viernes, 11 de enero de 2019

Enterramientos radiactivos en el Jarama

En 1970 una fuga radiactiva en Madrid llegó a ser detectada en las aguas del Tajo a su paso por Portugal. Más adelante, las autoridades españolas se decidieron a enterrar los lodos contaminados en el Jarama, despertando las protestas de varios grupos ecologistas. Finalmente, el CSN ha tenido que admitir la situación y formado un grupo de trabajo tras el escándalo, que la prensa ha sacado a la luz, demostrando la incapacidad nuclear de solucionar los problemas que genera.

por Francisco Castejón

Un poco de historia

El viernes 23 de noviembre de 1970 se produjo un escape de agua contaminada con radioisótopos radiactivos en la antigua Junta de Energía Nuclear (JEN). Varios técnicos detectaron el escape pero, bien porque no tuvieron conciencia de la gravedad del mismo, bien por dejadez, no le prestaron la atención debida y se fueron de fin de semana. El agua procedente de la refrigeración del reactor nuclear JEN1, y que había estado en contacto con los elementos combustibles, estuvo fugando durante todo el fin de semana y los técnicos atajaron la fuga el lunes siguiente.

La fuga radiactiva se mantuvo en secreto por las autoridades españolas, pero fue detectada en las aguas del Tajo a su paso por Lisboa por las portuguesas. El régimen dictatorial de Franco se encontró con una queja de su homólogo Salazar. Entre dictadores andaba el juego, pero al final sufre la gente.

La JEN era el centro estrella de investigación nuclear en España. Trataba todas las actividades del ciclo de combustible: la minería, la protección radiológica, la gestión de residuos y la seguridad nuclear. Fue juez y parte en la seguridad nuclear hasta la creación del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) en 1980. Asimismo fue el encargado de la gestión de residuos hasta la creación de ENRESA en 1984. Además de la JEN había múltiples instalaciones y actividades. En particular, en la JEN se desarrolló el proyecto Islero consistente en la fabricación de la bomba atómica española. Para ello se contaba, además de las instalaciones de la JEN con una fábrica de agua pesada que se construyó en Sabiñánigo (Huesca) y con los numerosos yacimientos de uranio que había en España.

El agua contaminada se fugó a las alcantarillas de la JEN, de allí pasó al alcantarillado de Madrid en el distrito de Moncloa, luego al Manzanares que llevó la contaminación a través de Madrid hasta el Jarama, que riega las huertas de la vega madrileña y de Aranjuez y, finalmente la radiactividad llegó al río Tajo, que transportó la radiactividad hasta Lisboa. El impacto ecológico fue muy grande y es posible que nunca se hubiera conocido de no ser por la protesta portuguesa.

Los trabajadores de la JEN procedieron a comprar toda la cosecha de hortalizas y a descontaminar las zonas más radiactivas. Todos estos desechos se trasladaron a la JEN donde se trataron y almacenaron. ¿Todos? No, los lodos de las caceras del Canal del Jarama se enterraron in situ.

Los enterramientos del Jarama

La enorme cantidad de residuos recogidos debía abrumar a aquellos trabajadores que iban midiendo la radiactividad a lo largo de cientos de kilómetros. En la zona del Jarama que va aguas abajo de Rivas Vaciamadrid hasta Villaseca de la Sagra (Toledo) se decidieron a enterrar los lodos allí mismo. La razón que explica este comportamiento irregular es el desprecio por la seguridad y por los efectos de las bajas dosis de la radiactividad de aquellos técnicos. Cuando se trata con bajas dosis, los efectos son probabilísticos y no son fáciles de determinar, por lo que el abandono de este tipo de residuos no será fácilmente detectado y puede quedar impune.

Los enterramientos se realizaron en ocho zonas, llamadas banquetas, con diversas concentraciones de radioisótopos. Sobre todo se detectaron los isótopos artificiales Cs-137, Cs-134, Co-60, Co-58, Mn-54, Fe-59, Zn-65, Zr-95, Ba-140, Ln-140, I-131, Cs-131 y Nb-95: una verdadera sopa de productos radiactivos emisores beta y gamma. La tasa de dosis legal de la época para el público en general era de 5 mSv al año y no se superaba en ningún caso. La situación peor era la de la banqueta número 4, cerca de Borox (Toledo). En el año 2000 se redujeron los límites de dosis y se dividieron por 5, y la tasa de dosis legal pasó a ser de 1 mSv al año. Esta dosis se supera en todos los enterramientos. Esta reducción de dosis debería haber sido suficiente para que el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) tomara cartas en el asunto y revisara la situación de los suelos con contaminación radiactiva persistente, sin embargo esto no fue así.

En el caso de los enterramientos del Jarama, se produjo una denuncia a mediados de los años 90 que la Fiscalía admitió a trámite y pidió al CSN que midiera la radiactividad del río. Las dosis registradas en el agua fueron muy bajas, por lo que se archivó la causa. Se realizaron numerosos informes en esa época.

