La polémica
subvención a la extracción en la Patagonia es un lastre para las
cuentas públicas argentinas y abre la puerta a demandas por parte de
las empresas.
Argentina tiene
grandes reservas de gas. Eso debería ser una ventaja, y
probablemente lo será en el futuro. Ahora es un dolor de cabeza. Una
medida del Gobierno de Mauricio Macri, la Resolución 46 de 2017,
destinada a estimular las inversiones en los yacimientos de Vaca
Muerta (Patagonia), se ha convertido en un lastre para las cuentas
públicas, mantiene unos precios del gas artificialmente altos, ha
indignado a las empresas del sector y puede acabar en un pleito ante
los tribunales internacionales.
La historia
comienza durante el mandato de Cristina Fernández de Kirchner.
Argentina empezó a importar gas licuado mediante buques cisterna que
descargaban en el puerto patagónico de Bahía Blanca. Lo que debía
ser una medida coyuntural se convirtió en una necesidad habitual a
un precio elevado: el millón de BTU (aproximadamente 27,8 metros
cúbicos de gas) se pagaba a unos 7,5 dólares, por el coste del
transporte y porque los contratos se habían realizado a toda prisa y
en condiciones desfavorables.
Cuando llegó a
la presidencia, Mauricio Macri consideró que aquello era un
derroche. En especial si se tenían en cuenta las reservas no
explotadas en el subsuelo patagónico. Al presidente y a su ministro
de Energía, Juan José Aranguren, se les ocurrió una idea brillante. En lugar de pagar 7,5 dólares por BTU en los mercados
internacionales, con la consiguiente hemorragia de divisas (el gasto
llegó a alcanzar 15.000 millones de dólares por año), se decidió
pagar ese precio a las empresas argentinas que extrajeran gas en Vaca
Muerta. El precio real era de unos cinco dólares, lo que suponía
una subvención aproximada de 2,5 dólares por BTU.
Las empresas se
lanzaron de cabeza a la oportunidad. La más audaz fue Tecpetrol,
filial energética del grupo Techint, uno de los más poderosos del
país. Se firmaron los correspondientes contratos de concesión, con
el precio garantizado de 7,5 dólares, que en años siguientes debía
descender paulatinamente hasta cinco. En el yacimiento de Fortín de
Piedra se invirtieron 2.000 millones de dólares y el gas, de
extracción atípica (con técnicas de fracking y similares), empezó
a brotar en abundancia. En año y medio se pasó de cero a 17
millones de metros cúbicos diarios.
De ahí, de la
abundancia, surgió el problema. Cuando los técnicos del Fondo
Monetario Internacional empezaron a revisar las cuentas públicas
argentinas, después de conceder un préstamo de 50.000 millones en
junio de 2018 y de añadir 7.000 millones más, con mejores
condiciones para todo el paquete, en septiembre, se sorprendieron
ante el coste de la operación. Y decidieron que era intolerable.
Macri había decidido, además, que las subvenciones se prolongaran
hasta 2021 (tenían que expirar este año) para compensar las
pérdidas de las empresas del sector por la profunda devaluación del
peso frente al dólar, cercana al 50 %.
Cambio
ministerial
En verano de
2018, Javier Iguacel sustituyó a Juan José Aranguren al frente del
Ministerio de Energía. Iguacel venía de la Dirección Nacional de
Vialidad del Ministerio de Transporte, donde había alcanzado cierta
celebridad por construir un puente ferroviario (1.200 millones de
pesos) por el que no podían circular trenes a causa de un error de
diseño. En cuanto se hizo cargo de los asuntos energéticos,
suspendió la construcción del gasoducto que debía unir el sur
patagónico con las provincias de Formosa, Corrientes, Misiones y
Santa Fe, con viejos problemas de abastecimiento. El gasoducto hacía
falta, pero el colapso del peso y la recesión imponían recortes.
Luego se puso a estudiar cómo librarse de las subvenciones al gas de
Vaca Muerta.
Iguacel duró
poco. Apenas seis meses. En diciembre pasado, Macri decidió
encargarse personalmente del problema energético y desmontó el
Ministerio de Energía, rebajándolo a la categoría de Secretaría
de Estado. Al frente de la misma colocó a uno de sus más fieles
asesores, Gustavo Lopetegui. Macri y Lopetegui no podían suprimir
las subvenciones, que acababan de prolongarse y, además, figuraban
en los contratos públicos firmados con las empresas extractoras. Lo
que hicieron fue anunciar que los 7,5 dólares por BTU solo se
pagarían por la extracción de gas prevista en el momento de la
Resolución 46, y no sobre la producción real, que había superado
largamente las previsiones más optimistas. En el caso de Tecpetrol,
eso suponía cobrar 7,5 dólares por la mitad de su producción, y
unos cinco por el resto.
Los abogados de
Tecpetrol declararon que no se habían fijado límites ni a la
producción ni a las subvenciones en el momento de firmar las
concesiones, por lo que la decisión del Gobierno no se ajustaba a
las leyes mercantiles. La empresa, y otras que trabajan en Vaca
Muerta, anunciaron que las nuevas condiciones no les permitían
proseguir con el mismo ritmo de trabajo y les obligaban a cerrar tres
de cuatro pozos. Eso, de momento. Anunciaron también que llevarían
el asunto a los tribunales. En un comunicado a la Comisión Nacional
de Valores, la empresa explicó que “el cambio de criterio de pago
alcanza retroactivamente a las liquidaciones de abril, mayo, junio,
julio, agosto, septiembre y octubre de 2018. Dicho cambio implica
hasta septiembre de 2018 un menor pago de 1.994 millones de pesos
[42,4 millones de euros], y si se mantuviera para todo 2018, el
impacto total del año ascendería a 5.655 millones de pesos”.
Los recortes
amenazaron con dejar sin empleo a 300 trabajadores especializados.
Gobierno, empresas y sindicatos acordaron el pasado 13 de febrero que
los trabajadores de Tecpetrol afectados se redistribuirían en otras
empresas y yacimientos. Pero el problema de fondo sigue sin
resolverse. El precio del petróleo ya está liberalizado. El
objetivo de Macri es liberalizar también el del gas, de gran
importancia porque el 60 % de la producción eléctrica argentina
procede de plantas gasistas. Para el consumidor, el precio del gas ha
aumentado un 400 % entre 2016 y 2018, y en los próximos meses se
espera un aumento de entre el 30 % y el 50 %.
Fuentes:
Enric González, La maldición del gas de Vaca Muerta, 22/02/19, El País.
Dibujo Chelo Candia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario