El sitio de Hanford. La primera fábrica de plutonio estadounidense. Crédito: Lois Parshley / VQR. |
Gary Brunson, director de ingeniería del Departamento de Energía en Hanford, la primera fábrica de plutonio estadounidense, reconoció que la limpieza había sido un fracaso. El drama de Hanford es solo un caso, se repite en todos los países que participaron de la Guerra Fría.
Por Juan Vernieri
El ingeniero Brunson y otros dos directores técnicos de Hanford presentaron una denuncia en 2013 contra la contratista principal de la limpieza, acusándola de realizar un trabajo defectuoso y presionar ilegalmente para obtener aumentos presupuestarios. A la demanda se unió el Departamento de Justicia y se resolvió en 2016 por una multa de 125 millones de dólares.
En opinión de Brunson, enfocar de manera rápida el tratamiento de residuos menos peligrosos y de bajo nivel sería un retroceso significativo en la misión.
“Todo el propósito de esa planta era tratar los residuos de alto nivel”, dijo. “No pudieron hacerlo, así que están tratando residuos de baja actividad. No tienen un plan global, así que se están inventando esos objetivos provisionales”.
La arquitectura original para inmovilizar los residuos de los tanques consistía en separarlos químicamente, utilizando la planta de tratamiento ahora inactiva, en flujos de baja y alta radiactividad. A continuación, dos plantas de fusión distintas —volcanes artificiales que funcionan a la temperatura de la lava— los envolverían en vidrio.
Sin embargo, hasta ahora no se ha encontrado la manera de hacer eso de forma segura.
“Han construido una de las ratoneras más complejas del mundo”, dijo Brunson. “Nunca funcionará”.
La realidad, dijo, es que lo más probable es que nunca se retiren los más de 200 millones de litros de lodo. Piensa que se rellenarán con lechada y se dejarán en el lugar para que las generaciones futuras se ocupen de ese problema. ¡Linda herencia!
La construcción de la planta de tratamiento químico fue paralizada por el secretario de Energía del presidente Barack Obama, Steven Chu, en medio de acusaciones de que el proceso podría provocar explosiones de gas hidrógeno y fisión nuclear espontánea.
La Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de Estados Unidos (GAO, por su sigla en inglés) ha recomendado abandonar la planta, debido a los costos que supondría hacerla funcionar. “Podríamos construir un ascensor a la Luna” dijo Nathan Anderson, director del equipo medioambiental de la oficina.
Sigue sin resolverse la estabilización permanente de los desechos radiactivos. Casi nadie está en desacuerdo con que los desechos de alto nivel más peligrosos deben ser encerrados en vidrio y enterrados en un depósito geológicamente estable. Pero… ¿Cómo poner el cascabel al gato?
El director del proyecto Hanford del Departamento de Ecología de Washington, David Bowen, considera que una solución más fácil y rápida, la inyección de lechada en gran parte de los desechos de baja actividad, significaría un riesgo para la seguridad y quiere que se trasladen afuera del estado.
Lo que está en juego con los residuos de alta actividad es grave. Aunque se intentará vitrificarlos, los ingenieros calculan que podría quedar hasta un 1 % de lodo radiactivo cuando se retire la mayor parte de los residuos, según documentos del Departamento de Energía y funcionarios estatales.
El volumen total de residuos asciende a cientos de miles de litros, lo que podría resultar muy peligroso, según los críticos.
“Cuanto más nos acercamos al fondo de los tanques, más radiactivos, tóxicos y peligrosos son los residuos”, dijo Geoffrey Fettus, abogado del Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales, que ha demandado al gobierno por la limpieza de Hanford.
“Nosotros nos opondríamos”, (a la lechada) dijo Nikolas Peterson, director ejecutivo del grupo de vigilancia Hanford Challenge, que lleva mucho tiempo presionando para que se logre una solución segura.
Se han producido algunos avances. Los trabajadores de limpieza han demolido edificios contaminados, limpiaron el suelo a lo largo del Columbia y estabilizaron siete reactores que fabricaban plutonio.
Pero en la población de la zona central de Washington, donde se encuentran los famosos viñedos y manzanares del estado, crece la impaciencia.
Los dirigentes de la Nación Yakama, una tribu de 11.000 miembros cuyas tierras ancestrales incluían el emplazamiento de Hanford, afirman que su tratado de 1855 prometía que los miembros de la tribu tendrían derecho a cazar y pescar en tierras sanas.
Devolver la tierra a lo que alguna vez fue, es un resultado que casi nadie espera.
“Hay partes del emplazamiento que nunca volverán a ser las mismas”, dijo Vance, director del emplazamiento de Hanford. “Vamos a estar aquí mucho tiempo”.
Resignación y ¿arrepentimiento?
(Fuente: Ralph Vartabedian)
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