Este pesticida es la punta de lanza de un arsenal químico que perjudica nuestra salud. El glifosato es un herbicida que se usa de forma masiva. Está a nuestro alrededor, en parques, jardines, huertas, cunetas de carreteras y caminos. Nos amenaza por su alta toxicidad. Junto a otras personas y organizaciones, Ecologistas en Acción informa y presiona para que dejemos de usar este herbicida tan peligroso. Mientras, la industria de los agrotóxicos está introduciendo en el mercado otros herbicidas aún más potentes y venenosos.
En este artículo ponemos el acento en el glifosato, si bien estamos atentas a otros químicos que tratan de extender las grandes transnacionales. El Tratado de Libre Comercio (TTIP) que pretenden imponer las multinacionales y los malos Gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea abriría aún más la puerta a estos pesticidas, que debemos evitar para salvaguardar nuestra salud, la biodiversidad y una agricultura sostenible.
¿Qué es el glifosato y para qué se usa?
El glifosato es un herbicida que aniquila todo tipo de plantas. Se usa como herbicida total, es decir, de forma no selectiva, para matar hierbas y arbustos. El glifosato es el herbicida más utilizado en el mundo y sus preparados se venden bajo diversas marcas. El más vendido es el RoundUp, comercializado por Monsanto, cuya venta le supone miles de millones de euros cada año.
En agricultura, además, se utiliza de forma intensiva en asociación con los cultivos transgénicos. Monsanto y otras multinacionales venden semillas modificadas genéticamente para hacerlas tolerantes al glifosato, de forma que los agricultores pueden rociar el herbicida sobre el cultivo en crecimiento, matando el resto de malezas. Esta práctica ya está dando problemas, por la proliferación incontrolable de plantas resistentes al herbicida.
¿Es peligroso?
Numerosos estudios han demostrado que el glifosato es nocivo para la salud de personas, animales y medio ambiente. Gilles-Enric Seralini (especialista en biología molecular de la Universidad de Caen, Francia), ha demostrado que el glifosato estimula la muerte de las células de embriones humanos. También descubrió que algunas células de la placenta humana son muy sensibles al glifosato, incluso en dosis muy inferiores a las utilizadas en agricultura. Se ha llegado a determinar que una exposición 500 veces menor a la que tiene lugar en los campos tratados con este herbicida induce a la muerte celular.
Los riesgos son mayores para las mujeres embarazadas, pero no solo les afectan a ellas. La práctica de deportes o el simple paseo por el campo en zonas fumigadas pueden dar lugar a efectos perjudiciales para la salud. Otras pruebas toxicológicas independientes han revelado toxicidad subaguda (lesiones en glándulas de la saliva), toxicidad crónica (inflamación del estómago), daños genéticos (en células sanguíneas), trastornos reproductivos (esperma menor y anómalo en ratas y conejos), y cancerígeno (aumento de la frecuencia de tumores de hígado y de tiroides en ratas).
El glifosato se infiltra en el suelo, es muy soluble en el agua y persiste de dos a seis meses. Contamina los acuíferos, es tóxico para la fauna acuática, los animales domésticos o el ganado y se esparce sin control por el subsuelo. Además, cada preparado herbicida que contiene glifosato viene acompañado de otras sustancias que facilitan su absorción y que multiplican su toxicidad.
¿Está permitido?
En algunos lugares del mundo se ha prohibido el uso del glifosato, especialmente cerca de escuelas o parques, sitios de recreo habitual de niños. También se ha dejado de utilizar en numerosos municipios del Estado español, que demuestran prudencia y responsabilidad para con sus ciudadanos y el entorno.
Según la Directiva Marco de la Unión Europea para un uso sostenible de los plaguicidas (Directiva 2009/128/CE) “Los Estados miembros [...] velarán porque se minimice o prohíba el uso de plaguicidas en las siguientes zonas específicas: a lo largo de las carreteras [...], en los espacios utilizados por el público en general, o por grupos vulnerables, como los parques, jardines públicos, campos de deportes y áreas de recreo, recintos escolares y campos de juego y los espacios cercanos a los centros de asistencia sanitaria”.
Pese a los estudios y a las recomendaciones, el uso masivo de los herbicidas en el Estado español es ampliamente permitido por el Real Decreto 1211/2012, eufemísticamente denominado de “uso sostenible de los productos fitosanitarios”. Este decreto, por ejemplo, limita ligeramente el uso de herbicidas en la cercanía de cursos de agua, pero lo permite en el caso de acequias, canales y otras aguas destinadas para riego, como si estos cursos estuviesen separados del resto de la red fluvial. En su uso en espacios públicos (alcorques de las calles, jardines, etc.) obliga a señalizar que se han usado estos venenos, sin más especificaciones. En espacios tan sensibles como los centros educativos, basta con el consentimiento del equipo de dirección de turno para su aplicación indiscriminada.
