Expertos cercanos al Gobierno cuestionan la supuesta "opacidad" de las negociaciones que encararon Finanzas y Energía y reclaman intervención parlamentaria, mientras ambientalistas van a los tribunales.
por
Cledis Candelaresi
Mauricio
Macri firmó un contrato general con China National Nuclear
Corporation y China Zhongyuan Engineering Corporation para construir
dos usinas atómicas que incluye, al menos, un cambio clave respecto
a los compromisos esbozados por la gestión anterior: cualquier
eventual controversia será dirimida en tribunales locales y no en
los de Londres, tal como había admitido Julio De Vido, con cierto
descuido de la soberanía jurídica. Pero ese logro negociador puede
diluirse en un escenario de dudas y críticas a la estrategia nuclear
que surgen en el propio entorno afín al Gobierno.
Los
ministerios de Energía y Finanzas necesitaron seis meses para
desentrañar la voluminosa documentación que formaba parte de un
memorando de entendimiento que el otrora ministro de Planificación
firmó con China poco antes de abandonar el poder. Aunque, a decir de
un estrecho colaborador de Juan José Aranguren, la firma oficial
sólo rubricaba un par de hojas iniciales. El resto podría tener la
categoría de paper de trabajo.
La
primer controvertida decisión oficial fue sostener una ambiciosa
iniciativa de la gestión kirchnerista en nombre de la continuidad
jurídica del Estado, aunque modificando puntos que, a decir de
Energía, eran "lesivos de los intereses nacionales".
Estímulos
El
afán de evitar conflictos con la potencia oriental y la posibilidad
de tener financiamiento accesible a obras de envergadura, fueron los
estímulos. Quizás los mismos que para no apartarse de la decisión
de construir dos hidroeléctricas sobre el río Santa Cruz, también
con recursos y tecnología oriental.
El
dificultoso pulido permitió firmar semanas atrás en Beijing un
contrato general, que fija condiciones y plazos para rubricar luego
los acuerdos específicos de obra y financiero, cuyos términos y
condiciones aún siguen negociándose.
En
noviembre se alistaría el texto que servirá para la usina IV, a
localizar en la bonaerense Lima, y que empezará a operar en 2025.
Utilizará tecnología Candu (Canadian Deuterium Uranium), la misma
que se utiliza en Embalse y requiere uranio natural y agua pesada.
La
segunda, de mayor porte, se comenzará a construir más tarde y
estará alimentada con uranio enriquecido: tecnología china de
última generación, la que al país de Xi Jiping verdaderamente le
interesa financiar.
"Ellos
tienen una veintena de centrales operativas y otras tantas en
construcción y nunca tuvieron un accidente", pondera Enrique
Fernández Taboada, de la Cámara de Comercio bilateral,
reivindicando la importación de tecnología asiática para la quinta
central proyectada (PWR, de tercera generación).
La
localización prevista para esta última usina es Río Negro. Una
opción anunciada con algarabía por el gobernador Alberto
Weretilneck y objetada duramente por el de Chubut, Mario Das Neves,
quien considera a este tipo de centrales lisa y llanamente "un
basurero nuclear". El encontronazo con un mandatario de un
Estado petrolero es una de las varias polémicas que fragmenta al
arco político y técnico respecto a la decisión de subir de tres a
cinco las unidades del parque atómico local.
Ambas
usinas aportarán en conjunto cerca de 1900 mega al sistema
interconectado y tienen un presupuesto global de u$s 14.000 millones,
de los cuales bancos chinos financiarían el 85 % (u$S 12.500
millones), a 20 años, con 8 de gracia y una tasa que rondaría el
4,5 % anual, según los términos preacordados hasta el momento.
Caro
o barato
El
precio al que proveerán energía es otro punto controvertido, desde
la definición del criterio para calcularlo. Si debe ser suficiente
para repagar las obras, el megawatt hora en el mercado mayorista
debería valer al menos de u$s 100, algo más del doble de lo que
cuesta hoy. Si la futura tarifa sólo tiene que remunerar los costos
de mantener y operar las centrales, puede bajar razonablemente. La
cartera energética apuesta a que estará en "valores
internacionales": entre u$s 65 y 85 el MWh.
La
Argentina tiene en Pilar un reactor experimental desarrollado por la
estatal Invap, Carem25 (N. de la R.: el Carem se encuentra en Lima), y tres usinas en operación comercial. Atucha
I y la cordobesa Embalse, ahora fuera de servicio por un revamping
que costará u$s 2100 millones y le prolongará la vida útil por
tres décadas más. Y Atucha II, emblema de los tropiezos locales
para grandes obras.
