martes, 16 de abril de 2013

En 15 años se hizo sólo una obra del Plan Director Hidráulico


En 2012 se completó el aliviador en el arroyo Maldonado; los del Vega y los del Medrano se terminarán en cuatro años.

por Laura Rocha

Cada lluvia copiosa seguirá siendo una pesadilla en la ciudad de Buenos Aires, por lo menos en el corto plazo. El Plan Director Hidráulico, diseñado hace más de 15 años para paliar los efectos de las precipitaciones y sudestadas, sólo cuenta con una obra completa de las cinco programadas: los aliviadores del arroyo Maldonado.

Aunque las últimas inundaciones, que dejaron un saldo de seis muertos y decenas de miles de damnificados, aceleraron los tiempos de ejecución -según las promesas oficiales- se necesitarán por lo menos cuatro años para concretar la renovación de entubamientos y aliviadores construidos en la ciudad entre 1930 y 1940.

El plan oficial contempla, en primera instancia, concretar los aliviadores para los arroyos entubados que desembocan en el Río de la Plata. La obra del Maldonado, que finalizó en 2012, fue la primera que se concluyó; le sigue, en relación con la cantidad de vecinos afectados, la de los túneles que les darán un descanso a los vecinos de Belgrano, Saavedra y Coghlan. Se trata de los trabajos para la cuenca del arroyo Vega, que acaba de obtener el aval de un crédito internacional y que podría realizarse en un plazo de 28 meses.

Hoy está en ejecución la obra del aliviador Monroe, en esa misma cuenca, cuya finalización está prevista para agosto. Con respecto a los aliviadores, que requerirán de una tecnología de tuneladora similar a la del Maldonado, este mes se llamaría a licitación pública. Después de transcurridos los plazos que demandan estos trámites, los trabajos demorarán otros dos años. El costo asciende a 120 millones de dólares.

Paralelamente se analizan cuáles serán los trabajos para la cuenca del Medrano. Es que sólo después de estas inundaciones se decidió realizar una obra conjunta entre la Ciudad y los municipios de Vicente López, Tres de Febrero y San Martín, ya que el arroyo empieza a cargarse de agua en la provincia, donde nace. "Toda cuenca necesita de aliviadores y redes de captación. Tiene más sentido un aliviador en conjunto", sostuvo Daniel Capdevila, director general de Obras e Infraestructura porteño.

Sobre las cuencas que vuelcan sus aguas en el Riachuelo, explicó que se está trabajando en los proyectos ejecutivos para aliviar su carga. La solución para ese conjunto de arroyos le costará a la Ciudad unos 100 millones de dólares, según las estimaciones oficiales.

"Aunque son de menor prioridad, es necesario hacer esos trabajos. Y sólo después deberíamos revisar las obras que se hicieron en el radio antiguo", agregó Capdevila, que no descartó una revisión del plan hidráulico en vista de los nuevos registros de lluvias y tormentas, así como también de su recurrencia.

Sin reevaluación
En ese sentido, el funcionario porteño reconoció que el cambio climático es una realidad y que el plan, que ya tiene más de 15 años, debería ser revisado.

Enrique Viale, miembro de la ONG Abogados Ambientalistas de la Argentina, sostuvo: "Eso ya debería haber sucedido".

Es que en septiembre de 2011 la Legislatura porteña sancionó una ley por la cual se establecían los pasos por seguir para la adaptación y la mitigación del cambio climático en Buenos Aires. Esa ley, la 3871, establece, entre otras cosas, la "reevaluación de los planes actuales para determinar la solidez de infraestructura existente en la ciudad, y la preparación de la administración pública y de la población en general ante las posibles catástrofes climáticas".

"A la luz de las trágicas inundaciones de principios de este mes, queda claro que nada de esto se hizo. La ley establecía un plazo de 180 días para poner en marcha un plan; pasó más de un año, y nada. La falta de reglamentación también es una muestra de ausencia de voluntad política. Hay una falta de conciencia, una minimización del tema. El cambio climático se menciona para ir a congresos internacionales, pero no existe ningún plan concreto", opinó Viale.

