lunes, 1 de octubre de 2018

Vicios y virtudes en República Dominicana después de 20 años del huracán Georges

Los desafíos por superar son aún enormes en el país que lidera el crecimiento económico en la región y que podría recibir nuevos envites dentro de la temporada ciclónica.

por Carlos Arenas

Entre el 15 y el 29 de septiembre de 1998, el huracán Georges impactó República Dominicana. Lo hizo con vientos máximos de más de 170 kilómetros por hora y un ojo de aproximadamente 50 kilómetros de diámetro e importantes lluvias sobre todo el territorio. La intensidad de Georges provocó 283 muertes, el desplazamiento de más de 85.000 personas y la afectación del 51 % de la población. El país quedó desolado. Los daños y pérdidas totales del desastre se estimaron en millones de dólares y el 4% de los habitantes perdieron parcial o totalmente su vivienda.

Además de los grandes daños que causó, el huracán mostró la dura realidad de la pobreza extrema y dejó importantes lecciones que aprender para afrontar con mayor éxito futuros desastres tales como la generación de información meteorológica, la difusión y comunicación a la población antes impacto, la aplicación de planes nacionales e institucionales de emergencia, la evacuación de las comunidades en mayor riesgo y la necesidad de identificar y adoptar refugios (hoy llamados albergues o centros colectivos) que garanticen la seguridad y dignidad de las personas desplazadas.

A partir de la fatídica fecha, son muchos los avances que la República Dominicana ha desarrollado hasta el día de hoy; existe una ley de gestión de riesgo de desastre, donde se detallan los roles y responsabilidades en caso de desastre, existe una gran preparación de la Defensa Civil, la Cruz Roja y los bomberos y la gran mayoría de la población conoce por múltiples vías (televisión, radio, Twitter o incluso una App especializada) de la llegada de un ciclón con dos o tres días de anticipación, de manera que pueden tomar las medidas de lugar. Asimismo, cada vez existe una mayor conciencia de las problemáticas y desafíos que enfrenta un país insular como el nuestro ante los nuevos desafíos del cambio climático: sequías prolongadas, lluvias intensas y la necesidad de soluciones a largo plazo para las poblaciones que se encuentran en situación de riesgo.

A pesar de los grandes avances, son muchos los retos y desafíos para hacer frente a un fenómeno como el huracán Georges y otros tantos que han venido después. Sandy, Matthew, Irma o María en los últimos años. Primero, la necesidad de construir una cultura proactiva, es decir, invertir más en políticas activas de prevención de desastres y cambiar la visión centrada en la de respuesta inmediata a la emergencia como política pública predominante. Más sabiendo que, según datos de Naciones Unidas, un peso, un dólar o un euro invertido en prevención son de cinco a nueve pesos, euros y dólares que ahorramos en la respuesta.

Lamentablemente, en 2018 el gobierno de República Dominicana apenas estaría dedicando 10 centavos de peso de cada 100 pesos (0,1 % de su gasto total) en programas y medidas para reducir el riesgo de desastre. Otro elemento a considerar es la necesidad de proteger de violencia y abusos a los miles de personas (25.000 de media, y en aumento según el informe global sobre desplazamiento interno) que cada año se ven obligadas a salir de sus casas a causa de los desastres, especialmente mujeres y niñas. Y finalmente, y no menos importante, es no olvidarnos de los damnificados cuando los focos y la atención mediática se apagan.

Según datos del movimiento social Casa Ya, más de 8.000 personas afectadas por desastres -de las cuales muchas lo son por el huracán Georges- están pendientes de una vivienda que nunca llegó y habitando de forma permanente albergues o centros colectivos inicialmente temporales. Y lamentablemente, el número de personas que necesitan una respuesta va en aumento. Este septiembre, Casa Ya ha denunciado que solo el 21 % de las comunidades afectadas por los huracanes Irma y María recibieron algún tipo de apoyo y que muchas de las soluciones aplicadas tendieron a perpetuar el riesgo de desastre.

Los avances son muchos, pero los desafíos son enormes en el país que lidera el crecimiento económico en la región y en el cual, de forma permanente, podrán recibir los envistes de un nuevo huracán durante la temporada ciclónica. Es, por lo tanto, responsabilidad del Estado garantizar que estos fenómenos naturales no contribuyan a generar más empobrecimiento y desigualdad.

Carlos Arenas es responsable de acción humanitaria de Oxfam en la República Dominicana.

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