miércoles, 27 de noviembre de 2024

Residuos nucleares de alta actividad: la situación en EE. UU. | 3.° parte

El reactor B de Hanford, que ahora forma parte del Parque Histórico Nacional del Proyecto Manhattan. Aunque actualmente la mayor parte del sitio se considera segura para el público, las señales de advertencia de los peligros radiológicos son recordatorios de que los efectos de décadas de contaminación no han desaparecido.

En las primeras partes de este informe mencionamos que dos empresas han propuesto la construcción de repositorios nucleares provisorios, en Nuevo Mexico y Texas, para combustibles gastados de las decenas de centrales nucleares desparramadas en todo el país. Ambas ofertas se encuentran sumidas en un conflicto judicial. El 4 de octubre último la Corte Suprema acordó intervenir en el litigio. Por supuesto habrá que esperar.

Por Juan Vernieri

Además de los combustibles gastados, hay en Estados Unidos enormes cantidades de residuos nucleares producto de la fabricación de armas. A estos nos referiremos ahora.

El venenoso legado de la Guerra Fría aún no tiene solución. Las plantas que ayudaron a producir más de 60.000 bombas atómicas tienen toneladas de residuos que serán radiactivos por miles de años. Las autoridades no tienen claro qué hacer, ni perspectivas para un destino.

Hay en Carlsbad, Nuevo Mexico, un Almacén Geológico Profundo para estos residuos, que no admite combustibles gastados de las centrales por su alta temperatura, que no está prevista en este almacén.

Además de algunos accidentes dentro de estas instalaciones, que obligaron a suspender su actividad por un tiempo, el problema que no se ha resuelto aún es cómo advertir a las generaciones futuras que no desentierren los residuos que están allí depositados.

En un futuro los residuos nucleares de armas que hay en Hanford y en otros lugares del territorio norteamericano, irán probablemente a parar a Carlsbad.

De 1950 a 1990, el Departamento de Energía de EE. UU. produjo un promedio de cuatro bombas nucleares al día (60 mil en 40 años) en fábricas construidas a toda prisa, y con escasas medidas de protección medioambiental, que dejaron un vasto legado de residuos radiactivos tóxicos.

En ningún otro lugar esos problemas son mayores que en Hanford, en el estado de Washington, donde se establecieron los reactores productores de plutonio, materia prima de las bombas atómicas.

Los ingenieros enviados a limpiar el desastre de Hanford, tras la Guerra Fría, descubrieron más de 200 mil metros cúbicos de lodo altamente radiactivo procedente de la producción del plutonio.


Instrumentación en la sala de control del reactor B, que estuvo en funcionamiento hasta su desmantelamiento en 1968.

Limpiar los tanques subterráneos que estaban filtrando residuos venenosos hacia el río Columbia, ubicado a menos de 10 kilómetros de distancia, y estabilizarlos de alguna manera para su eliminación permanente planteó uno de los problemas químicos más complejos jamás enfrentados.

Los ingenieros planearon bombear el lodo, incrustarlo en vidrio y depositarlo en las profundidades de las montañas del desierto de Nevada.

En la década del 80 ya se pensó en vitrificar esos residuos y la planta se comenzó a construir en el 2000.

Pero la construcción de la planta de tratamiento químico de cinco pisos y más de 40 mil metros cuadrados, diseñada para esa tarea, se detuvo en 2012 —después de una inversión de 4000 millones de dólares— cuando se descubrió que estaba plagada de defectos de seguridad.

Durante 11 años, las actividades en la superestructura de la planta han permanecido suspendidas como un potente símbolo del fracaso de la nación, casi 80 años después de la Segunda Guerra Mundial, a la hora de abordar el legado más mortífero de la era atómica.

En noviembre de 2023, los desechos que se convertirán en un material similar al vidrio están todavía en 177 tanques subterráneos. En su interior, contienen una mezcla de desechos radiactivos y químicos de varias décadas de producción de plutonio. Como dijimos algunos tienen fugas.

Estos tanques estaban destinados a servir como almacenamiento provisional y ahora la mayoría han superado su vida útil. Durante las últimas décadas, ha habido un esfuerzo continuo para evaporar el exceso de líquidos de los tanques y transferir los desechos de tanques de una sola carcasa a tanques de doble carcasa más seguros.

Sin embargo, estos tanques de doble carcasa siguen siendo una solución temporal, hasta que los residuos puedan enviarse a la Planta de Tratamiento e Inmovilización de Residuos (ETA).

En próximas notas seguiremos con el tema.

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