La preocupación por la seguridad de la central nuclear de Tihange (Bélgica) alimentó las demandas transfronterizas para su cierre. |
Mientras naciones como Francia prolongan la vida de sus envejecidas infraestructuras de energía nuclear, los países limítrofes que más podrían sufrir una fusión tienen poco que decir.
por Stuart Braun
La catástrofe nuclear de Chernóbil de 1986, que esparció residuos radiactivos por toda Europa -algunos de los cuales siguen presentes 35 años después-, provocó una reevaluación de las repercusiones transfronterizas de la energía nuclear. Algunos proyectos de centrales en regiones fronterizas fueron abandonados, mientras que los reactores existentes se sometieron a regímenes de seguridad más estrictos.
Veinticinco años después, las secuelas del desastre nuclear de Fukushima de 2011 hicieron que países como Alemania se comprometieran a eliminar progresivamente el combustible atómico para 2022. Bélgica también acaba de confirmar que estará libre de energía nuclear en 2025.
Sin embargo, una década después de la catástrofe japonesa provocada por el tsunami, países como China, Francia y Estados Unidos siguen dependiendo de la energía generada por los reactores nucleares, muchos de los cuales se construyeron en los años sesenta y setenta.
Francia, el país más dependiente de la energía nuclear y que genera el 70% de su electricidad a partir de la energía atómica, confirmó el pasado mes de febrero que prolongaría la vida de sus 32 reactores nucleares más antiguos durante otros 10 años.
Debido en parte a los crecientes riesgos de seguridad que conlleva el envejecimiento de las instalaciones, algunos se preguntan si estas naciones siguen teniendo derecho a tomar esta decisión por sí mismas.
Cuando Francia cerró en febrero de 2020 un reactor de su central nuclear más antigua, la de Fessenheim, en la frontera con Alemania, debido a la aparición de grietas en la cubierta de un reactor y otros fallos, la entonces ministra alemana de Medio Ambiente, Svenja Schulze, afirmó el deseo de Alemania de influir en la política nuclear al otro lado del Rin.
“No cejaremos en nuestro empeño de hacer campaña por el abandono de la energía nuclear en nuestros países vecinos”, dijo, y añadió que “el abandono nuclear en Alemania es sólido como una roca”.
¿Quién tiene el poder de decisión sobre la energía nuclear?
Aunque una serie de tratados y acuerdos establecen unos requisitos mínimos de consulta entre Estados, no existe un marco para consultar específicamente a las comunidades locales más allá de las fronteras que podrían verse más afectadas por un accidente nuclear, señaló Behnam Taebi, coeditor de The Ethics of Nuclear Power y profesor de ética energética y climática en la Universidad Tecnológica de Delft (Países Bajos).
El Convenio de Espoo de 1991 sobre la evaluación del impacto ambiental en un contexto transfronterizo obliga a las partes contratantes a prevenir, reducir y controlar los impactos “adversos” a través de las fronteras, mientras que el Convenio de Aarhus de 1998 aplica el principio 10 de la Declaración de Río que establece que “la mejor manera de tratar los asuntos ambientales es con la participación de todos los ciudadanos interesados”.
Pero según Taebi, estos convenios tratan de transferir riesgos entre Estados, y no dicen nada sobre las comunidades locales en las fronteras de los países vecinos, ni sobre si deben ser consultadas y cómo. No existe un procedimiento transfronterizo vinculante en relación con el desarrollo de la energía nuclear, ni un marco que pueda, por ejemplo, obligar a Francia a comunicarse y consultar con los pueblos y ciudades del otro lado de la frontera.
El Organismo Internacional de la Energía Atómica sí tiene directrices dirigidas a los reguladores nacionales de la energía nuclear, dijo Taebi, pero “en sentido estricto, depende de cada nación la forma de decidir cómo avanzar”.
Para Stefan Kirchner, profesor de investigación de derecho del Ártico en la Universidad de Laponia (Finlandia), los tratados internacionales y europeos existentes facilitan un nivel de consulta transfronteriza viable.
“En principio, la cooperación funciona razonablemente bien”, dijo, especialmente en Europa, donde las naciones suelen compartir múltiples fronteras.
En una declaración a DW, la Nuclear Energy Agency (NEA) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico dijo que las autoridades energéticas mundiales, incluida la World Association of Nuclear Operators, han creado en la última década un nivel mucho más alto de “acción conjunta para garantizar la seguridad nuclear que nunca antes”.
“Un nivel común de entendimiento y práctica en todo el mundo [ha] mejorado la capacidad de todos los países para garantizar altos niveles de seguridad nuclear para las plantas en funcionamiento, incluidas las consideradas para la operación a largo plazo”, añadió la AEN.
Pero en 2018, refiriéndose a Alemania, los Países Bajos y Bélgica, la Junta de Seguridad de los Países Bajos -que investiga de forma independiente las causas de los incidentes o accidentes- concluyó que la “cooperación transfronteriza se ha arreglado en parte sobre el papel, pero que probablemente no funcionará bien si realmente se produce un accidente nuclear”.
