La Argentina está contagiada de la insensatez que embarga al mundo. Los últimos 5 gobiernos, incluido el actual, promueven la compra de reactores nucleares, que contribuirán a acumular más residuos radiactivos sin saber qué destino final habrá de depararles.
por Juan Vernieri
En menos de 70 años se han emplazado en el mundo más de 450 reactores nucleares de potencia, se han detonado 2078 bombas atómicas experimentales y hasta la de Hidrógeno, tan poderosa como 500 bombas de Hiroshima. En la actualidad hay fábricas de armas atómicas abandonadas, 7 submarinos nucleares hundidos en los océanos, restos de armas utilizadas en la 2da. Guerra Mundial, desparramadas en el fondo del mar, infinidad de reactores de estudio y con otros fines.
Desde 1949, Bélgica, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Holanda, Suiza y Suecia arrojaron, dentro de frágiles bidones metálicos, toneladas de residuos radiactivos solidificados con hormigón o betún, en fosas marinas próximas a Galicia y la costa cantábrica y otras en otros océanos, hasta que en 1982, la actividad de organizaciones ambientalistas lograron terminar con estas prácticas.
En el estado de Washington, las instalaciones de Hanford, considerado hoy el lugar de mayor contaminación radiactiva del planeta, Estados Unidos produjo el plutonio de la bomba de Nagasaki y de centenares más. Lleva décadas intentando su descontaminación. Deberá invertir en la limpieza unos 60 mil millones de dólares por año durante, posiblemente, 100 años más.
Sobre el cielo de Palomares, municipio de Cuevas del Almanzora, Almería, España, el 17 de enero de 1966 dos aeronaves de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, un cisterna y un bombardero estratégico B-52, colisionaron en una maniobra de reabastecimiento de combustible. Esto provocó el desprendimiento y la caída de las cuatro bombas termonucleares de 1,5 megatones cada una, que transportaba el B-52, así como la muerte de siete del total de los once tripulantes que sumaban ambas aeronaves. Dos bombas quedaron intactas, una en tierra y la otra en el mar Mediterráneo. Las otras dos cayeron sin paracaídas, una en un solar de la pedanía y la otra en una sierra cercana. La detonación del explosivo convencional que contenían, sumado al choque violento con el suelo, hizo que ambas bombas se rompieran en pedazos. Las tres que cayeron en tierra fueron localizadas en cuestión de horas, pero la que se precipitó al mar solo pudo ser recuperada 80 días después. Como resultado de la explosión una nube de finas partículas de óxidos transuránicos del núcleo de las bombas, más el tritio que se vaporizó al romperse el núcleo, fue dispersada por el viento y sus componentes se depositaron en una zona de monte bajo, campos de cultivo e incluso zonas urbanas.
En el Domo del atolón de Runit de las islas Marshall existe un ataud nuclear que está comenzando a resquebrajarse, y que seguramente será invadido por el aumento del nivel del mar. Los locales lo llaman la “Tumba” y recubre al menos 73 mil metros cúbicos de material radioactivo, incluyendo plutonio-239, una de las sustancias más tóxicas del planeta.
La central nuclear de Sellafield, en el Reino Unido, tiene acumulado plutonio como para fabricar 20.000 bombas atómicas.
En agosto de 1949 la desaparecida URSS detonó su primera bomba atómica en el polígono de Semipalatinsk, en el noreste de Kazajistán. Desde entonces hasta 1989, otras 456 explosiones se hicieron en el mismo lugar, en el aire, en la superficie y bajo tierra. Ni siquiera se avisaba de las pruebas a los 500.000 vecinos de los alrededores hasta 1956, cuando se empezó a informar una hora antes de las explosiones. Hoy, los habitantes de la región siguen sufriendo las consecuencias de la exposición a la radiación.
12.000 toneladas de combustibles gastados se producen en el mundo anualmente. Son RESIDUOS RADIACTIVOS de vida prolongada sin destino final seguro conocido.
En el mundo existe SOLO UN REPOSITORIO FINAL OPERATIVO para residuos atómicos, que está lleno de problemas, incluso con accidentes que paralizaron su actividad por años. Ese repositorio es el de Carlsbad en Nuevo México, que únicamente residuos de la fabricación de armas, pero no combustibles gastados de los reactores productores de electricidad. Por un accidente se estuvo muy próximo a evacuar ciudades norteamericanas y mejicanas. Hay otro en Corea del Sur en experimentación y un tercero a habilitar en el 2022 que está construyendo Finlandia en Onkalo, para recibir sus residuos y que albergará 6.500 toneladas cuando esté terminado en el año 2100.
Para una idea de lo que significa la radiactividad, es suficiente saber que el ataúd con los restos de Marie Curie, en el Panthéon de Francia, está revestido con casi tres centímetros de plomo ya que, al momento del traslado de su cuerpo, se descubrió que tenía altos índices de radiactividad, considerados actualmente muy peligrosos para la salud.
Como seguramente advertirán quienes lean estas palabras, para destacar la locura nuclear, no fue necesario recurrir al detalle de los 4 más famosos accidentes ocurridos: 1) en USA, Isla de la Tres Millas, Pensilvania, 2) en la Unión Soviética en Kyshtym, Mayak y 3) Chernobyl, Ucrania y 4) en Japón, terremoto y tsunami en Fukushima.
ES INCREÍBLE. ¿Adónde va la humanidad? La oposición al aumento de reactores, en Argentina, es una obligación de todo habitante consciente del país.
La fotografía que ilustra esta entrada muestra la construcción del Almacenamiento en Seco de Elementos Combustibles Quemados (ASECQ I) en el sitio Atucha. Crédito: Nucleoeléctrica Argentina S.A.
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