La socióloga y militante ambiental publicó “Chacra 51”, una experiencia personal a partir de la instalación en campos que habían sido de su padre de una plataforma de explotación de hidrocarburos.
por
Pablo Bassi
Maristella
Svampa escuchó hablar de los hidrocarburos no convencionales por
primera vez en 2011, de boca de Miguel Pichetto. “Como los que ya
se explotan en Estados Unidos, país que sabemos que en muchas cosas
están más adelantados que nosotros”, explicaba el senador
rionegrino en televisión.
Hasta
entonces, Svampa, socióloga e investigadora principal de Conicet,
había recorrido el país estudiando las consecuencias de la
megaminería a cielo abierto y sus resistencias en las comunidades.
Nunca imaginó que la chacra propiedad de su familia se convertiría,
con 8 pozos, en el centro de explotación hidrocarburífera más
grande de Allen, epicentro del fracking en la Argentina y, a la vez,
de la producción frutícola.
Cuando
se anotició que su primo Marcelo firmó un contrato con la
norteamericana Apache Corporation tras la muerte del tío Carlos,
Svampa regresó a su pueblo del alto valle de Río Negro buscando
distender una bullida crisis familiar. Luego, en 2013, viajó con
Pino Solanas y el abogado ambientalista Enrique Viale a registrar la
avanzada de la fractura hidráulica entre peras y manzanas.
Toda
esa atormentada historia fue narrada en Chacra 51. Un libro emocional
con recuerdos de infancia a la vera del Río Negro; nostálgico, como
el relato del árbol que va desapareciendo en lo que ya es una chacra
petrolera; revelador de la ofensiva del capital sobre el suelo
argentino, al que el Departamento de Energía de los Estados Unidos
ubica tercero en el ranking mundial de reservas de gas y petróleo.
En
diálogo con Canal Abierto, Maristella Svampa advierte que “el
fracking podría ser el tiro de gracia para los pequeños
productores”. Recuerda que ya en 2015 más de 50 chacareros tenían
alquiladas porciones de tierra a empresas extractivas cuyo aporte, si
bien no es gran cosa, multiplica por diez la renta frutícola. Y
lamenta que los principales candidatos tengan una visión
hiperproductivista de Vaca Muerta, donde impera la flexibilización
laboral y ocho trabajadores murieron en el último año.
Durante
la última campaña electoral en Río Negro fue débil el tratamiento
sobre los problemas de la fruticultura. Incluso, los principales
candidatos coincidieron en que es posible controlar el fracking. ¿Qué
te pareció?
Me
pareció desafortunado. El tema sirvió para descalificar a Martin
Soria (candidato opositor a gobernador por el Frente la Victoria),
debido a la ligereza con la que se pronunció en contra del fracking.
Creo que se debería haber realizado un debate sobre la explotación
de hidrocarburos en las chacras. El poder de lobby de las
corporaciones petroleras y la dependencia de Río Negro de la
explotación hidrocarburífera silencian candidatos.
¿Creés
que el fracking podría tener tenga alguna incidencia en el escenario
electoral de octubre?
Lamento
que no haya una discusión nacional sobre Vaca Muerta. Lo que hay es
una suerte de consenso eldoradista (legendaria ciudad de oro) acerca
de quién apuesta más a que la salvación es Vaca Muerta. Desde
Alberto Fernández, pasando por Miguel Pichetto y retomando
declaraciones de Kicillof, se expresa una línea hiperproductivista
que pretende convertir a la Argentina en una gran potencia energética
exportadora. Ni siquiera se habla de autoabastecimiento energético,
mientras el secretario general de la ONU (Antonio Guterres) dice que
somos la última generación que puede frenar el cambio climático.
¿Es
una batalla perdida la de rescindir el contrato con Apache
Corporation en la chacra 51 que hiciste famosa?
Es
muy complicado una vez firmado un convenio con una empresa petrolera.
La situación está en un limbo total. Primos y tíos siguen en
tratativas que no llegan a ningún lado. De todos modos, mi intención
cuando escribí el libro no fue revertir ese proceso sino dar un
cuadro general sobre lo que sucede en Allen ante el avance del modelo
hidrocarburífero, sobre el que hay escasa conciencia de los
habitantes del lugar y no se ha convertido aún en un problema
público. Y, en segundo lugar, intenté dar un panorama más general
sobre la problemática del fracking en la cuenca neuquina y Vaca
Muerta y una cartografía global de impactos, resistencias y debates
que recorren la problemática. Si la proa es Vaca Muerta, Allen es la
popa del barco fantasma que nadie quiere ver.
Si
el subsuelo es de las provincias, ¿cuál es el andamiaje legal que
habilita este tipo de contratos?
