viernes, 1 de septiembre de 2023

Principales razones para rechazar la energía nuclear | 16.° parte

El reactor B de Hanford. Crédito: Lois Parshley / VQR.

Me pregunto si Estados Unidos no estará arrepentido de haber “inventado” la energía nuclear. Las actividades en Hanford, la primera fábrica de plutonio, constituyen un potente símbolo del fracaso de la nación.

Por Juan Vernieri

Estados Unidos no solo tiene que lidiar con las 80 mil toneladas de combustibles gastados sin destino de sus centrales nucleares, sino que todavía está luchando con los residuos que quedaron de su primera fábrica de plutonio de 1944, en el estado de Washington, donde fabricó el combustible de la bomba de Nagasaki, y de muchas más durante la Guerra Fría.

Ha invertido fortunas, y tendrá que seguir haciéndolo por mucho tiempo.

De 1950 a 1990, el Departamento de Energía de Estados Unidos produjo 60 mil bombas nucleares, a un promedio de cuatro bombas al día en fábricas construidas a toda prisa, y con escasas medidas de protección medioambiental, que dejaron un vasto legado de residuos radiactivos tóxicos.

El parque Hanford, un desierto de arbustos y estepas de unos 880 kilómetros cuadrados en el centro sur del Estado de Washington, es el mayor y más contaminado de todos los emplazamientos de producción de armas, demasiado como para volver a ser de uso público.

El problema es urgente, dado el riesgo de que los radionucleidos contaminen el río Columbia, vital para ciudades, granjas, tribus y fauna de dos estados.

En ningún otro lugar, esos problemas son mayores que en Hanford, donde los ingenieros enviados a limpiar el desastre tras la Guerra Fría, descubrieron más de 200 millones de litros de lodo altamente radiactivo procedente de la producción del plutonio de las bombas atómicas.

Limpiar los tanques subterráneos que estaban filtrando residuos venenosos hacia el río Columbia, ubicado a solo 9,6 kilómetros de distancia, y estabilizarlos de alguna manera para su eliminación permanente, planteó uno de los problemas químicos más complejos jamás enfrentados.

Hace años los ingenieros pensaron que lo habían resuelto con un elaborado plan para bombear el lodo, incrustarlo en vidrio y depositarlo en las profundidades de las montañas del desierto de Nevada.

Pero la construcción de una planta de tratamiento químico de cinco pisos y unos 41.757 metros cuadrados que fue diseñada para esa tarea se detuvo en 2012 —después de una inversión de 4.000 millones de dólares— cuando se descubrió que estaba plagada de defectos de seguridad.

Fue paralizada por el secretario de Energía del presidente Barack Obama, Steven Chu, en medio de acusaciones de que el proceso podría provocar explosiones de gas hidrógeno y fisión nuclear espontánea.

Durante 11 años, las actividades en la superestructura de la planta han permanecido suspendidas como un potente símbolo del fracaso de la nación, casi 80 años después de la Segunda Guerra Mundial, a la hora de abordar el legado más mortífero de la era atómica.


El río Columbia, vital para ciudades, granjas, tribus y fauna de dos estados. Crédito: Lois Parshley / VQR.

Según Thomas Grumbly, antiguo subsecretario del departamento de Energía, los sucesivos secretarios de los últimos 30 años “se han dado cabezazos contra la pared” para encontrar una tecnología y un presupuesto que hagan desaparecer el problema que no solo afecta a Hanford, sino también a otros emplazamientos nucleares de Estados Unidos.

Las plantas de Carolina del Sur, Washington, Ohio e Idaho, que ayudaron a producir más de 60.000 bombas atómicas, tienen toneladas de residuos que serán radiactivos durante miles de años. Y, a diferencia de las centrales nucleares, cuyos residuos consisten en pastillas de uranio secas encerradas en tubos metálicos, las instalaciones de armamento trabajan con centenas de millones de litros de un lodo parecido a la mantequilla de maní que se almacena en viejos depósitos subterráneos.

Unos 908.000 kilos de mercurio permanecen en los suelos y las aguas del este de Tennessee. Desechos radiactivos contaminan el acuífero Great Miami, cerca de Cincinnati.

En un lugar tras otro, la solución se ha reducido a elegir entre una limpieza costosa que dure décadas o una acción más rápida que deje una gran cantidad de residuos en esos sitios.

La búsqueda de una solución se ha alargado demasiado.

Un retroceso dramático de las promesas que les hicieron a los residentes de la zona —que sufrieron tumores de tiroides, reproductivos y del sistema nervioso vinculados por los investigadores a la exposición durante la época de producción de plutonio— de que el gobierno cumpliría las normas de limpieza más estrictas posibles.

Brian Vance, antiguo capitán de submarino de la Armada y director de las instalaciones del Departamento en Hanford, afirmó que las expectativas iniciales se toparon con enormes obstáculos científicos y económicos. Dijo que los ingenieros intentaban encontrar una solución que fuera segura y factible.

En la actualidad, solo el tratamiento de los residuos de los tanques de Hanford tiene un costo oficial de 528.000 millones de dólares; al ritmo actual de gasto, el proyecto podría tardar siglos en presupuestarse y terminarse.

Ya parece razonable admitir que Estados Unidos escupió para el cielo. Dio por terminada la Segunda Guerra y ya no lucha contra Japón, pero todavía tiene que lidiar contra el legado atómico que le dejó.

Este año, el Congreso ha destinado unos 2.800 millones de dólares a la zona, de los cuales 1.700 millones se destinarán a la limpieza de los tanques. Hasta ahora los avances reales han sido relativamente escasos.

Gary Brunson, antiguo director de ingeniería del Departamento de Energía en la planta de tratamiento de residuos, afirmó que la limpieza había sido un fracaso. La realidad, dijo, lo más probable es que nunca se retiren los 200 millones de litros de lodo.

¿Seguro que no hay gente que piensa que la energía atómica es una desgracia actual y lo será por miles y miles de años para la humanidad?

Los problemas que, sucintamente hemos descripto, se repiten en numerosos sitios en todo el mundo, por lo que la pregunta inicial, bien formulada, debiera ser:

LA HUMANIDAD

¿NO DEBERÍA ARREPENTIRSE DE HABER DESCUBIERTO LA ENERGÍA NUCLEAR?


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