El cierre de la EPR de Taishan, diseñada por la empresa francesa, ha empañado la imagen de la compañía eléctrica, que “no ha sido capaz de ganarse el respeto de sus cocontratantes chinos”, explica la investigadora.
por Isabelle Feng
¿Existe una tercera vía en un mundo dominado por el conflicto entre Estados Unidos y China? La cuestión es tan relevante para la Unión Europea como para las multinacionales europeas que llevan décadas operando en China, como EDF.
Mientras la crisis climática que persigue al Viejo Continente da nuevas perspectivas para la energía nuclear de EDF en Europa, el cielo se oscurece en China. En efecto, con el desacoplamiento tecnológico que los estadounidenses han puesto decididamente en marcha frente a su rival asiático, resulta arriesgado colaborar con los gigantes chinos prohibidos por Washington, dada la extraterritorialidad de las sanciones estadounidenses. Lo ilustra el reciente incidente en la central nuclear de Taishan, a 140 kilómetros de Hong Kong, en el sur de China, que EDF explota con China General Nuclear Power Corporation (CGN), el mayor grupo nuclear del país. Puesto en marcha en diciembre de 2018, el reactor Taishan 1, el primer EPR de diseño francés operativo en el mundo, proporcionó electricidad a 4 millones de hogares chinos.
A finales de mayo, EDF fue alertada por “un incidente” en el reactor y descubrió que, a petición de la CGN, la Administración Nacional de Seguridad Nuclear, la autoridad china de seguridad nuclear, había elevado en diciembre de 2020 el umbral autorizado de concentración de gases raros en el circuito primario a 324 gigabecquereles por tonelada de agua (GBt/t) -frente a los 150 GBt/t de Francia- para evitar la parada del reactor en una región que sufría escasez de electricidad desde hacía varios meses.
La tasa efectiva ya había alcanzado los 290 GBt/t cuando el francés fue advertido. Sin embargo, fue necesaria la intervención de ingenieros estadounidenses de Framatome, una filial de EDF. En efecto, la tecnología nuclear francesa es de origen estadounidense: Framatome es el acrónimo de “Franco-American Atomic Construction Company”, cuyo primer objetivo fue explotar la licencia del gigante estadounidense Westinghouse en el campo de los reactores de agua a presión.
Pero Framatome sólo puede acudir al grupo estatal chino con una exención previa concedida por la Casa Blanca. Desde agosto de 2019, CGN figura en la lista negra del presidente Trump, que sospecha que la empresa realiza espionaje militar y le prohíbe el acceso a tecnologías estadounidenses.
El 3 de junio, Framatome tuvo que informar al Departamento de Energía antes de pedirle, el 8 de junio, permiso para transferir urgentemente, ante un “riesgo radiactivo inminente” a Taishan, datos técnicos cuya propiedad intelectual es heredada de Westinghouse.
Filtraciones a la prensa
Pero la administración Biden se negó el 11 de junio, argumentando que, sobre la base de los datos proporcionados, la situación no constituía “una situación de crisis” que justificara la renuncia a las sanciones contra CGN. La EDF se vio así inmersa en un embrollo político-diplomático, ya que Pekín se enfureció al enterarse de la remisión a Washington por parte de de Framatome, de la que se hizo eco rápidamente la prensa estadounidense, y al encontrarse a merced de un veredicto de su rival geopolítico, EDF se apresuró a indicar, el 14 de junio, que “el reactor se encuentra actualmente dentro de su rango de funcionamiento y seguridad autorizado”. Y al día siguiente, un portavoz de Pekín declaró que no había “ninguna anomalía” en la planta.
Sin embargo, el 22 de julio, al término de un consejo de administración con su copropietario chino TNPJVC, EDF reconoció, en un laborioso comunicado de prensa, que “los procedimientos de explotación del parque nuclear francés llevarían a EDF, en Francia, a cerrar el reactor”, y se preocupó de subrayar que, “en Taishan, las decisiones correspondientes pertenecen a TNPJVC”. El “socio” chino esperará una semana más antes de anunciar el cierre del reactor, oficialmente para “facilitar la construcción de la red eléctrica de la región”. Taishan 1 siempre ha estado cerrada, mientras Pekín se enfrenta a una grave escasez de energía por la falta de carbón...
Oídos sordos
El caso Taishan demuestra hasta qué punto el grupo francés subestimó la cultura del secreto del régimen comunista y las desastrosas consecuencias que podía acarrear. EDF, incapaz de defender su punto de vista, vio su imagen empañada y no pudo ganarse el respeto de sus co-contratistas chinos que, desde el principio del incidente, hicieron oídos sordos.
Partiendo de cero hace apenas cuarenta años, la frenética carrera lanzada por el Partido Comunista para hacer de China “una gran nación nuclear” ha dado sus frutos: el 59% de los reactores de nueva construcción del mundo entre 2011 y 2020 son chinos (37 de 63). Según la edición de 2021 del Informe sobre la Situación de la Industria Nuclear Mundial (WNISR), en 2020 China habrá superado a Francia como segundo productor mundial de electricidad nuclear, por detrás de Estados Unidos. Y ello gracias a las transferencias tecnológicas más o menos forzadas que realizan las empresas occidentales, incluida EDF.
EDF podría enfrentarse a nuevos reveses chinos en el Reino Unido, donde CGN es su principal socio en cuatro proyectos de energía nuclear, incluido Hinkley Point. De hecho, en nombre de la seguridad nacional, los diputados británicos votaron en abril de 2021 la Ley de Seguridad Nacional e Inversión, que autoriza al gobierno a examinar las inversiones extranjeras en diecisiete sectores clave, incluida la energía nuclear civil. El 3 de noviembre, durante el debate sobre el “Proyecto de Ley de Financiación de la Energía Nuclear” que organiza un nuevo método de financiación para futuros proyectos nucleares, el Parlamento de Su Majestad reafirmó su voluntad de rechazar cualquier participación del grupo estatal chino...
Isabelle Feng es investigadora asociada en el Centro Perelman de Filosofía del Derecho de la Universidad Libre de Bruselas.
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