por
Juan Parrilla
Desde
1991, un grupo de vecinos y pescadores recreativos luchan para poner
fin al insólito dique que mantiene partido en dos al río Carcarañá,
que es una de las principales causas de la destrucción de la vida
acuática río arriba y que sólo sirve para generar una pequeña
porción de la energía que utiliza la empresa Molinos Juan Semino
SA. Los gobiernos de Santa Fe y Córdoba firmaron un acuerdo que,
entre otras cosas, incluye el objetivo avanzar en la remoción de la
presa, pero la empresa se niega a negociar. Desde el punto de vista
económico, ambiental y recreativo, se trata de un conflicto que no
tiene la más mínima razón de ser, aunque dos biólogos han
advertido que el problema es mucho más profundo y que la remoción
de la presa podría ser un primer paso, pero no el último.
El
río
El
Carcarañá nace en Córdoba, donde confluyen los ríos Tercero y
Saladillo, y desemboca en el río Coronda, afluente del Paraná.
Entre 1867 y 1878 se construyeron tres diques sobre el río que en su
momento fueron una verdadera revolución tecnológica. El único que
sigue el pie es el que está en la localidad de Carcarañá.
"Juan
Semino debe ser la única empresa del mundo que tiene el usufructo
exclusivo de un río en beneficio propio", señaló a Infobae el
guía de pesca Adrián Beltrame, referente en Carcarañá de los
vecinos que exigen la remoción de la presa.
El
dique ha sido uno de los principales actores en la pérdida de
biodiversidad río arriba. "Desde el río Coronda hasta el dique
hay casi veinte campings y complejos de cabañas cuyos pasajeros
disfrutan de un río con 225 especies de peces, la misma cantidad que
hay en el resto de la cuenca del Paraná. Hacia abajo, en cambio,
conviven menos de 30 especies de peces, el agua es oscura, casi no
hay campings o clubes y muchos vecinos de la zona ni siquiera conocen
el río, porque sencillamente no lo consideran un lugar de
esparcimiento", lamentó Beltrame.
Negociaciones
Desde
el año pasado hay conversaciones entre el Ministerio de Medio
Ambiente de Santa Fe y representantes de Molinos Juan Semino, que
están dispuestos a dialogar, pero no quieren que el dique se derribe
ni siquiera en un largo plazo. A los negociadores les dijeron que el
beneficio económico para la empresa es grande, aunque le presentaron
un cálculo distinto al que hicieron en el gobierno de Santa Fe.
Según
una declaración jurada que la empresa hizo ante el ENRE hace unos
años y a la que accedió Infobae, el dique genera apenas 375.000
Kw/mes de los 1.620.000 Kw/mes que la fábrica consumía por ese
entonces. Esto quiere decir que a la represa le generaba en ese
momento apenas el 23,14 % del consumo total, algo que los vecinos
aseguran que se podría solucionar con unos 50 metros cuadrados de
paneles solares o un biodigestor. Pero aclararon que en la actualidad
estiman que el porcentaje de generación es muchísimo menor, debido
al crecimiento de la compañía.
Sí
hay algo innegable en este punto: la empresa tiene derechos
adquiridos. Pero esa ventaja legal no es tan lineal, ya que en el
gobierno santafesino están evaluando algunos supuestos
incumplimientos de Molinos Juan Semino que le quitarían su posición
dominante en la mesa de negociación.
Fuentes
que intervienen en las conversaciones explicaron a este medio que las
presentaciones ambientales de la empresa están desactualizadas. Los
informes ambientales de cumplimiento se deben presentar cada 3 años.
El último de Molinos Juan Semino fue sellado en 2008 y ni siquiera
fue aprobado, porque no se mitigó el impacto del dique sobre la
fauna ictícola, a lo que se suma que la escala de peces de la presa
es ineficiente y que promueve la depredación, porque al lugar han
ingresado pescadores que la empresa dice que no puede controlar.