Esta
central, proyectada a principio de los 80, tuvo años de parálisis
hasta que en el 2004 Néstor Kirchner decidió terminarla, algo que
ocurrió una década después y con un presupuesto quintuplicado,
cercano a los u$s 4000 mil millones. Un punto negro que destaca en el
historial del destacado desarrollo científico local en la materia.
Subir
de tres a cinco el parque de usinas nucleares se enmarca en la
determinación de fortalecer a la Argentina como uno de los países
destacados en el desarrollo nuclear con fines pacíficos y sujeto a
regulaciones con un doble estándar de seguridad, el local y el
internacional. De hecho, la Argentina acaba de ser aceptada como
miembro pleno de la Agencia Nuclear de la OCDE y su banco de datos,
selecto club que integran naciones con tecnología de avanzada. Un
honor que la comunidad científica local defiende con orgullo.
La
contraparte local del contrato firmado y de los documentos en
discusión es Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima, cuyas
autoridades defienden los presuntos logros conseguidos respecto a lo
delineado por la administración anterior.
Uno
fue amparar el acuerdo bajo legislación argentina. Otro, haber
delimitado las responsabilidades, de modo tal que si algo falla en la
ingeniería o equipamiento, los proveedores asuman el costo. Según
fuentes oficiales "tal como estaba redactado en origen, NASA era
la única responsable de todo".
Pero
la falta de comunicación sobre estas tratativas y sobre los
fundamentos para reafirmar el camino nuclear avivan las críticas a
la política oficial, no sólo de los defensores acérrimos del medio
ambiente sino de técnicos allegados al Gobierno.
Los
detractores
El
tema provoca odios y amores. Están los militantes de la actividad
nuclear como herramienta de desarrollo intelectual y económico. Los
fundamentalistas del ambiente que la censuran de cuajo y los
intermedios, que avalan la actividad nuclear, pero cuestionan los
procedimientos para tomar decisiones estratégicas delicadas.
El
grupo de los ocho ex secretarios de Energía -al que la gestión
macrista asignó el honroso e inocuo lugar de "asesor"- ya
había advertido sobre la delicadeza del tema en su documento de
2014, criticando los avatares de Atucha II y reclamando una auditoría
exhaustiva sobre esa mega obra. En la misma carta compromiso
suscripta por varios de los entonces candidatos a presidente,
incluyendo a Macri (y excluyendo a Daniel Scioli, FPV), se sentencia
que: "Por ley especial del Congreso se determinarán los
objetivos de construcción de nuevas plantas nucleares".
Uno
de sus miembros y actual director de Enarsa y presidente de
Transener, Jorge Lapeña, lo reclama ante 3Días con vehemencia. "La
decisión de construir centrales nucleares debe insertarse en un plan
energético de alta estrategia y aprobado por el Parlamento. Esto no
está pasando. Y Embalse tiene que volver a servicio en tiempo
perentorio", dispara el radical.
Su
correligionario del mismo grupo asesor y actual director de YPF,
Daniel Montamat, es más comprensivo respecto a la decisión de
continuar con los acuerdos esbozados por el kirchnerismo por la
obligación del Estado de atender sus compromisos más allá de los
gobiernos de turno, aunque también apunta a una debilidad de unos
que estarían sosteniendo los otros. "La estrategia nuclear es
una decisión estratégica que debe formar parte de un plan
cuidadoso, que el gobierno anterior no tenía", sentencia.
A
contramano
El
consultor en temas energéticos Ricardo Molina imputa a los acuerdos
con China de tener "gran opacidad" y de condicionar al país
en una dirección "opuesta al mundo", donde otros repudian
la energía nuclear y reivindican la renovable. Suiza es un buen
ejemplo en este sentido, ya que por un reciente plebiscito decidió
apartarse definitivamente de la actividad nuclear.
Luis
Rotaeche, del Instituto General Mosconi, advierte de los supuestos
riesgos técnicos. "El accidente de Chernobyl produjo un daño
equivalente a cuatro bombas como la que los Estados Unidos arrojó sobre
Hiroshima". Ergo, es mejor seguir apostando al camino eólico y
solar, donde los precios seguirán bajando y no hay riesgo de
catástrofe.