Si
bien desde la reforma constitucional de 1994 los recursos naturales
pasaron a estar controlados por las provincias, a partir de
conflictos en Allen, Fernández Oro o Vista Alegre, la Corte Suprema
considera que los municipios no tienen potestad sobre los recursos
del subsuelo. No obstante, las comunas tienen la potestad de
controlar la calidad del ambiente mediante ordenanzas antifracking
sancionadas en esa dirección.
Mencionás
una polémica figura que se le asigna al chacarero: la de
superficiario
Es
una figura que impide que el propietario tenga control sobre las
transformaciones del territorio. Es engañosa, porque las provincias
se apoderan no sólo del subsuelo sino de la superficie y el aire. En
definitiva, el impacto de la explotación de hidrocarburos no
convencionales afecta a todo el territorio
En
otro pasaje afirmás que estos contratos van de la mano de una
economía regional que muere lentamente, porque no es rentable. ¿En
qué condiciones podría salvarse la fruticultura?
Pese
a que el discurso del gobierno y las corporaciones es de convivencia
con el fracking, observamos un declive acelerado de la fruticultura y
una decadencia de pequeños y medianos productores. La socióloga
María Belén Alvaro señala que lo que está puesto en cuestión no
es el modelo de fruticultura, sino un tipo de modelo de fruticultura
que cambió en los ´80 y se profundizó en los ´90, concentrado en
manos sobre todo de exportadores y grandes propietarios. Los que
perdieron -el eslabón más débil- fueron los pequeños y medianos
productores. Necesitamos que el Estado, con políticas de largo
plazo, opere o promueva una reconversión de los pequeños y medianos
productores en la cadena de valor. Hasta ahora, el Estado sólo ha
entregado subsidios como política de corto plazo, dando por sentado
que los grandes actores son los que deciden la cuestión. Hay que
fomentar la fruticultura y la horticultura, impulsando la producción
orgánica que, si uno mira los datos de SeNaSA, verá que se ha
incrementado de manera importante en los últimos años. Cerca del 21
% de las exportaciones es de origen orgánico. Lejos de una mirada
utópica, una producción sin agroquímicos es posible.
Se
prohibió el fracking en Cinco Saltos y Allen, en municipios de Entre
Ríos, provincia de Buenos Aires, Mendoza y Chubut, gracias a un
poder de movilización que luego decayó. ¿Por qué?
Si
las movilizaciones no responden a una articulación de actores
diferentes, tienen corta vida. Eso sucedió en Allen en 2013. Se
promovió una ordenanza que prohibió el fracking, pero se diluyó la
movilización porque la problemática no se transformó aún en un
problema público. Mucha gente no sabe que cerca del río Negro se
extrae gas y petróleo mediante la metodología del fracking que, por
ahora, está afectando sólo a las poblaciones rurales, los
invisibles, los olvidados de siempre. Hay aquí una especie de
clasismo, de racismo ambiental. Pero si bien muchos son conscientes
de la incompatibilidad entre fruticultura y fracking, la influencia
de las empresas es muy grande. El municipio, en general, acalla los
impactos en una alianza estratégica. Hasta que no haya conciencia
moral del daño y se articulen actores políticos, sindicatos, la
sociedad civil, es difícil que haya una movilización de
persistencia.
Introducís
en Chacra 51 el concepto de antropoceno, muy apocalíptico por cierto
El
antropoceno es un concepto de síntesis y diagnóstico, colocado en
agenda desde el año 2000, que señala el ingreso a nueva edad
geológica en la cual la acción del ser humano es concebida como de
alcance geológico global. Si bien el ser humano siempre fue un
agente de cambio biológico, hoy además es una agente de cambio
global de impactos en la vida del planeta. La edad anterior,
holoceno, cubrió 10 mil años de historia y se caracterizó por una
estabilidad que le permitió al ser humano imponer su forma de vida
sobre el entorno. Hoy en día traspasamos un umbral crítico, a
partir del cual no tenemos más estabilidad climática y,
efectivamente, la naturaleza puede dar respuestas de carácter no
lineales, imprevistas e irreversibles.
Estos
cambios están vinculados a la quema de combustible fósil, que
aumenta la emisión de gases efecto invernadero; la pérdida de
biodiversidad (muchos científicos creen que estamos ante la sexta
extinción, masiva, que terminaría con una parte importante de la
vida); cambios en los ciclos del agua y el nitrógeno; aumento de la
población, que devora en un año lo que el planeta puede generar.
Los cambios son tan vertiginosos que las formas de vida no pueden
adaptarse en la adversidad. El planeta no puede desarrollar capacidad
de resiliencia.
Fuente:
Pablo Bassi, Maristella Svampa: “El lobby de las petroleras y la dependencia silencian candidatos”, 20 junio 2019, Canal Abierto.
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