La norma hace referencia tanto a las obras de mitigación del cambio climático como a la adaptación. E incluso incorpora la creación de un equipo interministerial de trabajo para la comunicación y difusión de alertas tempranas.

"El cambio climático tiene que atravesar todas las áreas. No se puede planear una obra de urbanización o de poda o de instalación de un nuevo transporte público, como el Metrobus en la 9 de julio, sin tenerlo en cuenta. No se pueden quitar más espacios verdes en la ciudad sin analizar cuáles serán las consecuencias", agregó el ambientalista.

La Capital tiene un protocolo para actuar en las emergencias

por Pablo Tomino

¿Cuál es la previsión que tiene la Ciudad ante una emergencia? ¿Cuántos organismos participan? ¿Quién los coordina? En 2012, Buenos Aires sufrió por lo menos tres hechos de inusitada gravedad. En febrero, un fatal accidente de tren del Sarmiento en la estación de Once dejó 51 muertos; en diciembre, en el mismo día, una nube tóxica cubrió la zona de Retiro y una tormenta fuerte inundó varios barrios, causó muertes y provocó serios perjuicios para los vecinos. En todos esos casos actuaron de manera coordinada distintas áreas de la Ciudad, de la provincia y la Nación.

Hoy, los organismos que asisten a las emergencias en la ciudad trabajan de acuerdo con un Plan Director, aprobado en 2009 tras la trágica noche del boliche Cromagnon, en diciembre de 2004, cuando murieron asfixiadas 193 personas. Este organigrama de asistencia inmediata reemplazó al Plan Maestro Metropolitano, que regía cuando Aníbal Ibarra era jefe de gobierno, y que fue reemplazado por las falencias que puso en evidencia Cromagnon.

Este Plan Director de Emergencias se rige a través de un protocolo que establece la coordinación con todas las áreas que atienden las emergencias. Define qué hacer ante 21 tipos de situaciones, entre ellas, lluvias torrenciales con fuertes vientos; inundaciones, incendios, problemas con el transporte (terrestre, aéreo y fluvial), incidentes en concentraciones humanas, y derrumbes y hundimientos del suelo. También prevé la coordinación de las tareas con distintos ministerios locales y busca otorgar un marco organizativo en cada área, además de interactuar con los órganos nacionales, provinciales y privados.

"En las últimas inundaciones que hubo en la Capital, del martes 2, la Ciudad desplegó un operativo que involucró a entre 500 y 600 personas de distintos organismos, y a unos 70 móviles. Cada dirección general que participa se guió por sus planes operativos y cumplió con los requisitos establecidos. Ante una tormenta fuerte, por ejemplo, personal de la Ciudad está apostado en los lugares considerados críticos por los arroyos que lo cruzan, lo cual lo hace muy factible para una inundación. Y allí estamos para prevenir y asistir en la emergencia", dijo Néstor Nicolás, subsecretario de Emergencias y coordinador de todas las áreas.

Consultado el funcionario, que se desempeña como médico sanitarista y fue director de Operaciones de Cascos Blancos, sobre por qué la percepción del vecino es que el gobierno porteño responde ante la emergencia consumada, pero no actúa tanto en la prevención, dijo: "No creo que sea así. En la última tormenta fuerte que ocurrió en la Capital, a las 3, ya estábamos apostados en los lugares con riesgo de inundación. A esa hora, la mayoría de los vecinos dormían y por eso no nos habrán visto. Pero la alerta se dispara ante el mínimo riesgo. Y se cubre con agentes de tránsito, policías metropolitanos o Defensa Civil".

Las acciones se comandan desde el Centro Único de Comando y Control (CUCC), que concentra todas las comunicaciones relacionadas con emergencias.

