viernes, 15 de noviembre de 2019

“La situación en Venecia es límite. Todos debemos ayudarla unidos”

El alcalde de la ciudad italiana confía en que la inundación sirva para unir a todo el país en torno a la urbe.

por Daniel Verdú

Venecia está anegada. La ciudad ha vivido su peor inundación desde 1966 y la sensación es que ha llegado a una situación límite y que toca partir de cero. Las polémicas sobre el turismo, los grandes cruceros y el cambio climático han confluido en una catástrofe que, probablemente, podría haberse evitado. El Gobierno italiano construye desde hace 17 años un sistema de diques móvil que debería frenar las embestidas del agua. Pero después de más de 5.000 millones invertidos, aún no está operativa. El alcalde de la ciudad, Luigi Brugnaro (Mirano, 58 años) que ha dormido cuatro horas en las últimas 48 y apenas se ha quitado las botas de agua, cree que es una “vergüenza” que la obra no funcione. Pero la inundación, dice, puede servir para unir al país en torno a Venecia y relanzar un nuevo proyecto de ciudad para convertirla en una agencia internacional de debate sobre los efectos del cambio climático.

Pregunta. ¿Cuál es la situación y qué más puede suceder?

Respuesta. Hay que tener claro que el desastre ya ha pasado. No esperamos más. Pero desde fuera no se entiende que esto no es algo que pasa, que secamos el agua y se acabó. Cuando entra agua salada en las casas, en los negocios, en la actividad económica, en el patrimonio cultural… crea un daño enorme e irreversible. Hablamos de centenares de millones de euros.

P. ¿Entonces descarta ya otra situación como la del martes?

R. Tenemos otros picos de marea, pero no llegarán a una proporción de desastre como el otro día, parecida a la del año pasado. Mire, coincidieron dos fenómenos meteorológicos muy duros provocados por el cambio climático. Una marea extraordinariamente alta y una superposición de dos vientos: el Bora y el Sirocco, que levantan mucho el mar hacia la costa y elevaron la marea astronómica. Por eso tuvimos ese pico. El agua superó las barreras físicas de las casas, negocios… e inundó todo el espacio de agua salda. Entró en los circuitos eléctricos, las estructuras de las casas… Esto no se arregla secándolo como el agua dulce.

P. Pero el acqua alta siempre ha estado en Venecia.

R. Cierto, y para ese tipo de inundaciones nunca hemos pedido ayudas.

P. ¿El centro de previsión de mareas hizo bien su trabajo? Parece que la previsión era más baja.

R. No tiene nada que ver. Puedo hacer sonar las sirenas 20 veces, pero el agua del mar se para solo con cosas concretas. Y eso significa acabar urgentemente el sistema de barreras móviles: el MOSE. Es vergonzoso que todavía no esté terminado.

P. ¿Por qué una obra que empezó en 2003 y en la que se han gastado más de 5.000 millones sigue sin estar operativa?

R. Añada otra cosa: fue proyectada en los 80 y empezó a hablarse de ello tras el acqua grande de 1966. Con la ley especial y el dinero que se asignó entonces, empezó a señalarse este proyecto como la solución. En aquel tiempo la gente no pensaba que el nivel del mar subiría así. Me acuerdo de esos debates y había incredulidad sobre el tema. Pero mis predecesores, técnicos y científicos lo supieron ver. Y por eso creo que Venecia es un lugar ideal para convertirse en un polo de debate internacional, una agencia internacional que estudie la repercusión de los efectos del cambio climático en las ciudades.

P. ¿Y qué pasó con la obra?

R. Fue financiada de manera importante por el Estado. Pero siempre gestionada por ellos, dejando fuera a la ciudad y excluyéndola de la toma de decisiones. Es un gran error no hacer participar a los ciudadanos que viven aquí de los efectos de una obra así. Eso provocó también un debate que ya dura dos décadas entre los favorables y los escépticos del proyecto. La política romana de los últimos 20 años ha explotado esta división para financiar la obra a pedazos, a plazos… de manera extemporánea. Gestionaron la obra de manera vaporosa, y este es el motivo de que no esté acabada. La magistratura y la historia decidirán sobre todos los delitos que pueda haber habido y sobre si habrá valido la pena invertir tanto dinero. Yo empujo fuerte para que la terminen cuanto antes.

P. Los expertos dicen que podría nacer vieja.

R. Siempre hay riesgos. Si me pregunta si tengo dudas, le diré que sí. Pero hoy no tenemos otra alternativa para frenar un mar alto. Pero tenemos la certeza de que hay que terminar la obra de la mejor manera y en el tiempo más breve. “La situación en Venecia es límite. Todos debemos ayudarla unidos”.

P. Todo el mundo les mira.

R. Es muy positivo que el primer ministro, el presidente de la República, toda la oposición… hayan declarado públicamente la voluntad de la nación de acabar la obra y de rescatar el orgullo del país. Esto ya no es salvar Venecia, sino la dignidad internacional que nuestro país merece. Es pasar de las palabras a los hechos que durante tanto tiempo hicieron de Italia un gran país industrial y que hoy algunos quieren poner en discusión. Nosotros estamos en primera línea.

P. El agua entró en la Basílica de San Marco por segundo año consecutivo. Los responsables dicen que está en serio riesgo. ¿Qué hacer para protegerla?

R. Acabar el MOSE y otras barreras sobre el área más baja. Pero sobre todo, no perder la esperanza y ayudar a la gente que quiere resistir y ayudar. No ahuyentarlas con falsas preocupaciones. Esta es una ciudad delicada y hay que cuidarla.

