Los desafíos por
superar son aún enormes en el país que lidera el crecimiento
económico en la región y que podría recibir nuevos envites dentro
de la temporada ciclónica.
por Carlos Arenas
Entre el 15 y el
29 de septiembre de 1998, el huracán Georges impactó República
Dominicana. Lo hizo con vientos máximos de más de 170 kilómetros
por hora y un ojo de aproximadamente 50 kilómetros de diámetro e
importantes lluvias sobre todo el territorio. La intensidad de
Georges provocó 283 muertes, el desplazamiento de más de 85.000
personas y la afectación del 51 % de la población. El país quedó
desolado. Los daños y pérdidas totales del desastre se estimaron en
millones de dólares y el 4% de los habitantes perdieron parcial o
totalmente su vivienda.
Además de los
grandes daños que causó, el huracán mostró la dura realidad de la
pobreza extrema y dejó importantes lecciones que aprender para
afrontar con mayor éxito futuros desastres tales como la generación
de información meteorológica, la difusión y comunicación a la
población antes impacto, la aplicación de planes nacionales e
institucionales de emergencia, la evacuación de las comunidades en
mayor riesgo y la necesidad de identificar y adoptar refugios (hoy
llamados albergues o centros colectivos) que garanticen la seguridad
y dignidad de las personas desplazadas.
A partir de la
fatídica fecha, son muchos los avances que la República Dominicana
ha desarrollado hasta el día de hoy; existe una ley de gestión de
riesgo de desastre, donde se detallan los roles y responsabilidades
en caso de desastre, existe una gran preparación de la Defensa
Civil, la Cruz Roja y los bomberos y la gran mayoría de la población
conoce por múltiples vías (televisión, radio, Twitter o incluso
una App especializada) de la llegada de un ciclón con dos o tres
días de anticipación, de manera que pueden tomar las medidas de
lugar. Asimismo, cada vez existe una mayor conciencia de las
problemáticas y desafíos que enfrenta un país insular como el
nuestro ante los nuevos desafíos del cambio climático: sequías
prolongadas, lluvias intensas y la necesidad de soluciones a largo
plazo para las poblaciones que se encuentran en situación de riesgo.
A pesar de los
grandes avances, son muchos los retos y desafíos para hacer frente a
un fenómeno como el huracán Georges y otros tantos que han venido
después. Sandy, Matthew, Irma o María en los últimos años.
Primero, la necesidad de construir una cultura proactiva, es decir,
invertir más en políticas activas de prevención de desastres y
cambiar la visión centrada en la de respuesta inmediata a la
emergencia como política pública predominante. Más sabiendo que,
según datos de Naciones Unidas, un peso, un dólar o un euro
invertido en prevención son de cinco a nueve pesos, euros y dólares
que ahorramos en la respuesta.
Lamentablemente,
en 2018 el gobierno de República Dominicana apenas estaría
dedicando 10 centavos de peso de cada 100 pesos (0,1 % de su gasto total) en programas y medidas para reducir el riesgo de desastre.
Otro elemento a considerar es la necesidad de proteger de violencia y
abusos a los miles de personas (25.000 de media, y en aumento según
el informe global sobre desplazamiento interno) que cada año se ven
obligadas a salir de sus casas a causa de los desastres,
especialmente mujeres y niñas. Y finalmente, y no menos importante,
es no olvidarnos de los damnificados cuando los focos y la atención
mediática se apagan.
Según datos del
movimiento social Casa Ya, más de 8.000 personas afectadas por
desastres -de las cuales muchas lo son por el huracán Georges-
están pendientes de una vivienda que nunca llegó y habitando de
forma permanente albergues o centros colectivos inicialmente
temporales. Y lamentablemente, el número de personas que necesitan
una respuesta va en aumento. Este septiembre, Casa Ya ha denunciado
que solo el 21 % de las comunidades afectadas por los huracanes Irma y
María recibieron algún tipo de apoyo y que muchas de las soluciones
aplicadas tendieron a perpetuar el riesgo de desastre.
Los avances son
muchos, pero los desafíos son enormes en el país que lidera el
crecimiento económico en la región y en el cual, de forma
permanente, podrán recibir los envistes de un nuevo huracán durante
la temporada ciclónica. Es, por lo tanto, responsabilidad del Estado
garantizar que estos fenómenos naturales no contribuyan a generar
más empobrecimiento y desigualdad.
Carlos Arenas es
responsable de acción humanitaria de Oxfam en la República
Dominicana.
Fuente:
Carlos Arenas, Vicios y virtudes en República Dominicana después de 20 años del huracán Georges, 27/09/18, El País.
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