Ricardo Nievas es un bombero retirado de la Policía Federal, especialista en seguridad, que participó en los operativos por la tragedia de Cromagnon y por los atentados a la embajada de Israel y la AMIA. Según Nievas, el plan director de la ciudad sirve para ordenar los operativos. "Para dar una buena respuesta, el 70 % es un buen trabajo previo", dijo Nievas, que al ser consultado sobre si creía que la Ciudad se vio sobrepasada en la última inundación, comentó: "Es probable que eso haya ocurrido porque las inundaciones se dieron en varios puntos simultáneos de la ciudad, y en algunos de ellos no eran tan previsibles".

Para el legislador Fernando Sánchez, de la Coalición Cívica, falla el sistema de alerta a los vecinos en la ciudad. "No es posible que en estos tiempos los vecinos que se inundaron no fuesen alertados de las tormentas", comentó.

Tanto es el temor por las lluvias en la Capital que en la última amenaza de tormentas Macri desplegó un operativo preventivo con mil hombres. Y hasta lo anunció en una conferencia de prensa.

Crítico panorama en capitales provinciales

Faltan obras y planes; la población desconoce cómo actuar.

El panorama es desalentador en el interior de la Argentina respecto de los planes de contingencia ante catástrofes naturales.

Tras el gran desastre de marzo de 2003 por el desborde del río Salado, la ciudad de Santa Fe tiene un "plan de emergencias para mitigación de inundaciones", presentado en 2008. El protocolo prevé que, ante cualquier fenómeno que ponga en riesgo a la población, el municipio debe emitir al conjunto de los habitantes diversas alertas: verde, amarilla, naranja y roja, en función del grado de avance de las aguas.

El plan también define la forma en que la población debe evacuar su zona, los lugares específicos hacia dónde trasladarse y la autoridad de aplicación de estas medidas. Lo que sigue en duda es qué nivel de conocimiento posee la gente sobre los mecanismos.

El principal problema de la capital de Entre Ríos también está focalizado en los desbordes de arroyos, en especial el Antoñico, que afecta a la población pobre que vive en sus riberas. El escenario se podría complicar si grandes lluvias hicieran desbordar el arroyo y el río Paraná estuviera crecido de forma que no permita una rápido desagote.

"No hay un plan de contingencia en Entre Ríos. Las tareas se limitan a los paradigmas de la Defensa Civil, pero no a la de gestión de riesgos que prevenga las inundaciones", afirmó el ingeniero en recursos hidráulicos Enrique Mihura. El profesional se desempeñó entre 1999 y 2003 como jefe ejecutivo de la Unidad de Emergencias contra Inundaciones de Entre Ríos.

"Los convenios que la provincia firmó con la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral no tuvieron continuidad", alertó.

En la capital cordobesa tampoco hay preparación. Según admitió el director de Defensa Civil municipal, Hugo Garrido, todavía "falta para hacer frente a un evento de la magnitud del ocurrido en La Plata, en lo que hace a infraestructura urbana y disponibilidad de fondos".

Incluso, dijo, la población civil tampoco tiene instrucción sobre cómo actuar ante contingencias de ese tipo. "Las medidas de autoprotección requieren un nivel de capacitación y de asimilación por parte de los vecinos que lleva tiempo, cuesta mucho y es una tarea ardua. Debe haber coordinación con el Estado y las organizaciones sociales", sostuvo.

En Río Gallegos, Santa Cruz, es la nieve la que podría provocar la mayor contingencia climática. No obstante, una lluvia de 15 mm en dos horas puede generar un caos en 30 puntos de la ciudad.

Sucede que están pendientes de concreción las obras hídricas previstas en el Drenaje pluvial para Río Gallegos, licitadas en 2006. Pero los fondos nacionales con los que iban a ser financiados los trabajos nunca llegaron, por un enojo del entonces presidente Néstor Kirchner con la rebelde Río Gallegos.

Fuentes:
Laura Rocha, En 15 años se hizo sólo una obra del Plan Director Hidráulico, 15/04/13, La Nación. Consultado 16/04/13.
Pablo Tomino, La Capital tiene un protocolo para actuar en las emergencias, 15/04/13, La Nación. Consultado 16/04/13.
Crítico panorama en capitales provinciales, 15/04/13, La Nación. Consultado 16/04/13.

No hay comentarios:

Publicar un comentario