P. El ingeniero jefe de San Marco propone construir una barrera en la plaza para protegerla. ¿Está de acuerdo?

R. Sí, hemos empezado a hablarlo. Lo importante es que trabajemos juntos.

P. El Gobierno ha concedido el estado de emergencia. ¿Qué le permitirá hacer?

R. Podremos hacer el plan oficial de costes inmediatos para poner a punto la ciudad. Por primera vez se ve que se mueve algo en Venecia. Quizá así, aún siendo un momento trágico, estamos ayudando a toda Italia. He visto una gran unidad. En estas situaciones o te divides más o te unes definitivamente.

P. ¿Cree que esta catástrofe puede ser una oportunidad para hacer un plan que también afecte a asuntos como los cruceros y ponga fin a una época?

R. Es algo que sugiero desde hace tiempo. Ahora el Gobierno se ha expresado con claridad y no se debe aislar, si no hacernos participar a todos. Es la ocasión para relanzar toda la ciudad; no solo la arquitectónica, sino también social y económica como Murano o Marghera.

P. El principal problema de Venecia, su despoblación, se agrava con estos fenómenos.

R. Perdone, pero no es así. La ciudad no se está despoblando porque la gente se va, sino porque muere. Y eso pasa en muchos sitios. Pero Venecia tiene una caja de resonancia que lo hace sentir más fuerte. Hay que invertir en los jóvenes. Podemos buscar una identidad de ciudad que atraiga más. Si la convertimos en un polo de innovación o lanzamos la idea de la agencia sobre el agua y los factores climáticos. El mundo entero la reconocería como tal.

El ‘acqua alta’ no deja en paz a Venecia

El primer ministro italiano declara el estado de emergencia cuando aún se prevén mareas altas.
por Milena Fernández

El ruido estridente de las sirenas despertó ayer a los venecianos a las 7.45 de la mañana para alertarles de que tres horas más tarde la marea llegaría a 113 centímetros. El aviso significa salir de casa con las botas puestas e inundaciones en gran parte de la ciudad, en particular en la zona del Rialto y en la turística plaza de San Marcos. “La pesadilla no termina. El mal tiempo no quiere darnos una tregua”, dice la joven estudiante Irene Natale, que lleva botas de agua y mucha rabia encima. “Hemos perdido todo el parqué del apartamento, muebles y algunos libros. No he terminado de secarlo todo y ya debo pensar en buscar otro sitio para vivir. Es un desastre y lo peor es que no acaba”.

Natale, como la mayoría de los jóvenes de la ciudad, sigue el avance de las mareas a través de una aplicación en el móvil. Pero el oído de los venecianos se ha acostumbrado al sonido de las sirenas del Centro de Previsión de Mareas. “Las primeras reproducían el ruido del sistema antiaéreo de la Segunda Guerra Mundial. Y así se quedaron para recodar que el acqua alta está llegando, con lo cual conviene quedarse en casa o ponerse las botas de agua”, explica un portavoz de este centro.

Las personas mayores, que son la mayoría de los 52.981 residentes, tienen el oído bien entrenado para distinguir las notas musicales con las que se anuncian las crecidas: cuando en la alarma suena un ‘si’, la marea será de un metro en la Punta de la Salud; un ‘la’ preludia un nivel de 110 centímetros, mientras que cuando suenan cuatro alarmas en ‘do’, habrá como mínimo 140 centímetros. “Cuando escucho la sirena en ‘do’ me preocupo, porque como soy bajita corro el riesgo de no poder ir a ninguna parte”, dice una joven mientras camina con el agua hasta las rodillas por la plaza de San Marcos.

La Basílica de San Marcos permanecía ayer cerrada e inundada, mientras un grupo de turistas coreanos se hacían fotos frente a ella. “No saben que la ciudad está viviendo uno de sus peores momentos”, explica el fotógrafo Matteo De Fina, que vive en la isla de la Guidecca. La noche del 12 de noviembre, viajaba con su hijo de 12 años en un barco pequeño. “Nos escapamos de la marea por poco”, añade. En ese momento, la mitad de las tiendas de la ciudad se inundó y se quedó sin electricidad. Los técnicos del Ministerio de Bienes Culturales controlaron el estado de la Basílica de San Marcos, donde ayer volvió a entrar el agua. “Los daños en el patrimonio son muy graves”, señala Emanuela Carpani, superidentente de los Bienes Culturales de Venecia. El Palacio Ducal permanecerá cerrado hasta el sábado, igual que el Palacio Fortuny, que ha debido suspender la exposición temporal que alberga.

El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, llegó el pasado miércoles a la ciudad y ayer su Ejecutivo declaró el estado de emergencia tras constatar la gravedad de los daños. “El Gobierno está con Venecia”, explicó Conte. El fondo contará con 20 millones de euros para hacer frente a las situaciones más urgentes, y se ofrecerán 5.000 euros a cada residente damnificado y hasta 20.000 euros a los dueños de tiendas.

Los venecianos se preguntan qué va a pasar después de estas inundaciones. La ciudad sigue a la espera de que funcione el Módulo Experimental Electromecánico (Mose), un sistema de diques móviles aprobado en 2003 que promete salvar Venecia y sus islas de las inundaciones. Las 78 compuertas, ya instaladas, nunca se han usado. El Gobierno dice que podrían funcionar en 2021. El objetivo es que no se repita los daños del acqua alta de 1966, que inundó por completo la vieja urbe. Han pasado 53 años y Venecia sigue indefensa. Y se esperan mareas altas al menos hasta el domingo.

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Fuentes:
Daniel Verdú, “La situación en Venecia es límite. Todos debemos ayudarla unidos”, 14 noviembre 2019, Deutsche Welle. Consultado 15 noviembre 2019.
Milena Fernández, El ‘acqua alta’ no deja en paz a Venecia, 14 noviembre 2019, Deutsche Welle. Consultado 15 noviembre 2019.

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