El CSN realizó una nueva tanda de medidas en 2012 que dieron lugar a un nuevo informe, donde se mostraba la superación de tasa de dosis en todos los enterramientos. En ese informe se hacían una serie de recomendaciones para resolver la situación como comprobar el estado y propiedad de las tierras y, en caso de que sea necesario, proceder a la descontaminación. Algo bastante sensato que no se ha llevado a cabo.

En el momento actual, tres enterramientos han sido afectados por la acción humana: en uno se ha construido, en otro se ha cultivado y en un tercero se ha construido una torre de transporte de electricidad.

Otras contaminaciones persistentes

No es este, sin embargo, el único caso de suelos continuadas. Para neutralizar una acción de Ecologistas en Acción y Jarama Vivo en que se reclamaba la descontaminación de los lodos del Jarama, el CSN hizo pública una nota donde se reconocían los terrenos contaminados con radiactividad en España. Para sorpresa de los ecologistas, que llevaban décadas denunciando los episodios de contaminación y la inacción de la administración, el CSN reconocía finalmente que esos terrenos están contaminados. Tras este sorprendente reconocimiento, el CSN ha creado, ¡al fin!, un grupo de trabajo sobre el tema. Veremos en qué queda todo esto.

Estos son los suelos contaminados reconocidos por el CSN, además de los referidos enterramientos del Jarama:
- Palomares (Almería): 40 Ha contaminadas tras la caída de 4 bombas termonucleares, con presencia de Plutonio-239 y Americio-241.
- Marismas de Mendaña (estuario del río Tinto en Huelva): extensión de unos 1.600 m2 , con presencia de Cesio-137.
- También en río Tinto de Huelva: balsa de fosfoyesos con una extensión de aproximadamente 1.200 hectáreas, con presencia de Radio-226.
- El Hondón (cerca de Cartagena, Murcia): depósito de lodos de fosfatos, con unas 108 hectáreas de superficie, con presencia de Uranio-238.
- En el embalse de Flix del Ebro (Tarragona): lodos de fosfatos, con presencia de Uranio-238, que han sido retirados totalmente según el CSN y sólo parcialmente según Ecologistas en Acción.
- Antiguas minas y explotaciones de uranio en las que se han llevado a cabo actuaciones de restauración y que se miden regularmente para ver el nivel de radiactividad que todavía persiste.

Además, cabría citar algunos sedimentos de algunos embalses como el de Arrocampo (que refrigera la central de Almaraz) o el de Mequinenza (Zaragoza) cuyos estratos deben guardar recuerdo de todos los desaguisados que se han cometido en la cuenca de dicho río.

Conclusiones

Los enterramientos del Jarama son una de las varias herencias del pasado que se deben a las malas prácticas de la industria nuclear o al menosprecio de la contaminación radiactiva por los técnicos de esa industria. Es un caso parecido a los bidones enterrados en La Haba o a los suelos contaminados de Palomares. En el caso de los lodos del Jarama, los técnicos de la antigua JEN decidieron enterrar sin control esos lodos radiactivos, por estimar que el nivel de contaminación era admisible y que, en todo caso, nadie se enteraría. Sin embargo, en 2000, las dosis radiactivas máximas aceptadas por la ley se dividieron por 5 y esos lodos pasaron a representar un riesgo real de recibir altas dosis ilegales. Además, es posible que la contaminación radiactiva se extienda por el territorio, bien por efecto de la lluvia o de la acción humana. Claramente, los trabajadores despreciaron los posibles cambios que se iban a producir en el futuro: reducción de las dosis legales, acción humana sobre las banquetas contaminadas, etc.

El informe del CSN fechado en 2012 muestra que, en efecto, es posible recibir dosis más altas que la legal de 1 mSv/año, y hace algunas recomendaciones sensatas: básicamente caracterizar la contaminación y su extensión y limpiar las zonas contaminadas. Sin embargo, el CSN hace como si este informe no existiera y no ha realizado ninguna acción derivada de sus recomendaciones. Es inaceptable la actitud del CSN y el Pleno de este organismo debe asumir sus responsabilidades.

Es imprescindible caracterizar todos los enterramientos de los lodos para conocer el alcance de la contaminación y proceder a la descontaminación del terreno lo antes posible. De lo contrario se está poniendo en riesgo la salud de las personas y del medio ambiente. El CSN muestra también en este caso una alarmante falta de rigor.

Más allá de los lodos del Jarama, la existencia de estos suelos contaminados nos muestra la incapacidad de la industria nuclear para resolver los problemas que genera y el desprecio que existe hacia los efectos sobre la salud de las bajas dosis radiactivas.
Fuente:
Francisco Castejón, Enterramientos radiactivos en el Jarama, 07/01/19, El Salto Diario. Consultado 11/01/19.

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