A
esto se suma otra irregularidad. Desde el Ministerio de Medio
Ambiente advirtieron que la empresa reforzó la represa y levantó su
nivel para aumentar la cantidad de agua acumulada y generar más
energía, pero que lo hizo de manera inconsulta, pese a que intervino
sobre un recurso natural de la provincia.
Hasta
ahora, la única oferta de la empresa es hacer una nueva escala de
peces. La que tiene la represa se basó en un modelo británico
pensado para salmones, que no sirve. Fue en el siglo XIX, cuando la
cuestión ambiental no era parte de la agenda. La compañía había
propuesto readecuar la escala en 2012 y el Estado provincial aprobó
el proyecto, pero nunca se llevó adelante. Los ejecutivos de Molinos
Juan Semino alegaron que fue por un tema económico. Ahora el
gobierno santafesino cambió de postura y rechazó el ofrecimiento.
Quiere que la represa desaparezca.
Nada
de esto pudo ser corroborado con la empresa, que declinó hacer
declaraciones al respecto ante la consulta de Infobae.
El
problema estuvo a punto a solucionarse hace unos años, pero lo trabó
una propuesta del entonces diputado y actual gobernador de Santa Fe,
Miguel Lifschitz, aunque su equipo ahora parece resuelto a poner fin
al problema. "Tenemos una empresa privada que recibe un
beneficio a partir de un recurso público con consecuencias
ambientales negativas. Queremos llegar a una solución consensuada,
que no sea de un día para el otro, pero sí que escalonadamente se
pueda llegar a que el río corra libremente", comentó a Infobae
el secretario de Medio Ambiente de Santa Fe, César Mackler.
Pese
a la voluntad negociadora que manifestó el funcionario, ante la
falta de avances concretos en la mesa de diálogo la Ministerio de
Medio Ambiente provincial envió el 30 de agosto una carta a la
empresa y le dio un plazo de un mes para actualizar sus informes
ambientales. Ante el silencio de Molinos Juan Semino, los abogados
del gobierno provincial están estudiando los pasos a seguir.
600
mil afectados
El
conflicto tiene otro actor de peso, que es el gobierno cordobés. La
Agrupación de Pescadores con Mosca de Río Tercero hizo un video
explicativo en el que calculó que de los 600 mil habitantes que
habita la cuenca, medio millón vive en Córdoba.
Córdoba
y Santa Fe firmaron un convenio hace un año, cuya cláusula segunda
establece que "las partes acuerdan trabajar en conjunto en pos
de lograr, entre otras actividades, la eliminación de las barreras
físicas que obstruyan la migración" de peces en el sistema que
conforman los ríos Ctalamochita (Tercero), Chocancharagua (Cuarto) y
Carcarañá.
Al
igual que su par de Santa Fe, el secretario de Ambiente y Cambio
Climático de Córdoba, Javier Britch, se mostró a favor de lograr
un "entendimiento" con la empresa. Y aunque dijo a Infobae
que comprende la posición de Molinos Juan Semino, advirtió que "una
obra que genera energía renovable no debería generar problemas
ambientales".
Además,
adelantó que están preparando un gran encuentro, posiblemente en
Casilda, para reunir a todos los actores involucrados y dar un fuerte
mensaje de unidad. "No es ambientalismo versus producción, sino
toda la comunidad que tiene que ver cómo resolver un problema.
Entiendo la resistencia de la empresa, pero me gustaría que ellos
comprendan que el conflicto debe ser resuelto y que sean parte de ese
logro", aclaró.
Más
obstáculos
El
secretario Britch admitió que el dique de Molinos Juan Semino no es
el único problema en la cuenca. "Hay otros obstáculos y
algunos los tenemos en Córdoba, como el dique azud nivelador de
Villa María, donde por ejemplo se podrían hacer unas rampas",
graficó.
