Se reunieron 830
trabajos que prueban la toxicidad del glifosato. Se llama
Antología toxicológica del glifosato y es una respuesta a la
defensa que hicieran del herbicida las empresas que lo producen y el
ministro de Ciencia Lino Barañao. Más de 100 de los trabajos son de
universidades públicas.
por Darío Aranda
“No hay pruebas
de que el glifosato sea nocivo”, repiten una y otra vez los
defensores del agro transgénico en referencia al herbicida más
utilizado del mundo. “Es como agua con sal”, afirmó el ministro
de Ciencia, Lino Barañao. Una reciente recopilación de
investigaciones científicas, Antología toxicológica del glifosato,
da cuenta de 830 trabajos académicos (de Argentina y del exterior)
que dan cuenta del químico y su vínculo con el cáncer,
malformaciones, intoxicaciones y abortos espontáneos, entre otras
afecciones.
En Argentina se
aplica glifosato en más de 28 millones de hectáreas, más de 200
millones de litros cada año. Los campos de soja, maíz y algodón
son rociados con el herbicida para que nada crezca, salvo los
transgénicos. También se utiliza en cítricos, frutales de pepita
(manzana, pera, membrillo), vid, yerba mate, girasol, pinos y trigo.
A partir del avance transgénico, aumentó el uso del glifosato,
desarrollado y comercializado por Monsanto desde la década del 70,
aunque en el 2000 se venció la licencia y en la actualidad lo
producen un centenar de empresas.
“Esta
recopilación suma 830 artículos científicos o papers, informes de
investigaciones clínicas, experimentales, de laboratorio,
revisiones, contestaciones, recopilación y resúmenes de congresos
que han sido objeto de publicación en revistas científicas. Todos
los trabajos han sido sometidos a revisión por un comité de
científicos y aprobados para su publicación al ser considerados
significativos”, explica el trabajo, realizado por Eduardo Martín
Rossi, integrante del colectivo Paren de Fumigar de Santa Fe.
De 182 páginas,
se puede acceder vía Internet, cuenta con la descripción y link de
las investigaciones. Más de cien son de universidades públicas de
Argentina (UBA, La Plata, Río Cuarto, Litoral). El primer capítulo
precisa 141 trabajos sobre el impacto del glifosato en la salud
humana. El capítulo dos detalla 102 investigaciones sobre “mecanismo
de fisiopatología celular de cáncer”. El capítulo tres se dedica
a “toxicidad en los sistemas orgánicos”, con 89 publicaciones
académicas. El capítulo cuatro se dedica a trabajos específicos de
impacto “en la biodiversidad”, con 336 investigaciones.
“No es
casualidad que en los pueblos agrícolas se multiplique el
hipotiroidismo, el asma bronquial, los trastornos reproductivos y las
enfermedades oncológicas produciendo un cambio evidente en el patrón
de morbilidad y mortalidad”, alerta el trabajo. Y recuerda que en
1996, cuando el gobierno de Carlos Menem aprobó la primera soja
transgénica (de Monsanto), se aplicaban tres litros de glifosato por
hectárea. En la actualidad se utilizan hasta quince litros, incluso
junto a otros agrotóxicos (como el 2-4D).
La recopilación,
que contó con la colaboración y edición del abogado especializado
en ambiente Fernando Cabaleiro (de la organización Naturaleza de
Derechos), recuerda que Monsanto publicitó “con información falsa
que el glifosato era biodegradable”. En 2007 Monsanto fue condenada
en Francia por publicidad engañosa. Decenas de investigaciones dan
cuenta, desde hace décadas, que el herbicida “es altamente
persistente en el ambiente, en el suelo y cursos de agua”.
Entre las
empresas que comercializan glifosato en Argentina figuran Monsanto,
Bayer, Syngenta, Red Surcos, Atanor, Asociación de Cooperativas
Argentinas, Nufram, Agrofina, Nidera, DuPont, YPF y Dow.
La antología
denuncia que la autorización de los agrotóxicos (llamado
“fitosanitarios” por las empresas y funcionarios) se realiza en
base a estudios de las propias empresas y que sólo analiza los
efectos agudos (no investigan qué produce un químico en el largo
plazo de exposición). En el caso de glifosato, “Monsanto sólo
experimentó tres meses con roedores”. En base a ese estudio, la
empresa definió que el herbicida no producía efectos adversos.
“Científicos
independientes midieron efectos crónicos (durante dos años). A
partir del cuarto mes los roedores machos presentaron tumores. A
partir del séptimo mes comenzó el mismo proceso en hembras. Y en el
mes 24, el 80 por ciento de los roedores tuvo tumores”, explica la
recopilación.
El Servicio
Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) es el
organismo estatal que evalúa y autoriza el uso de agrotóxicos. Es
denunciado por los organizaciones socioambientales, ONG y por los
propios trabajadores del Senasa de estar dominado por las grandes
empresas del agronegocio. “La última revisión de seguridad
ambiental e inocuidad alimentaria del glifosato en Argentina fue en
el 2000. Para esa fecha no existían protocolos para evaluar los
riesgos crónicos y cancerígenos”, denuncian los autores de la
recopilación. Y exigen que el Senasa revalúe la autorización del
glifosato, en base a estudios independientes (no de las empresas).
Algunas de las
investigaciones
por Darío Aranda
Algunas de las
830 publicaciones científicas citadas en la Antología Toxicológica
del Glifosato son: “Análisis exploratorio de los efectos de la
exposición a plaguicidas en el riesgo de aborto espontáneo en una
población agrícola de Ontario”, “Los defectos del tubo neural y
la proximidad residencial materna para las aplicaciones de pesticidas
agrícolas”, “La genotoxicidad del glifosato evaluada por el
ensayo cometa y pruebas citogenéticas”, “Evaluación de
concentraciones de glifosato en el daño del ADN en células
humanas”, “Vías de glifosato a las enfermedades modernas”, “La
calidad del agua de los principales afluentes de la cuenca del
Paraná: glifosato y AMPA en las aguas superficiales y sedimentos del
fondo”, “Concentraciones de glifosato y AMPA en material soplado
por el viento en condiciones de campo”.
Fuentes:
Darío Aranda, Una recopilación de pruebas, 20/08/18, Página/12. Consultado 20/08/18.
Darío Aranda, Algunas de las investigaciones, 20/08/18, Página/12. Consultado 20/08/18.
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