Foto: Baltisky Shipyard/ Reuters |
por Jan Haverkamp
y Rashid Alimov
Hace treinta y
dos años el mundo sufrió el mayor accidente nuclear que contaminó
enormes áreas en Europa. La generación actual puede que ya no
recuerde que durante unos meses las espinacas y otras muchas verduras
tuvieron que ser destruidas en países como Holanda y Alemania, que
las vacas de toda Europa tuvieron que permanecer en sus establos y la
leche se retiró del consumo, y que durante más de dos décadas, un
gran número de renos en Laponia, de ovejas en Lake District el mayor
parque natural de Inglaterra y jabalíes la Selva Negra de Alemania,
tuvieron que ser sacrificados debido a la alta contaminación
radiactiva.
En los países
que recibieron el mayor impacto, Bielorrusia, Ucrania y Rusia,
cientos de kilómetros cuadrados están todavía hoy demasiado
contaminados para que regrese la gente, y varios millones de personas
viven en zonas donde la contaminación es un riesgo en su vida
diaria. El año pasado, 31 años después, la comunidad internacional
pudo cubrir los reactores que explotaron para permitir el inicio de
los trabajos de limpieza, si es que somos capaces de desarrollar la
tecnología para eso. Desde el 26 de abril de 1986, sabemos por
experiencia directa que existen graves riesgos graves con la energía
nuclear.
Hace siete años,
la catástrofe de Fukushima mostró que este riesgo continúa en
todas partes mientras exista la energía nuclear. La más famosa
lección de este desastre, que se menciona en muchas publicaciones,
incluso del sector nuclear, es “pensar lo impensable”.
¿Una central
nuclear flotante? ¿en serio?
El Moloch nuclear
ruso Rosatom planea avanzar en las próximas semanas con el primer
diseño del mundo de una central nuclear flotante [1], el “Akademik
Lomonosov”, para su posterior preparación de San Petersburgo y a
través del Mar Báltico, costeando Noruega llegar a Murmansk. Allí
será cargado con combustible nuclear y probado a una distancia de
pocos kilómetros de los 300,000 habitantes de Murmansk.
Inicialmente, Rosatom tenía previsto cargar combustible y probar ya
el “Akademik Lomonosov” en el astillero Baltiysky en el centro de
San Petersburgo, al lado de la catedral de San Isaac.
¿Qué podría
salir mal?
Rostechnadzor, el
regulador nuclear ruso, farfulló algo pero, debido a las carencias
en las leyes nucleares, no será una planta nuclear hasta que no
llegue a Pevek (en la otra punta de Rusia, cerca ya del mar de
Bering). Hasta entonces no se tendrá ningún acceso completo para la
inspección de la “embarcación” ni una mandato para poder
analizar.
Gracias a una
petición de doce mil ciudadanos de San Petersburgo, las preguntas en
la asamblea legislativa de la ciudad, y las graves preocupaciones de
los países de todo el mar Báltico acerca del transporte de dos
reactores nucleares llenos de combustible irradiado, sin propulsión
propia, a lo largo de sus costas; se puso un poco de sentido común
en Rosatom. El combustible será enviado por tren a Murmansk, eso es
todo.
A partir de
Murmansk, el “Akademik Lomonosov” será cargado (y debido a las
pruebas previas que se realizan es combustible irradiado) y remolcado
el próximo año a unos 5.000 kilómetros a lo largo de la ruta del
Mar del Norte, debido al cambio climático esta ruta a menudo está
parcialmente libre de hielo, para llegar finalmente hasta el pequeño
puerto de Pevek en la región del extremo noreste de Chukotka.
En Pevek
proporcionará a sus 5.000 habitantes, su puerto y sus minas de
carbón, 70 MW de potencia eléctrica. Sin duda existen otras
tecnologías para producir electricidad en el siglo XXI, con riesgos
infinitamente menores, pero es que ese no es el objetivo final del
“Akademik Lomonosov”, sino que será el primero de una flota de
centrales nucleares flotantes en el Ártico. Recientemente, Rosatom
recibió el mandato de gestionar la navegación y el desarrollo a lo
largo de la Ruta del Mar del Norte. Este es el proyecto que prepara
el terreno para la explotación a gran escala de la parte rusa del
Ártico, de los depósitos de petróleo, gas y carbón. Estas plantas
nucleares flotantes proporcionaran la energía para explotar los
recursos en busca de más combustibles fósiles que destruyan el
clima.
¿Qué podría
salir mal? ¿Estás pensando en el Titanic? ¿Es que no confías en
los ingenieros de Rosatom?
A partir de aquí
la fantasía no conoce fronteras: los ingenieros de Rosatom ya
propusieron en 1995 al Organismo Internacional de Energía Atómica
el desarrollo de centrales nucleares flotantes para electricidad,
para la producción y desalinización en otras partes del mundo
también. Pensemos por ejemplo en islas remotas en Indonesia y
Filipinas. China también tiene la intención de utilizarlos en islas
remotas. Y en este caso ¿que podría salir mal? ¿un tsunami?. Había
barcos varados en tierra en el tsunami del sur de Asia en 2004 o el
norte de Japón en 2011, ¿ya hemos olvidado esas imágenes?
Si este
desarrollo no se detiene, la próxima catástrofe nuclear bien podría
ser un “Chernobyl on ice” o un “Chernobyl on the rocks”.
- La primera planta de energía nuclear del mundo en un barco, el US Sturgis o MH 1A, no fue diseñado específicamente para ese propósito. Era una vieja nave de carga en la que se instaló un reactor. Y no fue un verdadero éxito. Funcionó sólo 7 años en la zona del Canal de Panamá, y luego fue suspendida su actividad, al ser dañada por la tormenta, almacenado y en el olvido durante 38 años. Actualmente está siendo desmantelada en Galveston, Estados Unidos.
Rashid Alimov es
el responsable de la campaña nuclear en Greenpeace Rusia Jan
Haverkamp es consultor experto en energía nuclear para Greenpeace
Europa central y oriental.
Fuente:
Jan Haverkamp, Rashid Alimov, 32 años después de Chernobyl, Rusia prepara un “Chernobyl sobre hielo”, 26/04/18, Greenpeace España.
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