Cuando se habla de Energía Nuclear hay dos cosas que habitualmente se dejan de lado: los residuos nucleares y las explotaciones de los yacimientos de la materia prima del combustible.
Por Juan Vernieri
Más de una vez hemos dicho que lo más preocupante de lo que se habla en materia nuclear, no es lo que se dice, sino lo que se calla.
Cuando se dice que la energía nuclear no produce emisiones de gases de efecto invernadero no se está mintiendo, solo se está diciendo una parte de la verdad. Se está callando que para fabricar el combustible con que funcionan los reactores nucleares es preciso emitir grandes cantidades de esos gases.
Diversos estudios muestran que la energía nuclear no está exenta de emisiones de dióxido de carbono, tanto si analizamos todo el ciclo de vida de una central nuclear, como si nos restringimos a la fabricación del combustible nuclear.
La industria nuclear ha aprovechado la supuesta capacidad de generar electricidad sin emitir dióxido de carbono, como una opción necesaria para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. Insiste en afirmar falsamente que la producción de energía eléctrica a partir de la energía nuclear es una energía limpia.
Combustible nuclear y minería. El uranio, materia prima del combustible nuclear, es un elemento radiactivo y su extracción, procesamiento y manipulación requieren precauciones especiales para proteger el medio ambiente y la salud humana.
La gestión y regulación adecuadas de los recursos de uranio son cruciales para prevenir la contaminación ambiental y minimizar los riesgos para la salud de los trabajadores y las poblaciones locales. Es un elemento muy poco abundante en la naturaleza. La proporción del isótopo U-235 fisionable, es decir, radiactivo y útil para preparar combustible nuclear, solo alcanza al 0,71 del total de uranio.
El mineral que se extrae de las minas contiene entre un 0,05 y un 0,3% de uranio. Y de este, solo el 0,71% corresponde al isótopo U-235 adecuado para el combustible que usan las centrales nucleares de generación de energía eléctrica.
Esto nos indica que se necesitan cantidades gigantescas de mineral para obtener el combustible nuclear.
El mineral se puede extraer utilizando especialmente tres métodos, según el tipo de depósito y la ubicación: la minería a cielo abierto, la minería subterránea y la minería de lixiviación in situ (ISL).
Los yacimientos de Los Adobes y Cerro Cóndor, en Chubut, por su presencia superficial, en ambos se utilizó el método de cielo abierto, posteriormente ley ex 5001 prohibió este procedimiento.
El mineral extraído se trituró y sometió a un proceso de lixiviación con ácido sulfúrico para disolver los óxidos de uranio que contiene el mineral. Tras un proceso de secado y filtrado se obtuvo una sustancia conocida como torta amarilla (yellow cake), que contiene entre el 75 y el 85% de óxido de uranio (U3O8).
En el proceso de extracción del mineral se acumulan en el exterior de la mina gran cantidad de escombros, altamente contaminantes, que quedan expuestos a la lluvia y el aire, una de las causas del aumento de la radioactividad ambiental, juntamente con las pruebas de explosiones nucleares que se han realizado a lo largo de la historia.
Además, la fabricación del combustible nuclear es larga y compleja, y requiere un gasto importante de energía a la vez que se emiten gases de efecto invernadero.
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