por
Daniel Díaz Romero
Sala
de Prensa Ambiental
Manuel
Belgrano, más allá de la creación de la bandera argentina, dejó
un legado muy importante desde su pensamiento germinado a fines del
siglo XVIII.
En
la época del Virreinato del Río de la Plata, Belgrano esgrimió las
banderas de la producción agrícola y la distribución de la tierra
en consonancia con la conservación de los bosques y de los suelos.
Antonio
Brailovsky, de 73 años nacido en la ciudad de La Plata, reconocido
escritor, economista, historiador, ecologista y uno de los pioneros
de la educación ambiental en la Argentina, conversó con Sala de
Prensa Ambiental sobre la emblemática figura de Manuel José Joaquín
del Corazón de Jesús Belgrano, protagonista de nuestra historia,
quien fue bastante más que el padre de la bandera argentina.
Antonio
Brailovsky expresa que “Belgrano tenía la impronta de los
fisiócratas y se enfrentaba a lo que hoy sería la doctrina
monetarista: pensamiento de los reyes de aquella época que consistía
en la acumulación de oro y plata como sinónimo de riqueza. Para
Belgrano, lo más importante era el cultivo de la tierra y de esa
manera entraba en una fuerte disputa: los minerales les importaban a
los monarcas gobernantes, en cambio a los pueblos les importaba la
producción de alimentos y de esa manera expresaban intereses
opuestos a los de la monarquía”, indica el historiador.
Acerca
del vínculo de Manuel Belgrano con la naturaleza, Brailovsky señala
que “es importante destacarlo porque la figura pública que aparece
en los manuales escolares hace mucho hincapié en su rol de General,
aun sin haber sido un militar de carrera. Uno sospecha que la Primera
Junta de Gobierno se lo sacó de encima mandándolo a la guerra para
que no incidiera en la economía, respondiendo a los intereses de los
comerciantes del Río de la Plata: Belgrano molestaba por sus ideas
económicas”, opina el historiador platense.
“En
la época de formación del pensamiento belgraniano, había un
movimiento liderado por el famoso naturalista y explorador Alexander
Von Humboldt, el primer ecologista moderno que planteó, en
Sudamérica, la necesidad de una mirada integradora de la
naturaleza”, dice Brailovsky y agrega que “el pensamiento
ecológico y ambiental de Von Humboldt fue tomado por Belgrano, pero
también por Simón Bolívar en lo que ahora es Venezuela; en
Colombia, Francisco José de Caldas y en Uruguay, José Artigas. Se
trataba de un proyecto que implicaba el reparto y entrega de tierras
a los pobres, a los negros y a los indios para que las trabajaran”.
Antonio
Brailovsky señala que “Belgrano planteó el primer proyecto de
extensión rural en nuestro país que consistía en entrenar a los
curas de parroquia -porque la iglesia era la única institución con
llegada a todos los rincones del territorio- para que le enseñaran a
la población a sembrar, a cultivar y a cuidar el suelo en todo el
país: un modelo que el INTA (Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria) adoptó muchas décadas después, a mediados del siglo
XX”.
Subraya
Brailovsky que “las ideas de Manuel Belgrano no sólo hacían
referencia a temas como la conservación de bosques y del suelo, se
extendían a una protección productivista, donde la gente no debía
dejar el bosque solo, sino integrarlo al sistema productivo. Parte
de lo que luego hizo la Generación del ‘80, tiene que ver con lo
que plasmaron un siglo después: cultivar la Pampa Húmeda, cosa que
en la época colonial no estaba contemplado” y agrega que “Belgrano
intentó establecer reformas desde la época del Consulado de Buenos
Aires en 1794 hasta poco antes de la Revolución de Mayo de 1810,
donde decía que había que cultivar la tierra protegiendo los
árboles y cuidando el suelo. Si no hubiese creado la bandera lo
habrían olvidado; en vez de olvidarlo, lo distorsionaron”.
Fuente:
Daniel Díaz Romero, Las banderas de Belgrano, 20 junio 2019, Sala de Prensa Ambiental.
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