por Somini
Sengupta
HANÓI, Vietnam -
Carbón, el combustible que impulsó la era industrial, ha llevado al
planeta al borde de un catastrófico cambio climático.
Los científicos
han advertido en repetidas ocasiones sobre los peligros que se
acercan, la más reciente el 23 de noviembre, cuando un importante
informe científico emitido por trece agencias gubernamentales
estadounidenses concluyó que el daño por el cambio climático
podría encoger hasta en un diez por ciento el tamaño de la economía
estadounidense para finales del siglo si no se implementan medidas
significativas para controlar el calentamiento.
En el ámbito
internacional, un informe dado a conocer en octubre por el Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las
Naciones Unidas descubrió que evitar la peor devastación requeriría
una transformación radical de la economía mundial en tan solo unos
cuantos años.
Lo más
importante para la transformación: erradicar el uso de carbón y
rápido.
No obstante, tres
años después del Acuerdo de París, cuando líderes mundiales
prometieron acciones, el carbón no muestra señales de desaparecer.
Aunque ciertamente el uso de carbón menguará al final en todo el
mundo, no parece que sucederá ni remotamente tan rápido como se
necesita para evitar los peores efectos del cambio climático, de
acuerdo con la evaluación más reciente de la Agencia Internacional
de la Energía. De hecho, el año pasado, la producción global y el
consumo se incrementaron después de dos años de declive.
Barato, abundante
y el más contaminante de los combustibles fósiles, el carbón
todavía es la fuente más grande de energía para generar
electricidad en todo el mundo. Esto, incluso cuando energías
renovables como la solar o la eólica rápidamente se vuelven más
asequibles. Pronto, el carbón podría no tener sentido desde el
punto de vista financiero para quienes todavía lo respaldan.
¿Por qué es tan
difícil renunciar al carbón?
Porque el carbón
es poderoso como fuente de energía dominante. Existen millones de
toneladas bajo la tierra. Compañías poderosas, respaldadas por
gobiernos poderosos, a menudo en la forma de subsidios, tienen prisa
por hacer crecer sus mercados antes de que sea demasiado tarde. Los
bancos todavía obtienen ganancias de él. Las grandes redes
eléctricas de Estados Unidos fueron diseñadas para él. Las plantas
de carbón pueden ser una manera segura para los políticos de
brindar electricidad barata -y retener su propio poder-. En
algunos países, ha sido una fuente notable de sobornos.
Incluso conforme
las energías renovables crecen rápidamente, todavía tienen
límites: las energías eólica y solar fluyen cuando la brisa sopla
y el sol brilla, y eso requiere que las redes eléctricas
tradicionales sean reacondicionadas.
La batalla por el
futuro del carbón es librada en Asia.
El gigante
mundial del carbón
El hogar de la
mitad de la población mundial, Asia representa tres cuartos del
consumo global de carbón actual. Lo que es más importante,
significa más de tres cuartos de las plantas de carbón que están
en construcción o en etapas de planeación -una impresionante
cifra de 1200 de ellas, de acuerdo con Urgewald, un grupo alemán de
defensoría que rastrea desarrollos de carbón-. Heffa Schücking,
quien encabeza Urgewald, llamó a esas plantas “un ataque a los
objetivos de París”.
Indonesia está
extrayendo más carbón. Vietnam está preparando terrenos para
nuevas plantas eléctricas operadas con carbón. Japón, al
retroceder debido al desastre con la planta nuclear en 2011, ha
resucitado al carbón.
No obstante, el
gigante mundial es China. El país consume la mitad del carbón
mundial. Más de 4,3 millones de chinos trabajan en las minas de
carbón del país asiático. China ha agregado el 40 por ciento de la
capacidad mundial de carbón desde 2002, un enorme incremento para
solo dieciséis años. “Tuve que hacer el cálculo tres veces”,
dijo Carlos Fernández Álvarez, un analista energético sénior en
la Agencia Internacional de la Energía. “Pensé que era un error.
Es una locura”.
Fomentado por la
indignación pública sobre la contaminación del aire, China ahora
también es el líder en instalación de energía solar y eólica, y
su gobierno central ha tratado de lentificar la construcción de
plantas de carbón. Sin embargo, un análisis realizado por Coal
Swarm, un equipo de investigadores con sede en Estados Unidos que
alientan a buscar alternativas al carbón, concluye que siguen
construyendo nuevas plantas; otros proyectos propuestos han sido
simplemente retrasados en vez de cancelados. El consumo de carbón de
China creció en 2017, aunque a un ritmo mucho más lento que antes,
y está en camino a crecer de nuevo en 2018, después de haberse
reducido en los años previos.
La industria del
carbón en China ahora está luchando para encontrar nuevos mercados,
desde Kenia hasta Pakistán. Compañías chinas están construyendo
plantas de carbón en diecisiete países, de acuerdo con Urgewald. Su
rival regional, Japón, sigue la misma estrategia: casi el 60 por
ciento de los proyectos planeados con carbón desarrollados por
compañías japonesas se ubican fuera del país, principalmente
financiados por bancos japoneses.
