Los
habitantes de Severodvinsk, la ciudad más cercana a Nyonoksa (donde
se produjo el accidente), ven semejanzas con Chernóbil.
por
Xavier Colás
La
serie 'Chernóbil', que narra el pánico y la ocultación del peor
accidente nuclear del siglo XX, ha pellizcado la memoria de muchos
rusos. El jueves pasado los vecinos de Nyonoksa, un pueblo de medio
millar de habitantes en el Ártico ruso, se despertaron en una
especie de segunda temporada de la serie. Se había producido la
explosión de un misil nuclear de crucero durante unos ensayos.
Murieron cinco ingenieros y dos personas más, probablemente
militares. La contaminación tardó dos horas en llegar a
Severodvinsk, la ciudad más cercana.
Todavía
no se sabe qué ha pasado exactamente. "No creemos a nadie, esto
es una crisis nacional", dice a El Mundo Aleksei Klimov,
ecólogo, profesor e historiador local residente en Severodvinsk, a
la que está adscrita esta aldea. Allí 185.000 vecinos viven
pendientes de continuas versiones contradictorias cuya primera
entrega fue la misma que en la serie: ha ocurrido algo, pero no pasa
nada.
El
primer día vieron zumbar los helicópteros sobre sus cabezas. Sólo
después se enteraron, en muchos casos por parientes que llamaron
desde Moscú, de lo que estaba pasando. Los detectores de radiación
de Severodvinsk subieron entre 4 y 16 veces su valor habitual. Con
algo de demora la versión oficial fue dando la razón a la alarma
inicial, hasta que el martes las autoridades invitaron a los vecinos
de Nyonoksa a abandonar el pueblo aduciendo que en la zona iban a
desarrollarse unas "operaciones militares" que después
fueron canceladas.
El
pueblo se encuentra junto al polígono donde explotó lo que según
especialistas de Estados Unidos podría ser un prototipo del nuevo misil de
crucero Burevestnik. Aunque la evacuación, que causó incómodos
titulares en todo el país, se abortó en el último momento, varios
vecinos han confirmado a este periódico que muchos se han marchado
del pueblo, orgulloso de sus bellas iglesias de madera: "Y los
que han vuelto lo han hecho sin los niños", explica Klimov, que
está enfadado con las autoridades regionales, por borrar de internet
los primeros datos de radiación: "Nuestros gobernantes se
asustaron, no dijeron la verdad, son unos irresponsables".
Varios
testigos vieron cómo tres de los heridos en la explosión fueron
enviados en un vuelo de emergencia a Moscú para recibir tratamiento,
y los que los acompañaban llevaban trajes protectores. Corrieron
rumores de que varios hospitales se habían negado a aceptarles por
miedo a la contaminación, y se halló radiación en las batas de los
médicos que les trataron. El viernes se supo que las autoridades
habían decretado el cierre durante un mes de la bahía del mar
Blanco que baña esta fría costa, pues se han encontrado cantidades
importantes de combustible para cohetes en el agua.
"Parece
que aquí había visto 'Chernóbil' todo el mundo", confirma
Marina Vasilieva, vecina de Severodvinsk, al narrar cómo la gente ha
vivido estos días: las farmacias de la ciudad vendieron en pocas
horas todas sus existencias de yodo, elemento químico que ayuda a
evitar la absorción de isótopos radiactivos. "El alcohol
también se vendió bastante, la gente decidió quedarse en sus
casas", señala otro vecino.
"No
hay pánico, pero la gente está preocupada y los militares tratan de
mantener todo en secreto", dice Marina Vasilieva. Severodvinsk
es lo que en Rusia se conoce como una 'ciudad cerrada', donde los
extranjeros tienen prohibido el paso sin un permiso especial. Los
ecologistas han advertido durante años del aumento de los niveles de
radiación en las aguas cercanas. El origen está en dos grandes
astilleros navales que construyen y reparan submarinos de propulsión
nuclear y otros barcos. Son una amenaza para la salud, "pero al
mismo tiempo la principal industria de la ciudad", admite otro
vecino.
En
Nyonoksa, donde las evacuaciones suceden más de una vez al año por
asuntos relacionados con actividades del Ejército, muchos han
recordado estos días la última vez que el cielo tronó sobre este
pueblo. Era diciembre de 2015, y una prueba de un misil de crucero
salió mal, lanzando el proyectil contra el cuarto piso de un
edificio de apartamentos. No hubo víctimas ni se informó de
radiación. "Aquello fue un accidente, pero lo que ha pasado
esta vez es un riesgo descontrolado, la gente estuvo en estado de
'shock'", se queja Klimov, que espera que "Moscú despierte
de una vez ante el problema. "Si el viento hubiese soplado hacia
nosotros, ¿qué hubiese pasado?".
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Fuente:
Xavier Colás, Los vecinos de la región afectada por la explosión nuclear rusa: "No creemos a nadie. Esto es una crisis nacional", 15 agosto 2019, El Mundo. Consultado 17 agosto 2019.
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