Durante 10 años, Austria se opuso a la central nuclear de Temelin de la República Checa, inaugurada en 2000 cerca de su frontera, y algunos políticos amenazaron con bloquear la entrada de la República Checa en la UE hasta que ésta aceptara medidas de seguridad más estrictas.
Aunque la Comisión Europea intervino para ayudar a resolver ese conflicto, Kirchner señaló que, según los acuerdos actuales, los países vecinos no tienen poder para vetar desarrollos no deseados.
Límites de la toma de decisiones transfronteriza
Según Behnam Taebi, las consultas transfronterizas se limitan con demasiada frecuencia a los gobiernos nacionales porque los Estados, y no las comunidades, son partes de los convenios existentes.
“Desde el punto de vista ético, me preocupa no implicar a las comunidades locales en la toma de decisiones”, dijo. “Lo mínimo que podríamos hacer es comprometernos con otras autoridades del otro lado de la frontera, pero también con las comunidades, en lo que respecta a las respuestas de emergencia. Eso va a ser crucial si algo va mal”.
A las comunidades que se oponen a las centrales nucleares en sus fronteras a menudo les queda presionar a los reguladores y responsables políticos o recurrir a los tribunales de la UE.
En 2016, comunidades de Alemania, Luxemburgo, Países Bajos y Bélgica enviaron una petición al Parlamento Europeo en la que expresaban su preocupación por la seguridad de la central nuclear Tihange 2, cerca de Lieja, después de que se encontraran grietas en los reactores.
Los peticionarios estaban preocupados por “el hecho de que sólo el país correspondiente decida sobre el cierre de una central nuclear”. Pero la UE no estuvo de acuerdo en que el cierre estuviera justificado.
Un caso posterior en el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas presentado por activistas tampoco logró el cierre de las centrales belgas, entre las que se encuentra el reactor de Doel, cerca de Amberes.
¿Debe Francia ampliar unilateralmente un parque nuclear envejecido?
La petición contra las centrales belgas obtuvo una respuesta definitiva de la Comisión Europea sobre la cuestión de la jurisdicción nacional frente a la transfronteriza.
“La decisión de operar una planta de energía nuclear sigue siendo del Estado miembro, que también es responsable de garantizar su funcionamiento seguro”, escribió la Comisión en 2018.
Esa decisión está jugando con la decisión unilateral de Francia de prolongar la vida de su envejecida infraestructura nuclear, y el reciente anuncio del presidente Emanuel Macron de que Francia invertirá en pequeños reactores modulares “innovadores” como parte de su compromiso de reducir las emisiones de CO2.
La generación de energía nuclear en Francia en 2020, de hecho, cayó al nivel más bajo desde 1995. La proporción de energía nuclear en el mix eléctrico de Francia ese año fue también la más pequeña desde 1985, según la edición 2021 del World Nuclear Industry Status Report. El mismo informe mostraba que las energías renovables están superando rápidamente a la energía nuclear, haciendo que la cuota de esta última en la electricidad bruta mundial caiga de más del 17% a alrededor del 10% en los últimos 25 años.
Por el contrario, la Nuclear Energy Agency de la OCDE y la International Energy Agency informaron de que la prórroga o “funcionamiento a largo plazo” de los parques nucleares envejecidos es un medio rentable para reducir las emisiones de efecto invernadero.
“El funcionamiento continuado de las centrales nucleares existentes es una de las oportunidades de inversión más rentables para la generación de bajas emisiones de carbono en muchas regiones”, dijo la AEN en un comunicado a DW.
Pero aunque el canciller alemán, Olaf Scholz, ha dicho que respeta el derecho de Francia a hacer de la energía nuclear una parte clave de su ambición climática, su ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, dijo que Alemania se opondría a la presión de Francia para que la Comisión Europea sancione la energía nuclear como “inversión verde”. El gobierno alemán sigue dividido sobre el proyecto de propuesta energética de la UE publicado en Nochevieja.
En la frontera oriental de Alemania, Polonia aprobó la construcción de seis reactores en dos emplazamientos a principios de 2021, uno de ellos en el Mar Báltico, a sólo 150 kilómetros de Alemania.
“Hay un 20% de probabilidades de que Alemania se vea afectada por un accidente en la central nuclear prevista”, dijo en mayo a DW la presidenta de la Comisión de Medio Ambiente del Bundestag, Sylvia Kotting-Uhl. En el “peor de los casos”, 1,8 millones de alemanes estarían expuestos a la radiación, incluso en la capital, Berlín.
Polonia ha insistido en que las centrales serán seguras. A pesar de las protestas alemanas, pocos parecen dispuestos o capaces de interferir en la “soberanía energética” de los estados nacionales.
Y como señaló Stefan Kirchner, la falta de poder de veto de los estados vecinos significa que la cooperación histórica basada en los tratados y convenios existentes será el camino más probable.
Editado por: Tamsin Walker
Fuente:
Stuart Braun, Going nuclear: Should nations unilaterally decide?, 6 enero 2022, Deutsche Welle.
Este artículo fue adaptado al castellano por Cristian Basualdo.
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