En
esa línea, desde la Agrupación de Pescadores con Mosca de Río
Tercero subrayaron que la mirada debería ser más amplia y no se
tiene que limitar a la presa de Carcarañá. Creen que además del
dique, la baja diversidad de especies tiene que ver con otros tres
factores: el correcto manejo del caudal de agua, las barreras
químicas y el control del furtivismo.
"El
problema es una sumatoria de cosas. Un ejemplo: si una empresa larga
efluentes que tiene autorizados, necesitamos que río arriba no
retengan el agua. Y si alguien está sembrando peces, que no los
pesquen. Es un problema complejo", indicó a Infobae el
presidente de la organización, Diego Colussi.
En
la asociación está armando una ONG para sumar a todos los
interesados en el conflicto del río Ctalamochita, y en ese marco
contrataron a dos biólogos, Miguel Casalinuovo y Jael Dominino como
coordinadores del plan de restablecimiento de la conectividad del
sistema.
"El
problema de las barreras se encuentra en Santa Fe y en Córdoba,
porque además de Molinos Juan Semino hay otras barreras físicas,
como la que se encuentra en Villa María o San Marcos, ambas en
Córdoba. Desde el punto de vista del ciclo de vida de los peces,
impactan de igual manera todas, porque si desactivás el dique de
Carcarañá, que reconocemos que aparentemente es la barrera más
importante, igual los peces van a llegar más arriba, pero se van a
quedar en la segunda barrera", explicó Miguel Casalinuovo a
Infobae.
Pero
el biólogo también hizo hincapié en otro tipo de obstáculos, las
barreras químicas. "No se ven, pero son importantes. Por
ejemplo, hay estudios que demuestran que hay agrotóxicos a lo largo
de la cuenca y se ha detectado su presencia en los tejidos de los
peces. También hay investigaciones sobre la calidad del agua, que
prueban que cuando el río atraviesa las ciudades, la calidad
empeora, básicamente por las aguas servidas", precisó.
A
la hora de interpretar las consecuencias sobre la biodiversidad río
arriba de Carcarañá, Casalinuovo subrayó que no es tan importante
evaluar la cantidad de especies presentes, ya que la diferencia puede
llegar a ser mínima. "Hay dos tipos de peces en la cuenca, los
residentes y los migratorios. Los primeros, como las tarariras,
cumplen su ciclo de vida más o menos en el mismo lugar. Los
migratorios, en cambio, sí o sí necesitan cambiar de lugar entre
áreas de alimentación y de reproducción. Esos son los más
afectados. Los más importantes entre esos son los dorados y los
sábalos. Para evaluar el impacto de las barreras físicas hay que
analizar si los peces migratorios suben río arriba y pasan las
represas", educó. "No hay que analizar solo la cantidad de
especies, sino ver si la abundancia de los peces migratorios cambia
río arriba y abajo de cada barrera de manera brusca, lo cual
indicaría que muchos llegan hasta los paredones y no pueden
pasarlos", insistió.
El
problema, entonces, es amplio. Y todavía hay más interrogantes que
certezas. Todo indica que el dique de Carcarañá será removido,
pero persistirán otros problemas por resolver. ¿Se harán las obras
en Villa María? ¿Se permitirá que se siga sembrando maíz fumigado
con agroquímicos hasta la orilla de los ríos? ¿Se regularán los
caudales de los ríos para intentar reproducir las condiciones que
tenían los cursos de agua antes de que el hombre incorpore las
barreras artificiales? ¿Se controlarán el furtivismo y la
contaminación industrial? En definitiva, la pregunta es si el
conflicto con Molinos Juan Semino será el principio o el fin de la
historia. Todavía hay mucho terreno por explorar y muchos intereses
que buscarán cerrar el camino.
Fuente:
Juan Parrilla jparrilla@infobae.com, El insólito dique que explota una empresa privada y arruina la vida enuno de los ríos más importantes de Córdoba y Santa Fe, 28 septiembre 2018, Infobae.
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