El Congreso
analiza la responsabilidad sobre botellas y paquetes. El plástico,
uno de los residuos que más crece. Qué dice el Instituto Argentino
del Envase sobre la responsabilidad de fabricantes y productores.
por Fernando Colautti
Los malos
basurales gozan de buena salud y a Córdoba, como a todo el país, le
cuesta encaminar políticas para un tratamiento más sustentable de
los residuos. En esta provincia, menos del cinco por ciento de los
habitantes tiene hoy servicios de recolección diferenciada. El
porcentaje de los desechos que se recuperan para reciclar es también
muy bajo. Mientras menos se recupera, más se entierra. O, peor,
queda contaminando sin tratar.
En este marco,
los envases -sobre todo derivados de plásticos- representan un
dilema especial: cada vez hay más de ellos entre los residuos que
desechamos. Hasta en los océanos son un problema por su acumulación.
En Argentina,
hace años se promete discutir en el Congreso una “ley de envases”
que ordene en esta materia. Para algunos sectores, el que pone en el
mercado el envase debe hacerse cargo de su destino final (lo que se
llama “responsabilidad extendida del productor”). Para otros, la
cadena de responsabilidades es más compleja.
Ayer estuvo en
Córdoba Roberto Sánchez, coordinador del área Medio Ambiente del
Instituto Argentino del Envase. Participó de la jornada Reciclar,
organizada por Green Drinks Córdoba y la Universidad Tecnológica
Nacional. Antes de ese encuentro, habló con La Voz sobre lo que hoy
se discute en torno a qué hacemos con tanto envase, aportando la
perspectiva del sector industrial que representa.
Un asunto
pendiente
El Instituto
Argentino del Envase es una asociación civil sin fines de lucro,
creada hace medio siglo por empresas relacionadas con el
empaquetamiento (del vidrio, el cartón, la madera, el plástico y
otras). Casi 400 firmas de todos los rubros y materiales lo integran.
“Tiene como misión el desarrollo de la industria del envase,
apuntando a mejorar la calidad de vida de la gente y el cuidado del
ambiente”, apuntó Sánchez.
“Los envases
mejoraron la calidad de vida: consumir un yogur fabricado a 500
kilómetros y dos semanas después, en buenas condiciones, es un
servicio que presta un envase. Pero a la vez, como todo lo que se
hace, deja una huella ambiental, un impacto que empezamos a darnos
cuenta de que es importante contemplar”, admitió.
Sánchez remarcó
que esa institución analiza el impacto ambiental de los envases
desde hace años. “Lo abordamos en su sentido más amplio: desde
revisar cómo usar menos materia prima, o menos energía y agua para
fabricarlos, a cómo reducir su presencia como residuo o cómo
mejorar el circuito del reciclado”, apuntó.
Sobre la ley de
envases, que suma proyectos en el Congreso, pero nunca termina de ser
aprobada, Sánchez opinó: “Nosotros apoyamos la necesidad de una
ley ordenadora. Creemos que la sociedad en su conjunto debe tomar
cartas en ese asunto. Una buena ley ayudaría mucho. Hay aún
discusiones, sobre matices”.
El gran bonete
- Lo más
discutido es quién se hace cargo del envase como desecho. ¿El
productor o fabricante no es su responsable final?
- Es lo que
llaman la responsabilidad extendida del productor. Es un criterio que
parecería aceptado y, con matices, se avanza hacia eso. Pero la
discusión está en qué grado de responsabilidad le corresponde a
cada uno. Toda la industria está de acuerdo en que hay que sacar una
ley de envases. Algunos creen que la gestión debe ser privada,
otros, estatal, y hay quienes prefieren algo mixto. El sector privado
plantea que esto no debería transformarse en un nuevo impuesto, sino
en un sistema para gestionar con eficiencia este tema. Algunos
sostienen que la responsabilidad, y el costo, es para los dueños de
las marcas que ponen los envases en el mercado. Otros piensan que la
cosa debe ser más compartida con otros actores de la cadena, como
los fabricantes del envase o de la materia prima. Y otros apuntan a
lo que llaman la ‘percepción anticipada’, es decir que el
fabricante de la materia prima ponga ese dinero y lo cargue en el
precio de ese material, de manera que de allí en adelante se
sostenga ese costo y no aparezcan otros adicionales. La industria de
la materia prima apunta que no tiene cómo saber en qué se usa su
producción, porque no todo va a envases. Todo eso está en debate.
