Por François Diaz-Maurin
En las primeras horas del martes 6 de junio, circularon imágenes de vídeo de una presa destruida en el sur de Ucrania, por la que corrían grandes masas de agua. La presa de Kajovka ―situada a unos 70 kilómetros río arriba de la ciudad de Jersón― es una infraestructura fundamental, ya que alberga una central hidroeléctrica y gestiona un embalse que suministra agua para beber, regar y refrigerar la central nuclear de Zaporiyia, de seis reactores, la mayor de Europa.
El martes no estaba claro qué o quién causó la brecha en la presa, que está bajo control ruso, aunque era difícil no culpar a Rusia dado el momento del ataque, que se produjo un día después de que Ucrania lanzara su tan esperada contraofensiva de primavera. Ambos países negaron su responsabilidad y se han culpado mutuamente a lo largo del día. Ucrania dijo que Rusia era responsable de la explosión de una sala de máquinas de la central hidroeléctrica, en parte para impedir que las tropas ucranianas cruzaran el río Dniéper, río abajo, mientras que Rusia dijo que las fuerzas ucranianas llevaron a cabo un ataque de sabotaje. El ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, hizo la acrobática sugerencia de que, dado que Ucrania quería transferir algunas unidades y equipos militares de Jersón a otras partes del frente para ayudar en su contraofensiva, ensanchar el río aguas abajo facilitaría la defensa de Jersón con menos fuerzas.
Una tercera hipótesis que se barajaba el martes era que la presa podría haber sufrido un fallo estructural después de que el nivel de agua del embalse de Kajovka hubiera alcanzado el nivel más alto de los últimos 30 años, por lo que se encontraba por encima de la capacidad de almacenamiento prevista desde mayo. El martes por la noche no había pruebas de ninguna de esas hipótesis, aunque la dirección de inteligencia ucraniana dijo haber recogido pruebas de que la central hidroeléctrica había sido destruida con explosivos, y la inteligencia estadounidense también se “inclinaba” por la responsabilidad de Rusia. En octubre de 2022, Ucrania y Rusia se acusaron mutuamente de preparar ataques contra la presa: Ucrania advirtió de que Rusia había minado la presa y Rusia respondió al día siguiente con la sugerencia contraria.
La destrucción de la presa provocó de inmediato inundaciones que pusieron en peligro la vida y ocasionaron la evacuación de miles de personas que vivían aguas abajo de la presa, a lo largo de la orilla derecha del río Dniéper, controlada por Ucrania. Las primeras imágenes por satélite mostraban grandes zonas inundadas pocas horas después de la rotura. Mientras el agua subía rápidamente hasta alcanzar niveles peligrosos aguas abajo, el nivel del embalse de Kajovka descendía aguas arriba, lo que podría tener graves consecuencias para la seguridad nuclear de la central cercana.
El embalse de Kajovka es el sumidero final de calor de la central de Zaporiyia, una función de seguridad esencial para eliminar el calor de desintegración radiactiva generado por el combustible dentro de los reactores apagados y las piscinas de combustible gastado. La central cuenta con un estanque de refrigeración que bombea su agua desde el embalse de Kajovka. Según el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Mariano Grossi, el nivel del agua del embalse de Kajovka descendía el martes a un ritmo de 5 centímetros por hora, y añadió que “el agua del embalse estaba a unos 16,4 metros a las 8 de la mañana. Si desciende por debajo de 12,7 metros, ya no se podrá bombear”. En teoría, esto dejaría a los operarios unos tres días para bombear toda el agua posible para llenar el estanque. Pero los militares ucranianos calcularon que el nivel del agua descendía a un ritmo mucho mayor, de unos 15 centímetros por hora, lo que dejaba a los operarios sólo 24 horas para hacerlo.
Comentando en Twitter, Edwin Lyman, experto en seguridad nuclear de la Unión de Científicos Preocupados, describió la situación en la central nuclear de Zaporiyia como un “desastre a cámara lenta”. “El impacto en la central es algo que vamos a ver desarrollarse con el tiempo”, explicó Lyman además al Bulletin. “Hay un periodo de gracia para abordar este problema, pero no es infinito”.
En un comunicado, la Sociedad Nuclear Americana se mostró más tranquilizadora: “Aunque el agua descienda en el embalse roto hasta los niveles previos a la presa del río Dniéper, la central nuclear dispone de unidades móviles de bombeo que pueden utilizarse para acceder a agua de fuentes alternativas. La central también dispone de tomas de agua flotantes especiales que permiten a la instalación extraer agua cuando el embalse está en niveles bajos”. En su declaración, Grossi afirmó que el estanque era suficiente para suministrar agua para la refrigeración durante varios meses, aunque añadió que el OIEA confirmará esta información.
Aunque la central lleva varios meses sin generar electricidad y, por tanto, necesita menos refrigeración que si sus reactores estuvieran en funcionamiento, antes de la rotura de la presa el martes, uno de los reactores seguía aparentemente en “parada caliente” para producir vapor con fines in situ. “Eso significa mantener una presión y temperatura elevadas, [lo que] plantea algunas dudas sobre la estabilidad de ese reactor si ocurre algo más”, explicó Lyman. “No es un modo normal de funcionamiento de un reactor nuclear. Y, como no es un modo normal, los procedimientos normales de emergencia pueden no estar disponibles si algo va mal”.
Desde febrero de 2022, la guerra entre Rusia y Ucrania ha tenido consecuencias devastadoras para los recursos hídricos y las infraestructuras de Ucrania. Pero con la destrucción de la presa de Kajovka el martes, desapareció otra capa de seguridad. En su declaración, Grossi dijo que “no hay riesgo inmediato para la seguridad de la central”. Pero eso es “suponiendo que no ocurra nada más”, dijo Lyman al Bulletin. “La central está estable por ahora, pero cada vez es más vulnerable”. Grossi admitió que “es vital que este estanque de refrigeración permanezca intacto”.
“No debe hacerse nada que pueda socavar su integridad”.
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Fuente:
François Diaz-Maurin, Ukrainian dam is destroyed; nuclear plant lives in a ‘grace period’, 6 junio 2023, Bulletin of the Atomic Scientists.
Este artículo fue adaptado al español por Cristian Basualdo.
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