Miramar de Ansenuza. La bióloga Lucila Castro pidió medidas “urgentes” para atenuar el impacto en el ambiente y la salud humana que provocan las tormentas de sal.
Por Vanina Panero
Agosto es conocido como el mes de los vientos, pero para los vecinos de la región de Ansenuza es también popular por las denominadas nubes o tormentas de sal, un fenómeno cada vez más recurrente, que preocupa por el impacto en la salud y el ambiente.
Se registraron por primera vez en julio de 2004 en la Laguna Mar Chiquita y si bien ya ha sido evaluado en los últimos años por investigadores, queda todavía mucho por estudiar respecto a sus efectos.
“Si bien no hay estudios netamente científicos sobre el humedal y los efectos que pueda llegar a tener, tenemos datos que nos indican que algo anda mal y que tenemos que tomar medidas urgentes”, señaló a La Voz de San Justo, Lucila Castro, bióloga del Instituto de Diversidad y Ecología Animal-Conicet y directora argentina de Natura International.
“Si bien es un fenómeno recurrente, es importante que se siga poniendo sobre la mesa porque es muy posible que la situación siga empeorando”, advirtió Castro.
En este sentido, la bióloga pidió cambios radicales en las políticas ambientales. “Necesitamos medidas urgentes, cambios radicales en las políticas ambientales de nuestra provincia y nuestro país”.
“Sabemos del perfil productivo que tiene Córdoba y por supuesto no estamos en contra de esto, pero si no tomamos medidas urgentes y nos replanteamos que será de nuestro ambiente y hacia donde vamos, estos eventos van a ser cada vez peores”, advirtió.
“El cambio climático está ´a la vuelta de la esquina´, es necesario actuar con urgencia”, reiteró.
En lo que respecta a nuestro humedal- la laguna Mar Chiquita-, “se debe garantizar el caudal mínimo de agua, recuperar nuestros bosques para frenar la deforestación y regular el uso de sustancias químicas en los campos que va al agua que tomamos y al aire que respiramos”, sostuvo la bióloga.
En este sentido, citó datos de investigaciones realizadas en 2016 que indican que para que el sistema Laguna Mar Chiquita - Bañados del río Dulce mantenga sus características ecológicas, es necesario el aporte de un caudal mínimo de 110 m³/s durante al menos siete meses consecutivos.
Volver a una laguna rodeada de bosque nativo
Para Castro, el fenómeno de las tormentas de sal tiene un origen natural que se intensifica con el accionar del ser humano. Para explicarlo, tomó datos de un trabajo publicado en 2016 por los investigadores Enrique Bucher y Arie Stein.
Ellos explican que las tormentas se originan en vastos salares formados por un ciclo de expansión-retirada en los últimos 30 años de la laguna Mar Chiquita debido a cambios en el régimen regional de lluvias. También puntualizan que los eventos se restringieron a los meses más fríos (lo más secos) y las llamadas plumas de sal alcanzaron hasta 800 kilómetros.
“Una cosa es el fenómeno natural y otra es lo que pasa en los últimos años, donde el humano está cambiando todo lo que tiene que ver con el ecosistema natural. Ahí es donde podemos intervenir”, aseguró.
La pérdida de la vegetación nativa en Córdoba es otra de las causas. “Si a estas playas de sal le sumamos los lugares donde había bosques y hoy hay campos monocultivo, se explica la enorme erosión del suelo. Córdoba tiene el 3% de bosques remanente de lo que fue alguna vez”, dijo la bióloga.
“Necesitamos volver a pensar en una laguna rodeada de bosque nativo que nos resguarden de esas tormentas de sal (sumado a otros numerosos beneficios que traerían tener esos parches de bosques bien cuidados)”, rescató Castro.
“Debemos replantearnos que tipo de producción queremos, coherentes con los tiempos que vienen, con prácticas más amigables con el ambiente. Pensar en nuestro Parque Nacional y en nuestra reserva”, agregó.
El caso del Mar Aral
Por otro lado, Castro reconoció que “sabemos que a nivel mundial muchos lagos y lagunas están en proceso de secarse o ya se han secado”. Un ejemplo de ello es el mar de Aral, en Uzbekistán. “Era el cuarto lago más grande del mundo, el agua de los ríos afluentes se utilizaron intensamente para la irrigación de cultivos y hacia la década de 1990, el lago ya había disminuido su superficie a la mitad”, comentó.
“Actualmente queda muy poco de lo que una vez fue. No lo menciono para asustar, si no para que tomemos ejemplos que han sucedido en nuestra historia para trabajar en la prevención”, sostuvo.
“Estos casos de retroceso de los humedales representan un impacto terrible para los ecosistemas locales y pérdidas inigualables de servicios ecosistémicos para todos”, continuó.
“Para nuestra región no hay datos certeros sobre sus efectos. Pero estudio realizado en el Mar de Aral, registran numerosos casos de cáncer de esófago”, mencionó.
“Por suerte la naturaleza siempre nos da la oportunidad de saldar nuestros errores y trabajar en restauración. Para que tanto los productores como la tierra puedan convivir en armonía”, concluyó.
Fuente:
Vanina Panero, Nubes de sal: piden cambios radicales en las políticas ambientales, 3 septiembre 2023, La Voz de San Justo.
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