viernes, 30 de noviembre de 2018

El mundo necesita dejar de usar carbón, ¿por qué es tan difícil?

por Somini Sengupta

HANÓI, Vietnam - Carbón, el combustible que impulsó la era industrial, ha llevado al planeta al borde de un catastrófico cambio climático.

Los científicos han advertido en repetidas ocasiones sobre los peligros que se acercan, la más reciente el 23 de noviembre, cuando un importante informe científico emitido por trece agencias gubernamentales estadounidenses concluyó que el daño por el cambio climático podría encoger hasta en un diez por ciento el tamaño de la economía estadounidense para finales del siglo si no se implementan medidas significativas para controlar el calentamiento.

En el ámbito internacional, un informe dado a conocer en octubre por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas descubrió que evitar la peor devastación requeriría una transformación radical de la economía mundial en tan solo unos cuantos años.

Lo más importante para la transformación: erradicar el uso de carbón y rápido.

No obstante, tres años después del Acuerdo de París, cuando líderes mundiales prometieron acciones, el carbón no muestra señales de desaparecer. Aunque ciertamente el uso de carbón menguará al final en todo el mundo, no parece que sucederá ni remotamente tan rápido como se necesita para evitar los peores efectos del cambio climático, de acuerdo con la evaluación más reciente de la Agencia Internacional de la Energía. De hecho, el año pasado, la producción global y el consumo se incrementaron después de dos años de declive.

Barato, abundante y el más contaminante de los combustibles fósiles, el carbón todavía es la fuente más grande de energía para generar electricidad en todo el mundo. Esto, incluso cuando energías renovables como la solar o la eólica rápidamente se vuelven más asequibles. Pronto, el carbón podría no tener sentido desde el punto de vista financiero para quienes todavía lo respaldan.

¿Por qué es tan difícil renunciar al carbón?

Porque el carbón es poderoso como fuente de energía dominante. Existen millones de toneladas bajo la tierra. Compañías poderosas, respaldadas por gobiernos poderosos, a menudo en la forma de subsidios, tienen prisa por hacer crecer sus mercados antes de que sea demasiado tarde. Los bancos todavía obtienen ganancias de él. Las grandes redes eléctricas de Estados Unidos fueron diseñadas para él. Las plantas de carbón pueden ser una manera segura para los políticos de brindar electricidad barata -y retener su propio poder-. En algunos países, ha sido una fuente notable de sobornos.

Incluso conforme las energías renovables crecen rápidamente, todavía tienen límites: las energías eólica y solar fluyen cuando la brisa sopla y el sol brilla, y eso requiere que las redes eléctricas tradicionales sean reacondicionadas.

La batalla por el futuro del carbón es librada en Asia.

El gigante mundial del carbón

El hogar de la mitad de la población mundial, Asia representa tres cuartos del consumo global de carbón actual. Lo que es más importante, significa más de tres cuartos de las plantas de carbón que están en construcción o en etapas de planeación -una impresionante cifra de 1200 de ellas, de acuerdo con Urgewald, un grupo alemán de defensoría que rastrea desarrollos de carbón-. Heffa Schücking, quien encabeza Urgewald, llamó a esas plantas “un ataque a los objetivos de París”.

Indonesia está extrayendo más carbón. Vietnam está preparando terrenos para nuevas plantas eléctricas operadas con carbón. Japón, al retroceder debido al desastre con la planta nuclear en 2011, ha resucitado al carbón.

No obstante, el gigante mundial es China. El país consume la mitad del carbón mundial. Más de 4,3 millones de chinos trabajan en las minas de carbón del país asiático. China ha agregado el 40 por ciento de la capacidad mundial de carbón desde 2002, un enorme incremento para solo dieciséis años. “Tuve que hacer el cálculo tres veces”, dijo Carlos Fernández Álvarez, un analista energético sénior en la Agencia Internacional de la Energía. “Pensé que era un error. Es una locura”.

Fomentado por la indignación pública sobre la contaminación del aire, China ahora también es el líder en instalación de energía solar y eólica, y su gobierno central ha tratado de lentificar la construcción de plantas de carbón. Sin embargo, un análisis realizado por Coal Swarm, un equipo de investigadores con sede en Estados Unidos que alientan a buscar alternativas al carbón, concluye que siguen construyendo nuevas plantas; otros proyectos propuestos han sido simplemente retrasados en vez de cancelados. El consumo de carbón de China creció en 2017, aunque a un ritmo mucho más lento que antes, y está en camino a crecer de nuevo en 2018, después de haberse reducido en los años previos.

La industria del carbón en China ahora está luchando para encontrar nuevos mercados, desde Kenia hasta Pakistán. Compañías chinas están construyendo plantas de carbón en diecisiete países, de acuerdo con Urgewald. Su rival regional, Japón, sigue la misma estrategia: casi el 60 por ciento de los proyectos planeados con carbón desarrollados por compañías japonesas se ubican fuera del país, principalmente financiados por bancos japoneses.

