Pancarta contra el proyecto Cigeo, Francia. Crédito: Eric Molodtzoff / France3 Lorraine. |
En nota anterior vimos el intento francés de disponer de un depósito definitivo para sus inmensas cantidades de combustibles nucleares gastados de sus 58 reactores de potencia, y para otros desechos de alta radiactividad. Destacamos que la coexistencia con la basura atómica de larga vida crea problemas éticos fundamentales y vimos detalles de la reacción popular que, hasta ahora, ha logrado impedir el proyecto Cigeo.
Por Juan Vernieri
La Agencia Nacional de Residuos Nucleares (Andra) asegura que la instalación Cigeo costará nada menos de 30.000 millones de euros.
Se trata del cementerio nuclear más importante del mundo, una obra faraónica, que dará cabida a miles de toneladas de residuos nucleares de toda Francia.
La principal razón de oposición a la energía nuclear son sus desechos, motivo que se ve reflejado en la resistencia al proyecto de repositorio francés.
La lucha francesa antinuclear no se queda en la descripción de la nota anterior. Del 26 de agosto al 3 de septiembre próximos, se llevarán a cabo encuentros transnacionales de luchas campesinas y rurales en las cercanías de Bure, donde la industria nuclear francesa quiere construir el gigantesco basurero nuclear.
Se está planeando un gran campamento para reforzar los vínculos y la organización entre el mayor número posible de militantes implicados en las luchas agrarias y antinucleares.
El segundo objetivo de este campamento es salir del aislamiento, hacer visibles estas luchas, consolidar alianzas y amistades políticas entre quienes las protagonizan, reforzar la lucha local contra el proyecto. Se procura bloquear el camino de la promesa nuclear defendiendo la tierra. Los encuentros se celebrarán en una región amenazada por el proyecto de enterramiento de residuos radioactivos.
Por el momento, el proyecto no está autorizado y continúa sin iniciarse.
Sin embargo, se anuncian grandes obras de infraestructura, centenas de hectáreas de tierras agrícolas y de bosques están ya compradas por Andra a las que pueden seguir expropiaciones.
La lucha se está llevando con excesiva violencia, incluyendo quema de vehículos de empresas vinculadas al proyecto. Se ha saboteado a la empresa líder mundial en tecnología de funiculares que está desarrollando el prototipo de un funicular para bultos radiactivos que llevaría los residuos atómicos 500 metros bajo tierra.
Actualmente, se está ventilando un juicio contra 7 manifestantes que están en prisión.
La militarización de la zona en torno a Bure es cada vez más evidente. En el entorno inmediato del depósito de la Andra se construye un enorme cuartel de la Gendarmería, con el objetivo de controlar las intervenciones masivas en el futuro. Se intenta nueva puesta en servicio del cuartel incendiado que fracasó en 2018.
Además, la prefectura solicitó un permiso de obras para construir edificios permanentes para sustituir los 20 módulos prefabricados de viviendas de la Gendarmería en el terreno del laboratorio.
Actualmente, 75 guardias móviles están presentes, una militarización financiada directamente por Andra.
Participantes ecologistas de tendencia socio-revolucionaria, amenazan a las empresas de construcción locales y regionales, a las empresas de seguridad, a los institutos de vigilancia del medio ambiente, etc. diciéndoles: “¡lo acabarán pagando caro!”.
Los franceses no solo no quieren el basurero en Bure, sino que luchan decidida y violentamente contra la energía nuclear. Están incluso impidiendo la construcción de la estación de ferrocarril La Gare próxima a Bure, adonde llegarían los residuos desde las plantas nucleares.
El país europeo que más ha impulsado y aprovechado la energía nuclear tiene una población terminantemente adversa a ella.
La resistencia se multiplica. Julien Robert, agricultor, fue elegido alcalde en 2020, muy escéptico sobre este proyecto, para él, el megaproyecto de almacenamiento profundo del material radiactivo en el subsuelo del municipio es incompatible con la agricultura, su actividad profesional. El proyecto cubriría el 20% de la superficie del municipio.
“Nuestra junta municipal emitió una opinión desfavorable al proyecto Cigeo.” “… me preocupa también la extracción de aire viciado del subterráneo. Habrá grandes extractores de aire que sacarán cientos de miles de metros cúbicos de aire por hora. Pero imagínense, si hay un problema algún día en el subterráneo, ¿qué pasará con las poblaciones próximas? Hablamos de los próximos 40 años. Esto concernirá a nuestros hijos”, insiste el alcalde.
“Quisiera encontrar elementos positivos, pero no los hay. Somos agricultores, queremos vivir aquí, y este proyecto nos lleva a un futuro incierto. Tan solo con la fase de las obras (...) será el proyecto de construcción más grande jamás realizado en Francia, y quizás en Europa, con 30 mil millones de euros durante 120 años y 2500 personas movilizadas. Y seguro habrá conflictos entre los opositores al proyecto y los gendarmes, vivimos con esto. Entonces, si el proyecto se realiza, será muy duro para nosotros”, advierte Robert.
Para vencer la desconfianza de los habitantes, la poderosa industria nuclear estatal francesa entrega subsidios a los municipios aledaños. La agencia de los residuos radiactivos pagó la remodelación de la iglesia. Y los habitantes reciben ayudas financieras para sus gastos energéticos.
Patrice Torres, director técnico de la empresa estatal Andra, asegura que la zona seguirá siendo habitable. Y que las chimeneas de escape de las emanaciones radiactivas del subsuelo no amenazan la salud de los vecinos.
“No hay ninguna ambigüedad, los residuos radiactivos que queremos almacenar aquí son peligrosos. Si no lo fueran, no tendríamos que protegernos de esta forma”, admite Torres,
“Pero hemos probado que la instalación será robusta y estamos preparados a los diferentes riesgos. Se habla de las emanaciones de las chimeneas (...) Por supuesto que la zona seguirá siendo habitable. No habrá que evacuar a nadie”, asegura.
Difícil la “solución definitiva” para esta basura que jamás debiera haberse producido.
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