Un trabajo del INA detectó altos niveles de nitratos en el
principal acuífero del Gran Mendoza.
por Zulema Usach
Casi sin ser conscientes, los mendocinos han sido
privilegiados: aunque viven en una provincia con clima semidesértico, cuentan
con una de las reservas naturales de mayor calidad de agua subterránea factible
de encontrarse en toda la geografía nacional.
Sin embargo, con el pasar de las décadas, el crecimiento
urbano y la escasez de una adecuada planificación en la zona del oasis norte,
el líquido vital que se almacena debajo de la superficie está sufriendo un
proceso de deterioro que, de no revertirse, podría comprometer tanto la calidad
como la cantidad de la provisión del recurso para las generaciones futuras.
Un informe realizado por un grupo de investigadores del
Instituto Nacional del Agua (INA) advierte sobre esta situación y revela que
los acuíferos subterráneos del norte mendocino tienen altos niveles de
contaminación por nitratos, derivados de la degradación de la materia orgánica,
en un proceso que comienza en la generación de amoníaco y nitrito, en primera y
segunda instancia. Esta sustancia se deriva así, sobre todo, de la percolación
de los líquidos procedentes de pozos sépticos y pérdidas en la red cloacal, que
comienza en cada domicilio y desemboca en dos principales plantas de
depuración: Campo Espejo y Paramillos, ambas ubicadas en Las Heras.
De acuerdo a los estándares sugeridos por la Organización Mundial
de la Salud , la
cantidad de nitratos admisible en el agua para consumo es de hasta 40
miligramos por litro, en tanto que los niveles hallados por los especialistas
variaron entre los 50 y los 180 miligramos por litro en las zonas más pobladas.
Si bien los resultados del estudio fueron publicados en la
revista de la Facultad
de Ciencias Agrarias de la
UNCuyo en 2011, en la actualidad, el riesgo ambiental
persiste y es un tema de preocupación fundamentalmente en aquellos casos en los
que el agua subterránea es fuente de abastecimiento de agua potable. En ese
sentido, los investigadores dan cuenta en este documento que la contaminación
puede provocar un riesgo sanitario para la población, pese a las medidas de
control y saneamiento que los organismos responsables (Ente Provincial de Agua
y Saneamiento y Aguas Mendocinas, entre los más importantes) aseguran realizar
en forma permanente.
De las cuatro cuencas hidrológicas que existen en Mendoza,
la analizada por los investigadores es la que se encuentra al noreste del Gran
Mendoza, abarca parte de los departamentos de Guaymallén y Lavalle y está
atravesada por los ríos Mendoza y Tunuyán inferior. En total, se estima que este
reservorio contiene al menos 200 mil hectómetros cúbicos de agua dulce.
Debido a que el líquido es dinámico y variable, hay que
decir que la incidencia de la contaminación no se focaliza sólo al área
delimitada, sino que se extiende a toda la zona urbana. Por eso, entre los
resultados del informe (que se llevó adelante a través de la instalación de una
red de muestreo en zonas rurales, urbano rurales y urbano-industriales) se
desprende que Las Heras, Godoy Cruz, Capital y Guaymallén (coincidentemente los
que poseen mayor cantidad de población en las zonas urbanizadas) presentaron la
mayor cantidad de nitratos en el agua subterránea.
"Los niveles de nitratos que presentó el acuífero
superó los límites tolerables para consumo humano; es agua que no se puede
tomar directamente, sin que medie un proceso previo que colabore a bajar los
niveles de contaminación", explicó Amílcar Álvarez, ingeniero
especializado en hidroquímica y uno de los responsables del trabajo.
La metodología utilizada por los prestadores para garantizar
que el agua presente nitratos en cantidades aceptables en aquellas zonas que
aún se abastecen de pozos, consiste en conectar éstos a la red general que se
nutre de las aguas del río Mendoza, de modo que ambas se mezclen. Justamente
por eso, Álvarez aclaró que el agua que consume hoy la población es de buena
calidad, pero no se puede saber si esto está garantizado para el futuro.
