Desde
2012 conviven en Córdoba con gases tóxicos que emanan de la planta.
por
María Paz Tibiletti
Silvia
Cruz y Rosa Acuña son referentas de Vecinxs Unidxs en Defensa de un
Ambiente Sano (V.U.D.A.S.), una organización que lucha contra la
instalación de una planta de destilería para procesar bioetanol a
partir de maíz transgénico en el barrio San Antonio, en Córdoba
capital. Desde la llegada de la empresa Porta Hermanos a ese barrio
del sur de la ciudad, en 2012, lxs vecinxs conviven con gases tóxicos
que emanan de la planta los 365 días del año. El nivel de
contaminación es que tan alto que provocó un aumento de las
alergias, enfermedades infecciosas y respiratorias, malformaciones,
cáncer y abortos espontáneos entre lxs vecinxs. Preocupadas, las
mujeres del barrio comenzaron a organizarse en defensa de su
territorio y hoy impulsan un juicio ambiental contra la empresa, que
podría sentar precedentes históricos en la defensa de los derechos
humanos a la salud y al ambiente sano.
¿Cómo
fue que un grupo de vecinas que nunca había militado se convirtió
en defensoras ambientales? ¿Qué las movilizó? ¿Cómo pasaron del
temor inicial por ocupar las calles a marchar con las Madres y
Abuelas de Plaza de Mayo? “Entendimos que la salida siempre es
colectiva. Nadie se salva solx”, dijeron Rosa y Silvia. Conversamos
con ellas en el marco del Encuentro Trinacional de Defensoras
Ambientales convocado por el Fondo de Mujeres del Sur y la Fundación
Plurales.
¿Cómo
nació V.U.D.A.S.?
Rosa:
En el barrio había una alcoholera desde 1995 pero allí sólo
envasaban. A fines de 2011, vimos que talaron un bosque que había en
la zona y que era el segundo pulmón verde de la ciudad para instalar
la planta de bioetanol. Pocos meses después, entre marzo y abril de
2012, hubo una gran explosión en el barrio que nos movilizó a todxs
lxs vecinxs. Fuimos a la empresa y nos dijeron que no nos
preocupemos, que solo estaban probando las calderas y que no había
ningún peligro. Pero a nosotrxs no nos cerraba y entonces con las
vecinas nos empezamos a reunir y a averiguar qué era lo que estaban
haciendo ahí. En esas reuniones, una vecina nos dice que le ardían
mucho los ojos, otra que tenía dolores de cabeza por la noche, otra
que sus hijos tenían alergias y broncoespasmos, y empezamos a ver
que éramos muchas vecinas a las que nos pasaba lo mismo. Ya no
éramos una o dos, era todo el barrio. Entonces empezamos a
organizarnos en asambleas y ahí salió el nombre de V.U.D.A.S.:
Vecinxs Unidos en Defensa de un Ambiente Sano. Y desde ese día no
paramos más: fuimos a la municipalidad, nos reunimos con todxs lxs
funcionarixs de Medio Ambiente, nos contactamos con lxs vecinxs de
Malvinas Argentinas por su lucha contra Monsanto, empezamos a
relacionarnos con otrxs vecinxs y organizaciones, y hoy estamos a la
espera del fallo judicial.
¿Qué
les dijeron lxs funcionarios cuando se reunieron con ellxs?
Silvia:
Nos ofrecieron medicación para las las afecciones de lxs niñxs. Ahí
una vecina se plantó y le dijo que nosotras no queremos remedios,
queremos que la empresa no esté más en nuestro barrio. Queremos
salud y una vida digna.
R:
Y entonces, a partir de reunirnos con otras organizaciones, conocimos
a Medardo Ávila Vázquez, de Médicos de Pueblos Fumigados, le
comentamos sobre nuestra problemática y vino al barrio a hacer un
relevamiento. Ese relevamiento dio que más del 53 % de lxs vecinxs
tenían afectaciones: problemas de la piel, enfermedades
respiratorias, gastritis, dolores de cabeza, etc. Ese primer
relevamiento se hizo en 2013. En 2016 hicimos un segundo relevamiento
porque volvimos a hablar con él y le contamos que la gente del
barrio se estaba enfermando y estábamos muy preocupadxs.
¿Cómo
fue ese segundo relevamiento?
R:
Dio muy alto el porcentaje de gente enferma de cáncer y niños con
malformaciones. Ya hay 3 niños que fallecieron porque nacieron así.
El caso más grave fue el de Olivia, una beba que vivió solo cuatro
meses. Nació con columna bífida, le hicieron siete cirugías y la
peleó pero lamentablemente falleció. El pedido de justicia por
Olivia se convirtió en un emblema de lucha en el barrio y nos
movilizó aún más. Y así seguimos hasta hoy pero la justicia
todavía no ha llegado.
S:
Y se constató la presencia de elementos tóxicos en el aire: etanol,
acetaldehído, formaldehído, xileno, tolueno. El médico determinó
que la población tiene “síndrome de sensibilidad química
múltiple”, que se produce por la exposición permanente a los
químicos. Básicamente, es como si nos estuvieran envenenando de a
poco todos los días.
¿Cómo
les cambió la vida a partir de la instalación de la planta?