Esa competencia es particularmente dura en el sudeste de Asia, una de las últimas fronteras del mundo en la expansión del carbón.

Los árboles están muriendo’

Actualmente, prácticamente cada hogar en Vietnam, con una población de 95 millones, tiene electricidad. Hanói, la capital, está en un frenesí de nuevas construcciones, con una creciente demanda de cemento y acero -ambos grandes consumidores de energía-. La economía galopa. Hacia arriba y hacia abajo de la costa, 1560 kilómetros de longitud, compañías extranjeras, principalmente japonesas y chinas, están construyendo plantas de carbón.

Nguyen Thi Thu Thien se mudó de casa después de que la planta eléctrica generó un charco de ceniza justo enfrente. “El polvo de carbón ha ennegrecido mi casa”, dijo molesta. “Incluso los árboles están muriendo. No podemos vivir allá”.

El carbón representa el 36 por ciento de la capacidad actual de generación de electricidad del país; se proyecta que crecerá al 42 por ciento para 2030, de acuerdo con el gobierno. Para alimentar a esas plantas, Vietnam necesitará importar 90 millones de toneladas de carbón para 2030. La mayoría de las plantas en Vietnam usan tecnologías antiguas y contaminantes que muchos inversionistas han prometido recientemente no respaldar en proyectos futuros.

No obstante, los proyectos de carbón también generan oposición por parte de la comunidad, lo cual es raro en un país que aplasta a la disidencia. Pobladores bloquearon una autopista en 2015 para protestar contra un proyecto chino en el sudeste. Autoridades provinciales cancelaron otra planta propuesta en el delta del río Mekong.

Vietnam dice que está encaminado a cumplir con los objetivos de reducción de emisiones del Acuerdo de París. También China e India, con huellas de carbono mucho más grandes. Sin embargo, esos objetivos fueron fijados por los propios países, y no serán suficientes para evitar que las temperaturas globales se eleven a niveles catastróficos. Estados Unidos ha dicho que abandonará el Acuerdo de París.

Esos hechos alarmantes se ciernen sobre la siguiente ronda de negociaciones climáticas internacionales, que comenzarán el 3 de diciembre en el corazón de la región del carbón en Polonia. La delegación estadounidense planea promover el carbón en el evento, como lo hizo en las conversaciones del año pasado en Bonn, Alemania.

Estamos produciendo más’

La economía y el cálculo político son muy diferentes en la democracia más grande del mundo: India, con una población de 1300 millones de personas.

Ajay Mishra, el servidor público de carrera a cargo de la energía en el estado central indio de Telangana, lo conoce de primera mano.

Hace cinco años, dijo, las interrupciones diarias al suministro eléctrico afectaban a su estado. Los ventiladores de techo dejaban de funcionar en las asfixiantes tardes de verano. Las fábricas operaban con generadores que consumían grandes cantidades de diésel. Funcionarios estatales tuvieron que hacer algo para arreglar el problema eléctrico. Aprovecharon el sol, con lo que brevemente convirtieron a Telangana en uno de los principales productores de energía solar en India. También recurrieron a aquello en que los funcionarios de gobierno habían dependido durante más de un siglo: la vasta cantidad de carbón que yace bajo tierra, a través de las colinas y los bosques de India central.

Telangana ahora tiene electricidad todo el día. Sus trabajadores agrícolas la obtienen gratis para bombear agua.

Tenemos carbón”, dijo Mishra. “Producimos más cada año. Durante los siguientes cien años lo tendremos”.

En una entrevista en Nueva Delhi, el secretario de Energía de India, Ajay Bhalla, dijo que alrededor de 50 gigavatios de capacidad de carbón adicional estaba en construcción. Esa es una fracción de lo que estaba en desarrollo incluso hace una década, cuando se proyectaba que la demanda de energía de India crecería. Muchas de esas plantas se planea que remplacen a unas más antiguas y contaminantes. Sin embargo, el carbón no dejaría de usarse en fechas próximas, predijo, no hasta que haya maneras baratas y eficientes de almacenar energía solar y eólica.

Analistas afirman que India debe reconfigurar su red eléctrica para la era después del carbón. La tecnología de baterías avanza rápidamente. Microrredes pueden remplazar sistemas eléctricos tradicionales. Muchas plantas de carbón existentes ahora operan por debajo de su capacidad, varias están paradas y nuevos estándares energéticamente eficientes pueden ralentizar la demanda hasta el punto en el que puede haber un exceso de plantas de carbón costosas. ¿Quiénes se quedarán sosteniendo este grupo de activos varados? Los bancos del sector público que los financiaron.

No obstante, por ahora el carbón representa el 58 por ciento de la energía de India.

No es que esté usando carbón de muy buena gana”, dijo Bhalla. “Pero tengo que hacerlo”.

Fuente:
Somini Sengupta, El mundo necesita dejar de usar carbón, ¿por qué es tan difícil?, 28/11/18, The New York Times.

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