Polémica. La escultura Sun Child se encuentra cerca de la estación de Fukushima. Foto: Kwiyeon Ha / Reuters. |
Una escultura gigante de un niño con un atuendo contra la radiación crea polémica en la ciudad japonesa.
por María Diéguez
La escultura de
un niño vestido con un traje antirradiación ha desatado la polémica
en Fukushima (Japón). No pasa inadvertido este gigante de 6,2
metros, entre los que opinan que incita a vincular la prefectura con
el desastre nuclear y los que piensan que es una manera de recordar
lo que ocurrió.
En el 2011, el
parque conmemorativo de la Expo’70 de Osaka reinauguraba el
interior de la Torre del Sol, obra de Taro Okamoto, pintor y escultor
japonés de estilo vanguardista y abstracto de cuyo nacimiento se
celebraba el centenario. Delante de la torre se encontraba Sun Child
(el niño sol), que con el casco en su mano izquierda y una estrella -que luce en la oscuridad- en la derecha, intentaba expresar que
se podía “respirar aire puro” después del desastre nuclear de
aquel mismo año. Ahora, la obra se levanta en Fukushima.
El autor de este
peculiar niño, Kenji Yanobe, trabaja con la temática radiactiva
desde hace 27 años. Inspirado en Okamoto, también opta por una
técnica moderna. Él mismo ha querido reflejar “lo difícil que es
para las personas lidiar con la energía nuclear”.
Pero no todos
opinan igual. La mayoría creen que son muy recientes todas las
desgracias que les han ocurrido. Se refieren al terremoto, el tsunami
y la fuga nuclear. Esta cadena de catástrofes se cobró la vida de
18.000 personas y obligó a 150.000 ciudadanos a tener que ser
evacuados. Por eso, la escultura “impide que los japoneses
olvidemos”, afirman algunos.
La oleada de
críticas, muchas publicadas en Twitter, se centra en que “la
estatua puede alentar la propagación de rumores dañinos porque da
la impresión de que las personas en Fukushima no pueden vivir sin
equipo de protección”. Además, el gobierno municipal recibió
varias llamadas y correos de residentes que consideraban que la
imagen del niño dañaba la reputación de los japoneses.
Todo esto ha
obligado al artista a disculparse. En un comunicado publicado en la
página web del creador, además de pedir perdón por haber molestado
e incomodado a algunas personas, ha intentado volver a explicar el
significado de la obra, un intento de reflejar un futuro esperanzador
a través de un niño que, a pesar de las heridas, se vuelve a poner
de pie.
Otro detalle del
traje, el contador Geiger a cero, intenta expresar que, en un futuro,
ya no habrá radiación en el ambiente y no se necesitará ningún
casco. Un error científico, afirman los especialistas, ya que los
niveles de radiación suelen ser superiores a cero en zonas
periféricas. En estos sitios más alejados, a pesar de no estar
cerca del centro del accidente, que se dio en la planta nuclear
número uno de Fukushima, hay una radiación natural con la que las
personas pueden respirar y convivir.
Los niveles de
radiación han vuelto a la normalidad en la mayor parte de la región,
pero los ciudadanos todavía tienen prohibido vivir en ciertas áreas,
especialmente a pocos kilómetros de la planta afectada.
“Debería haber
prestado más atención al hecho de que se necesita un conocimiento
preciso sobre la radiación, más ahora que antes del desastre”, ha
argumentado Yanobe sobre esta cuestión.
Aun así, lo más
anecdótico es que la hermana de esta obra, Sun Sister (hermana sol),
no ha tenido tanta repercusión. Una imagen de una niña mirando al
suelo, que también sujeta un sol en su mano, intenta plasmar la
esperanza teniendo en cuenta el pasado, aprendiendo del presente para
alcanzar un futuro mejor. El motivo es dónde se encuentra cada una
de las estatuas. La más polémica, que ha estado viajando por todo
el mundo, se encuentra desde este verano instalada de manera
permanente cerca del lugar donde ocurrió el desastre radiactivo. A
ojos de todos.
En el otro bando
de la polémica están los que piensan que la obra es positiva. “No
creo que Fukushima sea capaz de escapar de su reputación, así que
entiendo lo que el escultor quiere decir”, argumenta Ikue Tsunoda.
De esta manera, se hace frente a todo lo que ha pasado en este lugar
y se busca afrontarlo, para así superarlo.
El alcalde de la
prefectura, Hiroshi Kohata, ha intentado calmar las aguas
justificando que “el arte contemporáneo es expresión abstracta, a
diferencia de la ciencia”. Pero, a pesar de todos los intentos por
tranquilizar a los disconformes, Kohata ha asegurado que escuchará
las opiniones de los residentes cuidadosamente y considerará qué
hacer con la estatua.
Fuente:
María Diéguez, Un ‘niño’ para curar Fukushima, 17/08/18, La Vanguardia. Consultado 20/08/18.
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