¿Hay alternativas?
Los herbicidas se pueden sustituir por métodos no contaminantes, que no dañan la salud ni el medio ambiente. Para el control de la vegetación natural en agricultura, se recomienda un buen manejo del suelo, rotaciones de cultivos, abonos verdes, así como el uso de medios manuales (labores superficiales), mecánicos (desbrozadoras) y térmicos (quemadores con infrarrojos) que son aplicados en la mayoría de los países de la Unión Europea.
En ese sentido, para sustituir el uso de herbicidas en el espacio público se podrían diseñar suelos tapizados con vegetación natural (no tienen por qué ser céspedes comerciales) y controlarla mediante siega. Para el control de la vegetación natural en la cuneta de carreteras, la solución que ya se usa en muy buena parte de nuestra red viaria es el desbrozado.
Crece el arsenal para combatir las malezas [1]
En la última década, los agricultores de Estados Unidos han usado masivamente el glifosato para exterminar las malas hierbas. Sin embargo, en los últimos años están recurriendo a herbicidas más duros. Cerca de 17 millones de hectáreas cultivadas de soja en 2012 fueron tratadas con herbicidas diferentes al glifosato, el doble del total de 2006 y equivalente al 57 % de toda el área plantada de soja, según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Las empresas Dow Chemical, BASF, DuPont, Syngenta o Monsanto están encantadas con las ventas de este arsenal de químicos. Sin embargo, los gastos de los agricultores en herbicidas se han hasta triplicado desde la llegada de malezas resistentes, alcanzando los 13.700 millones de dólares gastados en 2012 en químicos agrícolas, casi dos tercios más que en 2002. En muchos casos, los agricultores están volviendo a usar la azada.
Glifosato: enfermedades que provoca [2]
El Glifosato es una sustancia clasificada en la Unión Europea como H318 (provoca lesiones oculares graves) y H411 (tóxico para los organismos acuáticos, con efectos nocivos duraderos). Además, estudios científicos han relacionado el glifosato con:
Cáncer: Linfoma non-Hodgkin’s y mieloma múltiple.
Disrupción endocrina: altera la actividad de la enzima citocromo P450, responsable de la síntesis de estrógenos, lo que explicaría el incremento de partos prematuros y abortos espontáneos, relacionados con la exposición a glifosato.
Teratogenicidad.
Reprotoxicidad: Necrosis de células umbilicales, embrionarias y de placenta.
La dependencia de los pesticidas y sus graves consecuencias [3]
El español es uno de los Estados que más pesticidas consumen en la UE. La agricultura tiene un grave problema de dependencia de estas sustancias tóxicas. Además de provocar enfermedades y contaminación ambiental, estas sustancias han sido asociadas a graves impactos sobre la biodiversidad. Una de cuyas expresiones más conocidas es la drástica disminución del número de abejas y otros polinizadores, muy importantes para el equilibrio natural y la propia productividad agraria. Pero también afectan a muchos otros organismos vivos. Nadie discute la necesidad de reducir el volumen de uso de los pesticidas y acabar con la dependencia de estos productos. Sin embargo, las medidas propuestas hasta ahora por la Administración española no están a la altura de la gravedad del problema.
Trágicas consecuencias de estos tóxicos
Sofía Gatica, premio Goldman 2012 (el equivalente al Nobel de Medio Ambiente) y las Madres de Ituzaingó han logrado demostrar la relación directa de las fumigaciones de glifosato sobre los campos de soja junto a las casas de su barrio en Córdoba (Argentina) con las decenas de casos de bebés con malformaciones, muertes por cáncer, leucemias, enfermedades respiratorias y dermatológicas, etc.
Nacho Escartín. Área de Agroecología, Soberanía Alimentaria y Mundo Rural de Ecologistas en Acción. Revista El Ecologista nº 81
Notas
- Datos del artículo de Jacob Bunge “Crece el arsenal para combatir las malezas” The Wall Street Journal 28-4- 2014,
- Aquí
- Extractos de: Carlos de Prada: Propuesta para el establecimiento legal de objetivos de reducción de consumo de pesticidas que se usan en España, marzo de 2014.
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