Continuamos con el desastre de Kyshtym, el accidente nuclear previo a Chernóbil que la URSS mantuvo en secreto durante dos décadas.
Por Juan Vernieri
Ocurrió en septiembre de 1957, en una planta secreta de reprocesamiento de combustible nuclear, llamada Mayak, que la Unión Soviética tenía cerca de Kyshtym, en los montes Urales, a unos 2.000 km al este de Moscú.
Una enorme nube radiactiva se extendió cientos de kilómetros sobre el país, afectando a unas 250.000 personas y provocando evacuaciones a gran escala.
Aunque docenas de trabajadores murieron y al menos dos centenares de personas fallecieron por síndrome de irradiación aguda, el mundo permaneció ajeno a aquella catástrofe durante años.
Se pretendió mantener también secreto el accidente de Chernóbil. Pero, a diferencia de Mayak, la planta estaba muy cerca de las fronteras con Occidente. Además, la contaminación que emanó de la explosión del reactor número 4 fue mucho mayor y se dirigió al oeste, siendo detectada en Suecia.
El desastre de Kyshtym fue “mucho más pequeño” que Chernóbil, pero liberó mucho más material radiactivo a la atmósfera, causando el tercer peor desastre nuclear de la historia después de Chernóbil y Fukushima.
Aquel 29 de septiembre, los técnicos que trabajaban en Mayak comenzaron su turno como de costumbre. Parecía un día normal. Anna Sharova, ingeniera química, que trabajaba en el laboratorio, recordó: “De repente, escuchamos una especie de trueno. Las ventanas estallaron, las puertas de cristal se quebraron. Miramos hacia afuera y vimos una nube enorme”.
Había escuchado la explosión causada por el sobrecalentamiento de uno de los tanques, que contenía residuos nucleares altamente concentrados.
Se ordenó al personal de la planta no mencionar a nadie el accidente “Ni una sola palabra”, dijo un colega de Sharova.
Mayak formaba parte del programa militar soviético: “Había una conexión muy cercana entre la producción de las bombas atómicas y la construcción de reactores para uso civil, fabricados por los militares”. En Mayak fue donde se produjo la primera bomba nuclear soviética.
“Y era la Guerra Fría, por eso había un secretismo total”.
La URSS siempre junto a un reactor aislado, fundaba una ciudad para albergar a los trabajadores. Sería conocida como Chelyabinsk-40, después recibiría el nombre de Ozersk, pero no aparecía en los mapas de la URSS.
El hecho ocurrió en 1957, a las puertas del 40 aniversario de la Revolución de Octubre y a cinco días del lanzamiento del Sputnik, el primer satélite artificial de la historia.
Los soviéticos no fueron los únicos en guardar silencio.
Los estadounidenses encontraron algunas señales de que había habido una explosión y contaminación, pero no dijeron nada porque ellos mismos estaban en el proceso de desarrollar grandes planes nucleares, y no quisieron crear alarma.
Hasta que un disidente ruso decidió hablar.
En septiembre de 2016, el científico Zhores Medvedev fue el primero en revelar oficialmente, a la comunidad internacional, aquel grave accidente nuclear ocurrido en los Urales. Había estudiado con detalle las consecuencias de aquella explosión.
El bioquímico e historiador le contó a la periodista de la BBC Dina Newman su versión sobre los hechos.
“No existían suficientes regulaciones sobre la temperatura y, en un momento dado, el sistema de regulación de uno de los tanques dejó de operar. Cuando la temperatura llegó a ciertos niveles, el tanque explotó”, dijo sobre el accidente.
Al menos unas 200 personas murieron en 10 días y cientos de miles fueron seriamente afectadas. Las cifras reales de víctimas nunca estuvieron disponibles.
El científico supo de la historia porque trabajaba en un laboratorio de investigación en Moscú, y fue uno de los pocos expertos soviéticos encargados de monitorear la contaminación nuclear en la región y una de las pocas personas en el mundo que sabía realmente lo que ocurrió allí.
Medvedev se convirtió en disidente, exiliado en Londres, Reino Unido. Casi 20 años más tarde, en 1976, publicó un artículo en el que mencionaba el desastre de Kyshtym.
“El elemento sorpresivo es que nadie en Occidente sabía sobre ello, excepto algunas agencias de inteligencia, que tenían información poco precisa”, le contó el científico a la BBC.
(Fuente BBC)
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