por Santi Carneri
Asunción. Los abusos sexuales, el maltrato y las enfermedades son algunos de los muchos riesgos que afrontan los 147,500 niños desplazados por las inundaciones en Paraguay, muchos de los cuales viven hoy hacinados en los más de 100 precarios campamentos montados en las plazas y aceras de la capital.
La crecida histórica del río Paraguay ha desplazado a unas 245,000 personas en todo el país, según el último informe oficial, entre ellas, unos 147,500 menores de edad.
Solo en Asunción, la ciudad más poblada de un país de 6.7 millones de habitantes, unas 85,000 personas han abandonado sus hogares a causa de la progresiva subida de las aguas en todas las zonas ribereñas de la ciudad, donde se asientan los barrios más humildes.
Unos 50,000 niños de la capital abandonaron su entorno, su rutina, y algunos el curso escolar desde hace unos dos meses, los que tienen más suerte viven ahora en casa de familiares o en los dos cuarteles militares habilitados en la ciudad.
Pero en su mayoría corretean por los 126 campamentos o “espacios habitacionales temporales”, según los califica la estatal Secretaría de Emergencia Nacional (SEN), diseminados por céntricas avenidas de la ciudad e incluso en la misma puerta de la Honorable Cámara de Senadores.
“En situación de emergencia los derechos de los niños son vulnerados en una escala mucho más fuerte que en una situación normal”, destacó a Efe la canadiense Mariella Greco, directora en Paraguay de la ONG Plan Internacional.
“Fui a la zona, es impresionante y no se está dimensionando la escala de esta situación a nivel internacional”, añadió la directora regional de esta ONG.
Según la especialista, las niñas tienen el triple de probabilidades de ser violadas o de sufrir abusos sexuales en los campamentos de desplazados que en una situación normal.
“La gente está viviendo hacinada, entre desconocidos, y esas situaciones se producen, lamentablemente”, añadió.
Modesta Fleitas, de 34 años, madre de cuatro hijos y abuela desde el pasado domingo, trasladó a su familia hasta el campamento de Chivato, en la periferia de la ciudad.
Con su marido y sus hijos, sin recursos económicos, ni ayudas del Estado ha logrado levantar una caseta de finos tablones de madera y techos de chapa de una habitación, donde acumulan desde hace un mes sus pertenencias rescatadas de su casa ahora hundida en el río.
Junto a otras 80 personas forman uno de los campamentos donde escasean los baños, la seguridad, el saneamiento y el agua potable.
Fleitas dijo a Efe que sus niños están tristes, que dejaron de ir a la escuela hace tres semanas, que su marido tiene que ir a trabajar y que ella se queda sola a cargo de todo.
“Tienen de 18 a 3 años, el mayor fue papá el domingo y estamos todos encimados en una sola pieza”, explicó.
Plan Internacional ha montado 18 carpas “Anua”, abrazo en guaraní, para acercar a los niños y familias a espacios libres del estrés de la situación de crisis por la que atraviesan.
A través del juego con monitores especialistas en derechos de la infancia y de voluntarios de las mismas familias de cada barrio, la organización pretende que los menores sepan identificar los abusos y puedan denunciarlos.
“Se la quiso llevar un señor, casi agarró a mi nena, mi nena de 11 años, yo no la podía llevar a la escuela ese día, es mi culpa por un lado pero yo no podía dejar a todos, ya no la mando más”, dijo entre lágrimas la mujer que agradeció que justo enfrente Plan haya montado una de sus carpas de juego.
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Fuente:
Niños paraguayos desplazados están más expuestos a abuso sexual y enfermedad, 21/07/14, El Nuevo Herald.
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