- Chile fue el
primer país de Sudamérica con ley de envases. Recién está
empezando a aplicarla, pero admiten que un buen tratamiento
implicaría un leve costo mayor para los consumidores, en cada
compra…
- Es un debate
que como país aún nos hemos negado. Hasta ahora, los consumidores
nos hemos dado el lujo de trasladarle el costo del destino final del
envase al Estado. Antes, cuando yo compraba aceite debía llevar la
botella de vidrio vacía y el negocio la guardaba y entregaba al
mayorista, que la regresaba al fabricante del aceite que, a su vez,
debía lavarla y volverla a llenar. Así pasaba con tantos productos.
Iban y venían los envases y el cajón de alambre o luego de
plástico. En general, eso generaba menos residuos y menor impacto,
aunque habría que hilar fino con los fletes y el lavado, por
ejemplo. Pero, en general, el envase reutilizado es más sustentable
en lo ambiental. Variaron los hábitos comerciales y de consumo y el
envase descartable, más liviano, representa, por ejemplo, que no
haya más tantos depósitos. Y el Estado se fue haciendo cargo de su
destino: esos envases ya no volvían sino que terminaban en la
recolección de basura de cada municipio. Y esa recolección, y
tratamiento final, cuesta. Este modelo implica que toda la sociedad
absorbe los costos de los que más consumen. El Estado se hace cargo
de todo ese costo y no en proporción al consumo de envases de cada
uno.
- Traducido: ¿que
las empresas se hagan cargo, pero que los consumidores sean
corresponsables? Que el que más descartable consume, más aporte
para su tratamiento…
- Quiero decir
que es legítimo si asignamos ese costo al que se beneficia por ese
servicio. Tanto la empresa que hace el negocio con ese envase como el
consumidor que los usa. Es el modelo que se aplica, en general, en
los países donde funcionan leyes de envases. Adicionalmente, se
impone que la comunidad asuma otra tarea para que todo tenga sentido:
que separe los envases de los residuos en su hogar. Entonces, el
costo se hace razonable. El cuidado que hay que tener es que esto no
se transforme en una caja negra que nadie sabe qué sucede adentro.
El Estado tiene déficit y los municipios tienen en la recolección
de residuos su mayor gasto después de sueldos. Pero muchos
recolectan seis días por semana, que es una exageración costosa.
Habría que ahorrar ahí, para poder hacer por ejemplo una
recolección diferenciada.
El hilo más
delgado
- De lo macro que
plantea, a lo micro: a los recuperadores de papel, plástico o
vidrio, que apenas subsisten, se les paga muy poco. Si eso no mejora,
es difícil afianzar un modelo razonable…
- Sí, es real.
En general, la economía de las cooperativas de recuperadores se
sostiene porque el Estado las subsidia. Hay tiempos en que lo que
juntan vale más y otros en lo que vale menos. Pero siempre es muy
básico. Hay que ir a un modelo que contemple eso. Si se pudieran
reducir los enormes costos de recolección, podrían derivarse
recursos a mejorar el circuito de los recuperadores. Otra cosa es
ayudar a que esas cooperativas puedan acortar las cadenas de
comercialización.
Lo poco que hasta
ahora se recicla
Roberto Sánchez,
del Instituto Argentino del Envase, señala que no hay datos
concretos en el país sobre cuánto se recupera hoy entre los
residuos para reciclar o reutilizar. “Algunas estimaciones muy
preliminares muestran que en cartón y en papel puede rondar del 35
al 40 por ciento y en los plásticos en el 10 por ciento”, señaló.
Cuando se le
advierte que el cartón y papel vuelve a ser eso, tras su reciclado,
pero que el plástico no vuelve a ser botella o recipiente, Sánchez
apuntó: “Una de nuestras consignas es justo esa: que el envase
vuelva a ser envase. Se está mejorando en eso y ya hay ejemplos en
Argentina. La botella de plásticos PET puede volver a ser envase, si
tiene el circuito adecuado. Las botellas de Villavicencio, por
ejemplo, tienen un 50 por ciento de plástico reciclado. Muchos no lo
hacen, pero lo podrían hacer. Para el otro destino más frecuente
del PET, que es su uso para fibras textiles, hay tiempo. Pero lo que
debemos buscar primero, es que vuelva a ser envase. Con el vidrio
también hay mucho por hacer aún”.
Proyecto demorado
En el Concejo
Deliberante de Córdoba el bloque oficialista estudia un proyecto
para legislar la responsabilidad sobre el envase, a lo largo de la
cadena de comercialización. No lograron ponerse de acuerdo en la
forma que podrían avanzar hacia ese objetivo.
Fuentes:
Fernando Colautti, ¿Quién se hace cargo de los envases?: se abrió el debate, 09/09/18, La Voz del Interior.
Lo poco que hasta ahora se recicla, 09/09/18, La Voz del Interior.
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