Un tesoro bajo tierra
El acuífero de agua dulce sobre el cual los especialistas
hicieron foco se extiende sobre 24 mil kilómetros cuadrados debajo de la
superficie, desde la precordillera hasta Desaguadero por el este. Su fuente de
alimentación proviene nada menos que del deshielo y las lluvias que alimentan
al río Mendoza, de allí su pureza. Esta red natural de abastecimiento para el
reservorio también está conformada por una zona de acuíferos libres (más
superficiales) que va desde el distrito de Corralitos por el norte hasta
Palmira, por el este.
Debido a las características topográficas de Mendoza y la
existencia de numerosas pendientes, detalló Álvarez, la presencia de agua
subterránea puede notarse a 130
metros de profundidad a la altura del parque General San
Martín o a 20 metros ,
hacia el este.
En todos los casos, si bien lo primero que se contamina son
las primeras napas freáticas, hay que decir que el problema también existe en
los llamados acuíferos confinados y semiconfinados, donde el agua, a niveles
más profundos queda "atrapada" naturalmente debajo de la tierra.
Desde el punto de vista del experto del INA, el agua
subterránea que posee el Gran Mendoza es de buena calidad en comparación con
otras zonas urbanizadas de Argentina. El problema es que de no tomarse las
medidas necesarias, el escenario en materia de abastecimiento y calidad en el
recurso vital podría ser negativo de aquí a veinte años.
Es que a medida que aumenta la población en el Área
Metropolitana de Mendoza, la demanda de agua es cada vez mayor. De hecho, esta
zona pasó de tener 395.171 mil habitantes en 1960 a superar el millón de
habitantes en 2010 (de acuerdo al último Censo Nacional) y es la cuarta
aglomeración del país.
Red de cloacas, colapsada
La propia historia mendocina explica porqué una de las
principales reservas de agua dulce ha sido blanco de la contaminación. Hasta
1.930-1.940, época en que se construyó el primer ramal de alcantarillas, los
líquidos residuales se evacuaban a través de pozos sépticos. Si bien en la
actualidad se estima que 70 % de la población del área metropolitana cuenta con
servicio de cloacas, los especialistas apuntan que el sistema de tuberías es
obsoleto y produce importantes pérdidas que generan la contaminación en el
acuífero.
Ricardo Claverol, es ingeniero civil y como pocos, conoce a
la perfección la evolución del sistema sanitario de la provincia. De hecho, el
experto se desempeñó como gerente de gestión hídrica en el Epas desde 1.995
hasta 2010.
"Nunca se hicieron obras de magnitud, las reparaciones
que se han realizado en la red no han sido del todo efectivas ni adecuadas a
las verdaderas necesidades de la población", advirtió Claverol y detalló
que los mayores inconvenientes se dan en las "cañerías chicas", es
decir, las que trasladan los efluentes cloacales desde el domicilio a las tuberías
mayores, que desembocan en Campo Espejo y Paramillos. "Aunque las redes
necesitan de mucho mantenimiento, durante varias décadas tampoco ha habido
inversiones significativas para mejorar la infraestructura en lo que concierne
a cloacas y agua", destacó el especialista.
Desde el ente a cargo de controlar y fiscalizar que el agua
que toman los mendocinos sea efectivamente potable, (EPAS), aseguraron que en
el caso de que se detecten pozos de agua con niveles de nitratos elevados o
algún otro componente que genere riesgo para la población, éstos son prohibidos
hasta tanto el operador a cargo de su explotación (sea de gestión comunitaria o
comercial) realice el correspondiente proceso de tratamiento.
"Todos los operadores son monitoreados por el EPAS.
Además de los análisis que realizan ellos y que nosotros también auditamos, nos
encargamos de hacer controles estrictos recorriendo toda la provincia",
aseguró el titular del organismo, Javier Montoro.
Fuente:
Revelan contaminación en las napas de agua subterránea, 15/04/13, Los Andes. Consultado 16/04/13.
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