Entrevista al
ecologista Elio Brailovsky realizada por Mario Hernández, de FM La
Boca.
Mario Hernández:
Ha habido unas declaraciones del ministro de Ciencia, Tecnología e
Innovaciones productivas, Lino Barañao, el pasado 10 de abril en
Tucumán, en oportunidad de la asamblea de Ciencia y Tecnología de
la Nación, quien manifestó que la diferencia entre un ecólogo y un
ecologista es la misma que hay entre un enólogo y un borracho.
Elio Brailovsky:
Cuando a alguien se le acaban los argumentos tiene que insultar. De
modo que parece que al Ministro se le acabaron los argumentos, si
tuviera argumentos más sólidos los estaría usando. Vale la pena
aclarar que casi todas las organizaciones no gubernamentales
ecologistas tienen científicos de prestigio trabajando con ellas. Yo
soy colaborador de la Asociación de Vecinos de La Boca y el
apoderado de la Asociación es el Dr. Estrada Oyuela que al mismo
tiempo es el Presidente de la Academia Argentina de Ciencias del
Ambiente. Un ecologista que no solo es académico sino que además es
el presidente de los académicos. Y si uno empieza a mirar, el mejor
equipo de Derecho ambiental del país está en una asociación
ecologista, la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) que
tiene mejores abogados especialistas en medio ambiente que la
Facultad de Derecho o la Corte Suprema. De modo que por donde uno
mire encuentra profesionales prestigiosos que son ecólogos y
ecologistas al mismo tiempo. Simplemente el señor ministro está
ofuscado porque se le van terminando los argumentos.
M.H.: El ministro
Barañao decía que tomar un vaso de glifosato era lo mismo que tomar
un vaso de agua.
E.B.: Yo le diría
que no lo haga. Me daría una enorme pena que muriera por una pavada
así. El tema es, en Estados Unidos se aprobó el glifosato sobre la
base de documentación que presentó la empresa Monsanto y que nunca
fue publicada con el argumento que era secreto comercial. Le creyeron
a Monsanto y aquí en 24 horas el entonces Ministerio de Agricultura
le creyó a los norteamericanos que le habían creído a Monsanto.
Entonces los estudios de riesgo no se vieron, ni siquiera se vieron
los estudios independientes. A medida que pasan los años van
apareciendo más y más estudios independientes y aparecen más y más
riesgos. De modo que yo le diría al Ministro que no se lo tome, que
lo aplique a varios kilómetros de un lugar poblado, que utilice
máscara y equipo de respiración autónoma, que trate de hacerlo muy
lejos de los cursos de agua, etc. Y obviamente que se controle toda
fuente de agua cercana a toda fumigación y a todo alimento que haya
tenido proximidad.
M.H.: El pasado
mes de marzo la Unión Europea aprobó la fusión de Monsanto y Bayer
y este mes lo hizo Estados Unidos transformándose en una de las 4
multinacionales que controlan el 60 % del mercado global de semillas
comerciales, el 100 % de semillas transgénicas y el 70 % del mercado
de agrotóxicos. ¿Qué podemos esperar?
E.B.: Lo mismo,
porque nunca fueron empresas que compitieran entre ellas, eran
empresas que siempre negociaban sus cuotas del mercado, a las grandes
empresas no les conviene competir, les conviene asociarse, de modo
que si han formalizado lo que ya hacían no veo cambios importantes.
En todo caso esto demuestra que la agricultura del mundo está
manejada por muy pocas manos, y eso para un país que apuesta a
destruir su industria más y más y a tener solamente agricultura es
cada vez más peligroso, es lo que pasa en un país como el nuestro.
M.H.: Un país
como el nuestro donde en los últimos 20 años ha crecido el uso del
glifosato un 1.000 %.
E.B.: Y no hay
ningún organismo público que esté midiendo ni glifosato ni
agrotóxicos en general en alimentos, en agua, en sangre ni en orina
nuestra. Pero cuando los miembros de una ONG llamada Bios de Mar del
Plata se puso a hacer dosajes en sus propios cuerpos encontraron
plaguicidas, gente que no trabaja en el campo, simplemente que los
incorpora con los alimentos.
M.H.: Leí que
Brasil se convertiría en el primer país en el mundo en considerar
la liberación de impulsores genéticos, tecnología que no ha sido
permitida en ningún otro país y que la ONU considera incluso como
un arma biológica. ¿Nos podría explicar que significa esto?
E.B.: Sé que
muchas de las sustancias que se utilizan pueden generar
modificaciones genéticas, de modo que es algo que hay que manejar
con extremo cuidado, pero los impulsores genéticos no los conozco.
M.H.: Ayer
comenzó la reunión del G20 en relación al cambio climático.
¿Podemos esperar resoluciones positivas?
E.B.: Creo que
nada. El tema del cambio climático hace más de 20 años que se
viene discutiendo y los gobiernos y las empresas vienen prometiendo
hacer algo que no hacen. De modo que van a firmar algunos papeles,
van a hacer alguna declaración ruidosa diciendo “acabamos de
salvar el mundo por firmar este papel” y después no van a cumplir
nada. Vienen haciendo esto por tanto tiempo que queda claro que lo
hacen para la foto.
M.H.: ¿Qué debe
hacer la sociedad civil?
E.B.: La sociedad
tiene que reclamar políticas ambientales que no estamos teniendo y
que la sociedad civil tampoco reclama.
M.H.: Piensa que
la próxima reunión del G20 el 30 de noviembre y 1º de diciembre en
Buenos Aires ¿sería una oportunidad?
E.B.: Creo que
todos los días tendrían que serlo, pero la principal oportunidad
tendría que ser en las elecciones. Además de preguntar qué van a
hacer con la inflación tenemos que preguntar qué van a hacer con el
medio ambiente. Este es uno de los pocos países en el mundo en donde
esto no se pregunta. Hay una responsabilidad compartida.
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