Una
divisoria de aguas es el sendero formal institucional, sugerido por
Lapeña: darle participación a otros poderes y profundizar el debate
antes de decidir una inversión millonaria. El otro costado
controvertido es si la energía nuclear es "limpia", como
reivindica la mayoría, o una amenaza para el ambiente. Y esto
depende de si la mira se pone en la combustión o en los residuos.
Desde
una visión más radical, el biólogo cordobés Raúl Montenegro
plantea una alerta roja. "Es la más sucia y peligrosa de todas
por la acumulación de residuos radioactivos, que duran 240 mil años.
Hay poca información sobre el tema y las decisiones argentinas
también afectan al Uruguay", advierte el titular de Funam
(Fundación para la Defensa del Medio Ambiente), premio Nobel
Alternativo en 2004.
Para
el destacado activista y profesor universitario no es posible encarar
un proyecto sin la correspondiente licencia. Por esta razón, la
extensión de vida útil de Embalse "es ilegal" ya que las
obras de reacondicionamiento habrían comenzado antes de tener ese
aval. Con el patrocinio del abogado Ricardo Moner Sans, formuló una
denuncia penal contra De Vido y Aranguren que tramita en el juzgado
de Claudio Bonadío por presunto abuso de autoridad e incumplimiento
de los deberes de funcionario público.
NASA
descalifica esa iniciativa. "La denuncia fue presentada después
de la audiencia pública para discutir el tema, en la que Montenegro
participó", aseguran off the record.
El
examen ambiental para avanzar con la cuarta central cofinanciada por
los chinos estaría listo a fin de mes, lo que habilitaría a
comenzar con las obras en enero, después de rubricar los contratos
específicos.
Un
punto a favor de los que avalan la marcha del plan atómico y
reivindican esta forma de producir energía definida como "limpia",
porque no emite los denostados gases de efecto invernadero.
Este
tipo de energía representa hoy algo más del 5 % en la matriz de
generación eléctrica y aporta una potencia estable para el sistema,
algo no factible con la eólica y la solar, al menos hasta que puedan
almacenarse a bajo costo.
Pero
la actividad atómica trasciende este rubro y el alto estatus
científico del país en la materia es un preciado galardón que
ningún gobierno parece dispuesto a resignar, más allá de las voces
críticas.
Central
IV y V, esquema de los futuros contratos
El
Gobierno preserva con celo hasta de su propia tropa las negociaciones
con las compañías chinas para definir los términos de los
contratos que el kirchnerismo sólo delineó como un borrador. Aquí
algunos puntos ya definidos en la tarea de remozarlos, según fuentes
oficiales:
-
Finanzas estaría intentando bajar la tasa de interés, que podría
anclarse en torno al 4,5 % anual, supuestamente por debajo de lo
previsto en origen. Como crédito concesional, debe ser menor al
interés de mercado.
- Se
desdobló en el tiempo la construcción de las centrales que, en
principio, hubieran sido levantadas al mismo tiempo, con las
dificultades que entraña semejante esfuerzo.
- Los
ocho años de gracia hasta comenzar con el repago permitirían que la
segunda usina (V) comience cuando la primera (IV) ya esté
comercializando su energía y Nucleoeléctrica Argentina perciba
ingresos por esa venta. Ese esquema permitiría alivianar la carga
pública financiera.
- El
precio al que las centrales venderán la energía que produzcan se
ubicaría entre u$s 65 y 85 el MWh, por encima de los u$s 48 actuales
y "a valores internacionales".
-
Nucleoeléctrica intentará firmar contratos de abastecimiento que le
garanticen a mediano plazo un ingreso por la energía que vendan al
sistema. Según la expectativa oficial, para entonces son los
usuarios quienes deberían costear ese valor y no el Estado vía un
subsidio.
- No
es posible afirmar que los u$s 14.000 millones (6000 para la IV y
8000 para la V) será el presupuesto definitivo. Tampoco que el
número final implique una reducción efectiva del presupuesto K para
la misma obra: por ahora sólo puede hablarse de estimaciones.
- No
se utilizará la legislación británica para amparar los contratos
sino la argentina, lo que ofrece ventajas naturales a los abogados
locales en caso de conflicto con los chinos.
- Se
delimitaron las responsabilidades contractuales de modo tal que los
proveedores asuman los riesgos propios de las fallas en la ingeniería
y equipos. No existen seguros de cobertura para la actividad nuclear.
Fuente:
Cledis Candelaresi, Las usinas que financiará China calientan el debate nuclear, 09/06/17, El Cronista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario