El 10 de julio de
1976 y debido a un fallo humano en la planta de de ICMESA, se
liberaron 2 kilogramos de la sustancia “TCDD” de la familia de
dioxinas, lo que afectó a más de 37.000 personas, 15 kilómetros
cuadrados, costó el sacrificio de más de 75.000 animales y
aumentaron a corto plazo las malformaciones de los recién nacidos.
La liberación de
este tipo de sustancias en el medio ambiente conlleva efectos tóxicos
sobre la biodiversidad y debido a su consistencia presenta un nivel
lento de degradación que “tiende a persistir durante mucho
tiempo”, ha indicado a Efe la responsable de campaña de
contaminación de Greenpeace Sara del Río.
En el caso del
impacto sobre la salud pública, la especialista advierte que su
característica “bioacumulativa” en los tejidos grasos y órganos
humanos que puede conllevar al desarrollo de cáncer y afectar
directamente al sistema hormonal.
Otra consecuencia
para las personas, aunque no exista una exposición directa a la
fuente de alimentación industrial, es la entrada de este compuesto
químico en la cadena alimentaria o en el agua por ser este tipo de
dioxinas “uno de los más peligrosos”.
Así, desde esta
organización recuerdan el riesgo de la fabricación y uso de estas
sustancias e instan a un mayor control en la industria y no solo “las
evaluaciones de riesgo” y proponen eliminarlas cuando existan
evidencia de su peligrosidad para sustituirlas por alternativas “más
seguras”.
A raíz de este
acontecimiento, la comunidad europea aprobó en 1982 la directiva
“Seveso” con el objetivo de prevenir los accidentes y limitar las
consecuencias a través de planes de emergencia tanto interior y
exterior de las instalaciones con riesgo de accidentes mayores.
Falta de
información
Para el portavoz
de la campaña de contaminantes de Ecologistas en Acción Paco Ramos,
esta directiva supone “un gran avance” aunque señala como
principal problema la falta de información que tiene la sociedad
acerca de las amenazas que conllevan este tipo de contaminantes.
Desde la
organización demandan acuerdos sinérgicos de todas las plantas para
establecer un mayor control debido a la gran diversidad del sector y
el respeto de las distancias “seguras” de las instalaciones sobre
la población.
En el contexto
industrial actual, Ramos recuerda que existen investigaciones
científicas sobre los efectos de sustancias químicas así como
controles de seguridad que “avanzan cada vez más” con medidas
como simulacros de emergencia.
Actividad
industrial en España
En el caso de
España, el problema de las actividades industriales reside en su
envejecimiento y las amenazas en la seguridad laboral desde las
empresas a los trabajadores por lo que desde la organización
proponen a la Administración “escuchar la presión social que
rechaza determinadas actividades contaminantes”.
La Organización
Mundial para la Salud recuerda que la exposición a las dioxinas
puede causar lesiones cutáneas o alteraciones funcionales hepáticas
y el contacto prolongado está vinculado con alteraciones
inmunitarias, del sistema nervioso en desarrollo, de la función
reproductora y del sistema endocrino.
Fuente:
La amenaza invisible de las sustancias químicas, 09/07/16, EFEverde.
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