Cuando
los Bajos Submeridionales y la cuenca inferior está cargada de agua,
una sucesión de tormentas que acumulen más de 300 milímetros puede
generar una crecida significativa y que llegue rápido a los núcleos
urbanos del Gran Santa Fe.
por
Gastón Neffen
Los
ingenieros hídricos dividen la cuenca del Salado en tres tramos
(superior, media e inferior) pero para entender por qué es una
amenaza es más útil dividirlo en dos y entender que unos 30
kilómetros al oeste de Calchaquí está el punto de inflexión que
lo puede transformar en un río muy diferente: el que inundó un
tercio de la ciudad de Santa Fe el 29 de abril de 2003, hace
exactamente 17 años.
Por
ese lugar sale el agua de los Bajos Submeridionales a través del
sistema de los arroyos Calchaquí y Golondrina, que aporta el 60 % del
caudal que luego va a pasar por San Justo, Esperanza, Recreo, Santo
Tomé y Santa Fe.
“Ahí
habría que cambiarle el nombre al río”, dice Ricardo Giacosa,
investigador del Instituto Nacional del Agua (INA), en una entrevista
con Aire Digital. “Es un punto en el que río revive”, coincide
Gustavo Ferreira, el director a cargo de coordinar la prevención
hídrica en la Secretaría de Recursos Hídricos de la provincia.
El
Salado nace en las montañas de Salta -explica Giacosa-, pero cuando
atraviesa Santiago del Estero “pierde agua” e ingresa a Santa Fe,
unos kilómetros al sur de la ciudad de Tostado, con poco caudal.
Salvo cuando hay lluvias excepcionales en la cuenca santiagueña.
El
investigador del INA da un ejemplo sencillo para marcar este
contraste. “En el primer tramo en la provincia, el río tiene un
ancho de unos 30 metros, pero de San Justo para abajo -y claramente
cerca de Esperanza y Santa Fe- el cauce puede superar los 100 metros
y el valle de inundación los 2.000 metros”, precisa.
Es
que el aporte grande viene de los Bajos Submeridionales, una enorme
palangana tapizada de espartillos y tucurúes -hormigueros de medio
metro- que ocupa más de 3 millones de hectáreas en el norte de
Santa Fe y que ingresa a parte de Santiago del Estero y Chaco. Es una
región llana, sin árboles y que se inunda durante largos meses
cuando llueve en serio.
Hay
tres arroyos más que son importantes en el tramo inferior del
Salado: se llaman Las Conchas, San Antonio y Cululú. Giacosa estima
que pueden aportar entre un 30 % y un 40 % del flujo que baja hacia
Santa Fe (otro arroyo relevante es el Pantanoso).
Con
la cuenca en la cabeza, es sencillo comprender cuando hay un
escenario hídrico de riesgo. Si los Bajos Submeridionales están
cargados de agua y el valle de inundación “saturado”, una
sucesión de tormentas que aporten más de 300 milímetros en un par
de días en el centro norte de Santa Fe van a generar una crecida
importante, de las que los ingenieros definen como “extraordinarias”.
Desde
1952, el Salado tuvo cuatro picos importantes: los 7,06 metros de
junio de 1973, los 7,10 metros de febrero de 1998, los 7,89 metros
del 29 de abril de 2003 -el récord desde que se mide el río- y los
6,82 metros de abril de 2016. Son datos de la Subsecretaría de
Recursos Hídricos de Nación que se tomaron en el puente sobre la
ruta 70, cerca de Recreo.
“Cuando
los bajos están con agua y la cuenca saturada, si llueven 350
milímetros en pocos días se puede dar un pico de crecida con pocos
días de aviso en Santa Fe y Santo Tomé,
entre uno y siete días”, advierte Ferreira.
Hay
un ejemplo cercano. En el verano del 2019, el diluvio que castigó el
rincón noroeste de Santa Fe -que sitió Pozo Borrado, Villa Minetti
y El Nochero- cargó la palangana de los Bajos Submeridionales y
sostuvo alto el nivel del Salado hasta marzo y abril, pero faltó la
condición de lluvias importantes en el otoño y no hubo crecida
extraordinaria.
En
abril de 2003, en cambio, se dieron las tres condiciones y en el
largo tramo del anillo defensivo de la Circunvalación de Santa Fe
que dejó sin terminar el gobierno de Carlos Reutemann el Salado
encontró la brecha para inundar la ciudad.
Hay
un dato que sirve para dimensionar hasta qué punto se puede
ensanchar el Salado. En el puente sobre la ruta 70, cerca de Recreo,
el río tiene un caudal medio de entre 150 y 170 metros por segundo.
El 29 de abril de 2003 corrió a un ritmo de 3.950 metros cúbicos
por segundo. Es 26 veces más que el promedio y entre 50 y 60 veces
más que el caudal que tuvo la semana pasada, cuando fluyó entre los
60 y 75 metros cúbicos por segundo en ese punto. El pico de crecida
que hizo el Salado a mediados de abril del 2003 se puede observar en
este gráfico.
Un trabajo interesante para comprender por qué se inundó Santa Fe es
el que escribieron los ingenieros Ricardo Giacosa, Cristóbal Lozeco,
Raúl Pedraza y Mario Schreider, en octubre del 2003.
Un
red desmantelada
A
pesar de las marcas y cicatrices que la histórica crecida del Salado
dejó en la gente de la ciudad, las que alimentan esas pesadillas de
levantarse y pisar agua, de escuchar helicópteros en la noche y
llorar cuando llueve fuerte, durante el último tramo de la gestión
socialista en el Ministerio de Infraestructura se dejó oxidar la red
de alerta telemétrica del río, la que desde el 2007 reportaba
automáticamente los niveles para poder seguir de cerca su evolución.
Cómo
no funciona, la nueva gestión en Recursos Hídricos coordinó que
personal de los municipios que están en la cuenca tomen mediciones
manuales de los niveles del Salado en los hidrómetros. Aire Digital
lo recordó hace una semana, en un escenario de bajante que es
completamente opuesto al que se recuerda hoy.
El
registro histórico de los datos del Salado merece una nota aparte.
En la Secretaría de Recursos Hídricos, Ferreira recuerda que en el
puente sobre la ruta 70, cerca de Recreo, la Subsecretaría de
Recursos Hídricos de la Nación mide el caudal del río desde 1952.
Son lo datos que permiten reconstruir los picos de crecida y los
niveles mínimos de bajante.
“Esos
datos se siguen tomando para el registro hídrico pero es muy
diferente a la información en tiempo real que es la que permite
tomar decisiones y analizar con mayor información las futuras obras
hídricas que sean necesarias”, explica Ferreira.
La
semana pasada, Roberto Gioria, secretario de Recursos Hídricos de
Santa Fe, le aseguró a Aire Digital que están los pliegos listos
para recuperar al menos un funcionamiento básico de la red de alerta
y que la intención es actualizarla tecnológicamente apenas se pueda
realizar una inversión más significativa.
Es
el camino más responsable. El Salado ya demostró que es un río
para tomar en serio y no subestimar.
Fuente:
Gastón Neffen, Por qué el río Salado siempre será un riesgo que no conviene subestimar, 28 abril 2020, Aire Digital. Consultado 30 abril 2020.
La fotografía que ilustra esta entrada corresponde a una inundación de la ciudad de Santa Fe en 1905, y demuestra que el río Salado ya había inundado la parte oeste de la ciudad. Aquí se observa Hipólito Irigoyen hacia el oeste a media cuadra de la avenida Urquiza.
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