"En el país del nomeacuerdo" compila quince años de trabajo de doce investigadores sobre genocidio y política indígena. Las omisiones históricas, la complicidad civil, el discurso de odio, y la avanzada de un Estado que se forjó sobre un exterminio que sigue hasta nuestros días.
Redacción Canal
Abierto | “La Argentina es un país que niega haber cometido un
genocidio, no es parte de la historia oficial. En realidad niega ser
un país indígena. Es un país pluricultural, plurinacional, y sin
embargo hemos aprendido a lo largo de nuestras vidas que la Argentina
era un país europeo, o casi”. La afirmación de la antropóloga
Diana Lenton describe un discurso que se impuso como constitutivo de
la identidad argentina y que ha logrado su cometido: invisibilizar a
los pueblos originarios y las matanzas y vejámenes que el Estado les
ha infringido por siglos.
Sobre ese tema
ahonda En el país del nomeacuerdo, el libro que compila quince años
de trabajo de la Red de Investigadores en Genocidio y Política
Indígena. Doce autores que abordan siete investigaciones sobre los
procesos de sometimiento e incorporación de los pueblos originarios
de las regiones patagónica, pampeana y chaqueña por parte del
Estado argentino.
“Si bien todos
los procesos actuales no pueden ser calificados como genocidio, no
pueden ser entendidos sin ese genocidio del que hablamos en En el
país del nomeacuerdo: los campos de concentración, la distribución
de niños, el reparto de prisioneros, el cambio de nombres”,
explica el historiador Mariano Nagy, coautor del libro, en diálogo
con Canal Abierto.
Esta política de
exterminio tampoco puede escindirse de la disputa por la tierra. “La
cuestión territorial es crucial para entender la relación entre
pueblos originarios y Estado -sostiene Marcelo Musante, sociólogo
e investigador de la Red-. Los indígenas habían sido corridos hacia
fronteras que no les interesaban a los poderes terratenientes y sin
embargo, con las nuevas plantaciones de soja que casi no requieren
agua, estos poderes empezaron a necesitar ocupar esas tierras que les
habían dado a los pueblos originarios sin títulos de propiedad. Y
la manera que tiene el Estado de sacar a sus pueblos originarios es
discursivamente empezar a considerarlos un enemigo que está ocupando
territorios y ahí empiezan a aparecer los discursos de malón”.
La investigación,
que apunta a recuperar una parte de la memoria social silenciada por
el discurso oficial, también analiza el rol de la sociedad civil en
estas matanzas y en su legitimación. “Cuando hay un reclamo
territorial en Patagonia, por ejemplo, lo que se suele hacer
mediáticamente es quitarle cualquier grado de politicidad a las
organizaciones indígenas y se las marca como extranjeras,
terroristas, ideologizadas. Esta idea de que es de afuera lo que está
viniendo”, relata Alexis Papazian, historiador y parte de la Red.
Para Lenton, “lo
que hacen los medios es generar esta idea de ‘nosotros-ellos’,
invisibilizando lo que tenemos en común”. “Hay una idea que está
en la base de todos los genocidios, que es muy claro en el caso de
los nazis, de que hay un sector de los habitantes de un país que son
sacrificables en pos del bien común. La matanza o el genocidio a
cuentagotas, porque no hay un ejército como el de Roca recorriendo
el país, se naturaliza”, resume.
Los silencios y
complicidades del relato histórico oficial con las matanzas, la
relación entre el Estado argentino y el mercado, el macrismo en el
recrudecimiento del discurso de odio y el recuerdo de Osvaldo Bayer,
en esta entrevista.
Fuente:
Argentina y la matanza silenciada, 09/01/19, Canal Abierto. Consultado 11/01/19.
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