lunes, 10 de febrero de 2020

Por qué la energía nuclear no sirve para frenar el cambio climático III

Central nuclear de Ascó, España

El lobby nuclear ha estado varios décadas posicionándose como un remedio contra el cambio climático, pero esta fuente de energía demuestra poseer graves problemas en la actualidad: emisiones en todo su ciclo, grandes gastos para aumentar su aportación energética, riesgo de accidentes y problemas en la gestión de residuos, entre otros.

por Cristina Rois

Viene de la segunda parte.

Nuclear, ¿resistente al calentamiento global?

Como todas las centrales térmicas (carbón, gas…) lo que mueve la turbina del generador eléctrico es vapor de agua, y necesitan que esa agua se enfríe y vuelva líquida en su circuito. Por eso las centrales térmicas están cerca del agua, sea río embalsado o mar. Esa masa de agua a su vez es calentada en el proceso y hay límites legales al aumento de temperatura admisible. Para no sobrepasarlo la central puede tener que reducir potencia (especialmente en refrigeradas por embalses). También ocurrirá si se redujera el caudal de agua. Y en un mundo que se calienta… la probabilidad de que esto pase es creciente.

Como muestra, en Francia, este verano de 2019, seis centrales han reducido su producción y otras dos se ha detenido. En Alemania la eléctrica E.ON, también ha parado un reactor [La ola de calor es tan extrema en europa que algunas centrales nucleares están parando los reactores, 31 julio 2019; https://www.xataka.com/energia/ola-calor-extrema-europa-que-algunas-centrales-nucleares-estan-parando-reactores]. El futuro no se presenta mejor. Un estudio de 1427 centrales termoeléctricas en todo el mundo muestra reducciones en la capacidad utilizable para el 81-86 % de las centrales termoeléctricas para la década de 2050 en un escenario de altas emisiones y en relación con 1971-2000. Las reducciones de potencia anuales promedio se estiman en el 7-12 % [van Vliet, M., Wiberg, D., Leduc, S. et al. Power-generation system vulnerability and adaptation to changes in climate and water resources. Nature Clim Change 6, 375–380 (2016) doi:10.1038/nclimate2903].

Por otra parte, las centrales costeras se enfrentan a los efectos de la subida del nivel del mar, con los correspondientemente mayores impactos de tormentas. No será fácil ni barato adaptarse a esa situación.

Nuclear, ¿limpia?

Desde el comienzo de la producción de electricidad nuclear en 1954 hasta finales de 2013, se descargaron alrededor de 370.000 toneladas de combustible gastado de las centrales nucleares del mundo (excluyendo India y Pakistán). La mayor parte del combustible gastado sigue en las centrales nucleares, en almacenamiento en la piscina del reactor. Después del enfriamiento durante al menos unos pocos años, parte del combustible gastado se ha transferido al almacenamiento en seco, en bidones.

En España, si las centrales nucleares funcionaran cuarenta años, habría que gestionar unas 6.600 toneladas de residuos de alta actividad. Pero superarán esa cifra con el publicado acuerdo de cierre. En el 6º Plan General de Residuos Radiactivos (de 2006, obsoleto), el coste total de gestión de los residuos más el desmantelamiento de las centrales se evalúa en unos 14.000 millones de euros hasta 2060. Sin embargo, según el Tribunal de Cuentas, estos ingresos no serán suficientes y se generará un déficit de unos 1300 millones de euros. Como en todos los países, es el estado quien se hará cargo finalmente de los residuos.

Cada año se generan en el mundo unas 12.000 toneladas de residuos radiactivos de alta actividad, que van a ser peligrosos durante cientos de miles de años y para los que no tenemos hoy una forma de gestión satisfactoria. El enorme lapso de tiempo que hay que vigilar los residuos implica graves problemas éticos, ambientales, económicos, sociales y políticos. No se sabe qué hacer con ellos.

Sólo un país, Finlandia, está construyendo un Almacenamiento Geológico Profundo, en Onkalo a 500 m de profundidad. Los proyectos de Yucca Mountain en Estados Unidos y Asse, en Alemania, han fracasado. Las inestabilidades geológicas y, en especial, hidrogeológicas durante los periodos tan enormemente largos en que los residuos de alta tienen que permanecer separados de la biosfera, son una espada de Damocles sobre la humanidad.

La única otra vía que existe es intentar reutilizarlos. Cerca de un tercio del combustible gastado (120.000 toneladas) se somete a reprocesamiento. Se trata de la extracción de isótopos útiles, como el plutonio. Es una técnica que tiene graves problemas, porque es de doble uso militar y civil y contribuye a la proliferación de armas atómicas. Además, acarrea una serie de procesos muy contaminantes que, a su vez, generan enormes cantidades de residuos radiactivos líquidos y sólidos. Ni siquiera resuelve el problema, puesto que siguen quedando productos de fisión y sustancias de vida larga.

¿Nuclear? No Gracias!

La preocupación, la frustración por la falta de respuesta política ante el cambio climático está derivando hacia una cierta desesperanza en mucha gente. Es comprensible… pero no ayuda. En realidad puede empeorar la situación y retrasar que se pongan en marcha soluciones efectivas.

Los medios se vienen haciendo eco de la gran novedad del “ecologista atómico”. Como muestra véase la declaración de Johanna Kohvakka, encargada de 'Finnish Greens for Science and Technology', una división del partido verde finlandés, en una entrevista para un medio español: “si hay que elegir entre el cambio climático y el almacenamiento de residuos, el primero es un problema mayor para el futuro de la humanidad”.

Contundente, pero falso. No es una elección realista porque la gestión de los residuos radiactivos va a ser muy cara, la posible construcción de nuevas centrales nucleares también lo será, y esa enorme financiación “congelada” en las infraestructuras nucleares durante más de una década y el apoyo estatal que van a requerir impedirán las inversiones en las verdaderas energías limpias y en la implementación del ahorro y la eficiencia energéticas. Estas son las vías de solución para el cambio climático. No la energía nuclear.

Y si están pensando en la prolongación de vida de las centrales existentes, recordemos que la responsabilidad de la industria nuclear en caso de desastre es, por ley, limitada y no responde a los daños causados. En España no pagarían más de 1.200 millones €. A partir de ahí se hace cargo el Estado. Algunas evaluaciones del coste de Fukushima dan la cifra de 80.300 millones € [El coste total del accidente de Fukushima será de 80.000 millones, el doble de lo previsto, Público,
26/08/2014; https://www.publico.es/internacional/coste-total-del-accidente-fukushima.html]. ¿Cómo perjudica ese agujero a la lucha contra el cambio climático?

La energía nuclear no es un aliado contra el cambio climático, es mas bien un grillete en nuestros pies. Precisamente porque estamos en emergencia climática no podemos equivocar el camino.
Fuente:
Cristina Rois, Por qué la energía nuclear no sirve para frenar el cambio climático III, 10 febrero 2020, El Salto Diario. Consultado 10 febrero 2020.

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