Las
principales entidades empresariales de Córdoba demandan flexibilidad
y plazos. Alertan sobre la “pérdida de oportunidades” para la
provincia por las exigencias de las normas.
por
Walter Giannoni
“El
que se quema con leche ve una vaca y llora”, asegura un viejo y
corroborado dicho popular.
Después
de la frustrada radicación de una semillera en Malvinas Argentinas y
de otros planteos vinculados con el impacto ambiental de actividades,
tanto privadas como públicas, los empresarios cordobeses no quieren
correr el riesgo de nuevas frustraciones.
Toda
la actividad económica -con escasas excepciones- quedó supeditada
al cumplimiento de los requisitos exigidos por la ley provincial
10.208 y de los decretos reglamentarios que regulan la política
ambiental en el territorio. Pero el alto estándar de exigencias del
conjunto de la normativa genera preocupación por el freno que puede
implicar a nuevos proyectos de inversión o, incluso, a algunos ya
concretados que, tal como están las cosas, deberían desinvertir.
En
el fragor de la crisis de Monsanto, el llamado Grupo de los Seis
(G-6), que reúne a las principales organizaciones
gremial-empresariales de la industria, el comercio, la construcción
y los servicios, alertó sobre el desincentivo para las empresas que
implicaba dar marcha atrás con la radicación de la semillera, como
finalmente ocurrió.
Ahora,
con esa experiencia y con nuevos casos, como el de la planta de Porta
Hermanos o la habilitación de loteos, la entidad apunta a tratar de
compatibilizar con el sector público un esquema más flexible de
aplicación de las regulaciones.
Para
ello, el lunes está prevista una reunión de dirigentes del G-6 (dos
por entidad miembro) con el ministro de Agua, Ambiente y Servicios
Públicos, Fabián López, y su equipo de colaboradores en la
temática.
El
G-6 acuerda en que la ley sancionada en 2014 cumple estándares
internacionales. El punto es la necesidad de compatibilizar los
propósitos enunciados en la normativa “con la realidad productiva
del país”, comentó una fuente con conocimiento del análisis que
se efectúa a nivel empresarial.
Un
dirigente industrial consultado por La Voz consideró que la
aplicación de la normativa es en extremo “delicada” para las
fábricas. “No es sencillo cumplimentar cada uno de los requisitos,
menos sencillo es atravesar una audiencia pública y finalmente, si
el tema se politiza, se convierte en un problema con resultado
incierto”, comentó ayer. Los plazos de los llamados “sistemas de
gestión ambiental” y las audiencias públicas son dos de los ítems
más calientes. En apenas tres a seis meses, el interesado en
conseguir licencia para un proyecto debe entregar toda la
documentación con los estudios correspondientes para que no caduque
el trámite.
En
el G-6 existe la convicción de que el cumplimiento de la norma
“genera una pérdida de oportunidades para la provincia”,
comentaron interlocutores consultados ayer. “Tenemos casos en los
que se habla de dejar de invertir para no tener que atravesar por una
audiencia pública”, dijo otra fuente. “Es otro costo Córdoba
que no está a la vista”, agregó.
Si
bien en una primera lectura puede entenderse que los casos más
comprometidos son aquellos vinculados con la actividad química,
petroquímica, minería, desarrollos forestales o las relacionadas
con el uso de acuíferos, otras ramas se encuentran también entre la
espada y la pared.
Por
caso, los emprendimientos inmobiliarios que se desarrollen sobre
superficies mayores a las tres hectáreas deben cumplimentar la norma
y atravesar por audiencias públicas.
Fuente:
Walter Giannoni, El G-6 pide reabrir la discusión sobre la licencia ambiental, 12 julio 2019, La Voz del Interior. Consultado 15 julio 2019.
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