R:
Muchísimo. Mi nieto se tuvo que ir del barrio cuando tenía 2 meses
porque los olores le producían mucho reflujo. Vivía internado y
tenía muchos dolores. Apenas se mudaron dejó de tenerlos y de tomar
medicación. Pudo empezar a tomar leche materna porque antes no
podía. A mi hijo lo perjudicaron laboralmente porque se tuvo que ir
a vivir a la otra parte de la ciudad. Perjudicaron nuestra salud y el
medio ambiente pero también nos perjudicaron laboralmente,
económicamente y emocionalmente. Mi madre se enfermó de cáncer.
Algunxs vecinxs se fueron muriendo, otrxs se fueron por recomendación
médica. Y así nos fuimos quedando sin vecinxs. Es terrible.
S:
Nosotrxs al principio pensábamos que con Porta, con esto de que se
vende como energía renovable e inocua, no iba a pasar nada. Pero
enseguida nos dimos cuenta de que es una empresa que está allí de
modo ilegal con una complicidad absoluta del Estado municipal -en dos
gestiones del intendente Ramón Mestre- y del gobierno provincial. De
hecho, la planta no tiene las habilitaciones del Ministerio de
Energía y Minería de la Nación, sino que opera por un decreto
municipal. Tampoco presentó el estudio de impacto ambiental ni
realizó una audiencia pública antes de su instalación, tal como
establece la Ley General de Ambiente. Es absolutamente ilegal. Todo
esto ocurre a un alambrado de por medio de nuestras casas. El dolor
de esta lucha es muy grande porque hay una enorme complicidad de los
Estados y de todo un sistema perverso al que no le importa la vida.
Mi hija comenzó a tener pólipos que se le salían por la nariz y
ahora se sumó mi esposo, que está con problemas metabólicos y
están investigando si es una esclerosis múltiple producida por
cuestiones ambientales y por estrés. Seguimos piloteandola pero es
muy duro y en el camino perdemos vidas.
¿En
algún momento pensaron en irse del barrio?
S:
No, nunca. Sí pensamos qué otra cosa podríamos haber hecho. Y, sí,
podríamos haber abandonado el barrio y salvarnos solos. Incluso le
podríamos haber vendido la casa a Porta porque ellos compraron casas
en el barrio de vecinxs que se fueron y que sub-alquilan a sus
trabajadorxs. Lo podríamos haber hecho y hoy tal vez no estaríamos
enfermxs pero, ¿y todos los demás? Entendimos que la salida siempre
es colectiva. Nadie se salva solx. Además, el barrio es nuestro y no
nos pueden echar así. Acá nos enteremos que hay compañeras de
Bolivia a las que el mismo Porta les están poniendo plantas de
bioetanol. Es un virus que se dispersa y alguien le tiene que poner
freno.
¿En
qué estado está la causa judicial ahora?
S:
Estamos cerca de un fallo judicial. En este camino las vecinas
entendimos que tenemos que usar todas las herramientas del Estado. La
mejor herramienta que tenemos somos nosotrxs, lxs vecinxs
movilizadxs, pero también tenemos que usar la vía institucional. Y
así agotamos toda la vía administrativa y judicial de la provincia
y pasamos a la justicia federal. Hoy por hoy, luego de 3 años, el
juez federal Hugo Vaca Narvaja está próximo a emitir un fallo que
esperamos sea histórico. En todo ese trayecto, lo único que movió
esas vías del sistema fuimos nosotras, las mujeres del barrio, que
nos reunimos mate de por medio a pensarnos y a ver qué podíamos
hacer. Así fue que nos encadenamos en la municipalidad cuando la
justicia provincial nos rechazó la denuncia, nos tiramos frente a
los camiones de la empresa para que no ingresen a la planta, nos han
reprimido a nosotrxs, a nuestrxs abuelxs y a nuestrxs hijxs, hemos
hecho de todo y somos capaces de hacer absolutamente todo lo que sea
necesario. Y fuimos siempre las mujeres porque todos los hombres que
nos cruzamos en este camino, ya sean abogados o funcionarios
públicos, nos decían que nos olvidemos, que el poder era más
grande que nosotras y que no íbamos a poder contra él. Y nosotras
dijimos no, hay que frenarlo.
¿Y
por qué creen que fueron las mujeres las que salieron a poner el
cuerpo?
S:
Porque somos las que tenemos esa fuerza, las que cuidamos nuestra
casa, nuestra tierra, nuestra familia. A nosotras nadie nos va a
decir que no cuando se trata de cuidar lo nuestro.
¿Qué
fue lo más difícil cuando empezaron?
R:
Tuvimos que aprender de todo. De leyes, de derecho, de química, de
medio ambiente. Yo no sabía ni usar un celular, no tenía
computadora, y tuve que aprender para poder informarme e informar al
barrio. Es tan grande la desesperación cuando empezás a ver que la
gente se te muere y se te enferma al lado que salís sin pensarlo.
Fuimos aprendiendo de a poco. Y después íbamos a otras
organizaciones para ver cómo se organizaban, por ejemplo las Madres
de Ituzaingó, y aprendimos de ellas y eso también nos fortaleció.
Hoy nos acompañan las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
S:
Aprendimos todo e hicimos muchas redes. Yo nunca me hubiera imaginado
marchando a la par con las Madres y las Abuelas, que van siempre
defendiendo la vida. Y eso hoy nos llena de fuerzas.
Fuente:
María Paz Tibiletti, Ellas contra la planta de bioetanol, 25 agosto 2019, El Cohete a la Luna. Consultado 26 agosto 2019.
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