Esa competencia
es particularmente dura en el sudeste de Asia, una de las últimas
fronteras del mundo en la expansión del carbón.
‘Los árboles
están muriendo’
Actualmente,
prácticamente cada hogar en Vietnam, con una población de 95
millones, tiene electricidad. Hanói, la capital, está en un frenesí
de nuevas construcciones, con una creciente demanda de cemento y
acero -ambos grandes consumidores de energía-. La economía
galopa. Hacia arriba y hacia abajo de la costa, 1560 kilómetros de
longitud, compañías extranjeras, principalmente japonesas y chinas,
están construyendo plantas de carbón.
Nguyen Thi Thu
Thien se mudó de casa después de que la planta eléctrica generó
un charco de ceniza justo enfrente. “El polvo de carbón ha
ennegrecido mi casa”, dijo molesta. “Incluso los árboles están
muriendo. No podemos vivir allá”.
El carbón
representa el 36 por ciento de la capacidad actual de generación de
electricidad del país; se proyecta que crecerá al 42 por ciento
para 2030, de acuerdo con el gobierno. Para alimentar a esas plantas,
Vietnam necesitará importar 90 millones de toneladas de carbón para
2030. La mayoría de las plantas en Vietnam usan tecnologías
antiguas y contaminantes que muchos inversionistas han prometido
recientemente no respaldar en proyectos futuros.
No obstante, los
proyectos de carbón también generan oposición por parte de la
comunidad, lo cual es raro en un país que aplasta a la disidencia.
Pobladores bloquearon una autopista en 2015 para protestar contra un
proyecto chino en el sudeste. Autoridades provinciales cancelaron
otra planta propuesta en el delta del río Mekong.
Vietnam dice que
está encaminado a cumplir con los objetivos de reducción de
emisiones del Acuerdo de París. También China e India, con huellas
de carbono mucho más grandes. Sin embargo, esos objetivos fueron
fijados por los propios países, y no serán suficientes para evitar
que las temperaturas globales se eleven a niveles catastróficos.
Estados Unidos ha dicho que abandonará el Acuerdo de París.
Esos hechos
alarmantes se ciernen sobre la siguiente ronda de negociaciones
climáticas internacionales, que comenzarán el 3 de diciembre en el
corazón de la región del carbón en Polonia. La delegación
estadounidense planea promover el carbón en el evento, como lo hizo
en las conversaciones del año pasado en Bonn, Alemania.
‘Estamos
produciendo más’
La economía y el
cálculo político son muy diferentes en la democracia más grande
del mundo: India, con una población de 1300 millones de personas.
Ajay Mishra, el
servidor público de carrera a cargo de la energía en el estado
central indio de Telangana, lo conoce de primera mano.
Hace cinco años,
dijo, las interrupciones diarias al suministro eléctrico afectaban a
su estado. Los ventiladores de techo dejaban de funcionar en las
asfixiantes tardes de verano. Las fábricas operaban con generadores
que consumían grandes cantidades de diésel. Funcionarios estatales
tuvieron que hacer algo para arreglar el problema eléctrico.
Aprovecharon el sol, con lo que brevemente convirtieron a Telangana
en uno de los principales productores de energía solar en India.
También recurrieron a aquello en que los funcionarios de gobierno
habían dependido durante más de un siglo: la vasta cantidad de
carbón que yace bajo tierra, a través de las colinas y los bosques
de India central.
Telangana ahora
tiene electricidad todo el día. Sus trabajadores agrícolas la
obtienen gratis para bombear agua.
“Tenemos
carbón”, dijo Mishra. “Producimos más cada año. Durante los
siguientes cien años lo tendremos”.
En una entrevista
en Nueva Delhi, el secretario de Energía de India, Ajay Bhalla, dijo
que alrededor de 50 gigavatios de capacidad de carbón adicional
estaba en construcción. Esa es una fracción de lo que estaba en
desarrollo incluso hace una década, cuando se proyectaba que la
demanda de energía de India crecería. Muchas de esas plantas se
planea que remplacen a unas más antiguas y contaminantes. Sin
embargo, el carbón no dejaría de usarse en fechas próximas,
predijo, no hasta que haya maneras baratas y eficientes de almacenar
energía solar y eólica.
Analistas afirman
que India debe reconfigurar su red eléctrica para la era después
del carbón. La tecnología de baterías avanza rápidamente.
Microrredes pueden remplazar sistemas eléctricos tradicionales.
Muchas plantas de carbón existentes ahora operan por debajo de su
capacidad, varias están paradas y nuevos estándares energéticamente
eficientes pueden ralentizar la demanda hasta el punto en el que
puede haber un exceso de plantas de carbón costosas. ¿Quiénes se
quedarán sosteniendo este grupo de activos varados? Los bancos del
sector público que los financiaron.
No obstante, por
ahora el carbón representa el 58 por ciento de la energía de India.
“No es que esté
usando carbón de muy buena gana”, dijo Bhalla. “Pero tengo que
hacerlo”.
Fuente:
Somini Sengupta, El mundo necesita dejar de usar carbón, ¿por qué es tan difícil?, 28/11/18, The New York Times.
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