Las explotaciones
de litio.
por Sabrina Roth
Desde Jujuy. Argentina,
Bolivia y Chile conforman lo que se conoce como “el triángulo del
litio” y concentran más del 85% de las reservas terrestres. Sin
embargo, por la falta de controles, de regulación y la ausencia de
restricciones, el país que gobierna Mauricio Macri es el más
tentador para que se instalen las empresas multinacionales. En el
caso de Jujuy, si bien las empresas canadienses estimaban que las
reservas permitirían obtener carbonato de litio durante 40 años,
estudios realizados por especialistas en base a información
elaborada por las propias multinacionales, los proyectos que están
actualmente en funcionamiento en la cuenca de Olaroz Cauchari y las
técnicas de explotación de las salmueras de litio por medio de la
evaporación de agua aseguran que las posibilidades de producción
del carbonato se agotarán en cinco años. Además de incumplir con
los requerimientos de los estudios de impacto ambiental que obligan a
presentar métodos de explotación alternativos, también se violan
los requisitos de concesión que establece el Código de Aguas de la
provincia de Jujuy.
A diferencia de
Argentina, tanto Chile como Bolivia desarrollaron políticas
nacionales específicas respecto al litio. Según publicó el
coordinador del libro Geopolítica del litio, Bruno Fornillo,
investigador de la UBA-CONICET en “Pulso Ambiental” -una revista
de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN)-, “dos
empresas explotan el salar de Atacama, SQM y Rockood, y no es
sencillo realizar más concesiones porque el litio fue declarado
recurso estratégico durante la dictadura de Pinochet, por su interés
para la energía nuclear. Actualmente, la renegociación de los
contratos con las firmas privadas supuso un aumento sustancial de las
regalías que cobra el Estado trasandino, la provisión local del 25 %
del litio producido a precios preferenciales para generar materiales
activos -química compleja- para las baterías, cerca de 20 millones
de dólares anuales destinados a la investigación y un 3,5 % de las
ganancias a las comunidades”.
En el caso de
Bolivia, señaló Fornillo, desde 2007 el país que gobierna Evo
Morales, a propuesta de los sindicatos comunitarios locales, busca
tener una injerencia completa del tránsito que va del salar a la
batería. “Cuentan al día de hoy con una técnica de extracción
propia, creada por científicos locales articulados al proyecto
litífero; instalaron las plantas de producción de potasio y de
litio y realizaron un emprendimiento conjunto para la producción de
baterías con la empresa alemana AC System, la cual desembolsará
13000 millones de dólares, facilitará el mercado europeo para las
baterías y Yacimiento Litíferos Bolivianos contará con el 51 % de
las acciones”.
En cambio, en
Argentina, la explotación del litio tiene lugar como una actividad
extractiva que no desarrolla ningún tipo de industrialización. “Las
baterías de litio y todos los productos derivados de este metal
blando terminan produciéndose en el exterior, convirtiendo al país
en un mero exportador de materias primas, dependientes de la demanda
extranjera”, señalaron Pamela Landini y Tomás Marchetta de la
FARN. Además, las empresas en el país sólo deben pagar el 3 % de
regalías que se cobran en base a lo que las empresas, sin control,
declaran en sus balances.
Marcelo Sticco es
hidrogeólogo, e integra el departamento de Geología de la Facultad
de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. En 2011 las comunidades
que habitan la Cuenca de Salinas Grandes y la Laguna de Guayatayoc
hicieron presentaciones ante la Defensoría del Pueblo de la Nación
preocupados por el impacto ambiental que generarían los trabajos en
el salar. El entonces titular del organismo, Carlos Haquim -hoy
vicegobernador de Jujuy- ordenó realizar los estudios
correspondientes. “Ese primer estudio les dio la razón a las
comunidades y lo que entonces era una luz amarilla, hoy es una luz
roja a partir de datos actualizados y vinculados con la explotación
concreta del salar. Vemos que en pocos meses y de continuar
utilizando las técnicas de explotación de las salmueras por medio
de la evaporación, se va a agotar el agua dulce”.
El agua dulce no
sólo es necesaria para la vida de las comunidades sino también para
la propia producción del carbonato del litio. De modo que la
explotación actual no sólo atenta contra los habitantes de la
Cuenca sino también contra el propio negocio. “Para las empresas
igualmente sigue siendo rentable invertir en el país por la falta de
controles, de regulación y la ausencia de restricciones”, señaló
Sticco a este medio.
Entre las
conclusiones del estudio que finalizó el hidrogeólogo en octubre
del año pasado, en base a información propia de las empresas que se
encuentran en el área realizando la explotación del litio, “se
determinó un riesgo significativo de pérdida de las reservas de
agua dulce en la cuenca de Olaroz Cauchari en el orden de un año y
se determinó posible riesgo de pérdida de las reservas de agua
dulce en la cuenca de Salinas Grandes”. Sin embargo, explicó
Sticco, hay alternativas de producción de carbonato de litio con
tecnología más amigable y que reduciría considerablemente los
riesgos de agotamiento del agua. El Decreto Reglamentario 5980/06 de
“Evaluación de Impacto Ambiental y Normas Técnicas de Calidad
Ambiental para la Protección de la Atmósfera, de las Aguas y del
Suelo”, establece que los estudios de impacto ambiental deben
incluir un examen de las alternativas técnicamente viables y
fundamentar el método de explotación elegido. Sin embargo, las
empresas no cumplen con este requisito y el gobierno tampoco se los
exige.
Según datos
publicados por la Jefatura de Gabinete de la Nación en diciembre de
2016, de los 63 proyectos de litio en el país, sólo 13
correspondían a Jujuy. El 13 de agosto de 2018 Morales dictó el
decreto 7180 con el objetivo de canalizar procesos de inversión
privada a través de Jujuy, Energía y Minería Sociedad del Estado
(JEMSE) y el 11 de enero de este año llamó a concurso de oferentes
para la exploración y explotación de proyectos mineros en las zonas
de Salinas Grandes, Guayatayoc y Salar de Jama. Se estima que a
partir de esta licitación se realizarán alrededor de 2000 piletones
para extraer litio en la zona. Si en la actualidad el riesgo concreto
de agotamiento de agua dulce es un hecho, con estos nuevos
emprendimientos los tiempos se acelerarán.
A las comunidades
que viven del pastoreo y la agricultura en la zona, cuyo derecho a la
consulta previa, libre e informada no se respeta, no le dejan más
opción que la realización de medidas de fuerza directa para
defender sus territorios y recursos.
Fuente:
Sabrina Roth, Negocio para pocos, daño para muchos, 07/02/19, Página/12. Consultado 08/02/19.
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