Fidel Castro
Díaz-Balart fue uno de los científicos más prestigiosos de la Cuba
revolucionaria.
por Guillermo D. Olmo
Pero el
primogénito del histórico líder cubano Fidel Castro nunca culminó
uno de los proyectos en los que más empeño puso.
Se trata de la
planta nuclear de Juraguá, en la provincia cubana de Cienfuegos, y
la aledaña Ciudad Nuclear que debía servir de hogar a todo su
personal.
Un viejo sueño
de la revolución cubana.
El hijo de Castro
se quitó la vida el jueves 1 de febrero tras sufrir una larga depresión, según
informaron los medios oficiales.
Las ruinas de la
planta de Juraguá perviven hoy como vestigio de aquel desarrollo
imposible.
Dependencia del
petróleo
Todo comenzó en 1980. El gobierno de Fidel Castro buscaba cómo terminar con la dependencia de las costosas importaciones de petróleo.
"Los cubanos
querían cambiar su modelo de producción de energía y girar hacia
otras fuentes alternativas, incluyendo la eólica y la solar",
explica Jonathan Benjamin Alvarado, autor del libro "Power to
the people. Energy and the Cuban nuclear programme" (El poder
para la gente. La energía y el programa nuclear cubano).
Al frente de
aquel esfuerzo se colocó a Castro Díaz-Balart, quien se había
formado como físico en el Instituto de Energía Atómica I. V.
Kurchatov, de Moscú.
Como secretario
ejecutivo de la Comisión de Energía Atómica de Cuba, el hijo del
presidente capitaneó los esfuerzos para poner en marcha una planta
que debía satisfacer hasta un 15 % de las necesidades energéticas de
la isla y generar miles de puestos de trabajo.
El plan
contemplaba la creación de una planta, junto a la que se alzaría la
conocida como Ciudad Nuclear, en la que se construyeron viviendas e
infraestructuras para acoger a miles de trabajadores, muchos de ellos
llegados de la URSS.
"Con la
planta y una ciudad junto a ella, se trataba de imitar un modelo como
el de la central de Chernóbil,", señala Alvarado.
El periodista
británico Darmon Richter recuerda que ambas fueron ideadas siguiendo
el modelo de la "utopía socialista de Atomgrado", un
modelo urbano ideal lleno de viviendas sociales e inagotables fuentes
de energía no contaminantes concebido por los planificadores
soviéticos en la década de 1970.
En 1982, con
apoyo técnico y económico soviético, se inició la construcción
del primero de los cuatro reactores de 440 megavatios de potencia
previstos.
Solo se completó
el primero.
Malestar en
Estados Unidos
En 1986, Chernóbil voló por los aires, provocando el que se considera el peor desastre nuclear de la historia y la conmoción en un mundo que conoció a través de la tragedia las debilidades del programa nuclear soviético.
En Washington, la
construcción de la planta de Juraguá y su Ciudad Nuclear disparó
las alarmas entre un gobierno estadounidense sin ninguna capacidad de
control sobre una infraestructura crítica situada a apenas 3.000
millas de Washington.
Los problemas no
solo fueron políticos.
Alvarado recuerda
que "era la primera vez que los soviéticos intentaban levantar
una central nuclear fuera de la URSS y no comprendieron que las
circunstancias de Cuba lo hacían imposible".
El experto cree
que la isla no contaba con la capacidad financiera para sostener un
proyecto como ese.
En 1989 cayó la
URSS, terminó la imprescindible ayuda soviética, y Cuba en los años
posteriores se vio sumida en la época de escasez conocida como el
Periodo Especial.
Como la autopista
que se suponía iba a conectar La Habana con el oriente de la isla,
la Ciudad Nuclear de Juraguá quedó inconclusa.
Fidel Castro
buscó durante algún tiempo socios internacionales para concluir una
obra que se había convertido en un emblema de su legado político.
En septiembre de
1992, frente a los trabajadores de la planta, anunció finalmente:
"No tenemos otra alternativa que detener la construcción".
La República de
Cuba había invertido por entonces US$1.100 millones.
Fracaso
El fracaso de Juraguá fue también el de Fidel Castro Díaz-Balart, destituido de sus cargos, según informó la prensa entonces en medio de las acusaciones de su padre por "incompetente".
Pero, aunque la
central nunca llegó a entrar en servicio, la Ciudad Nuclear que
trajo consigo la sobrevivió.
Alrededor de
4.000 de las personas que se instalaron allí decidieron quedarse
pese al abandono del proyecto.
Hoy, la Ciudad
Nuclear permanece como "una pequeña bolsa de vida en mitad de
todo ese cemento vacío", cuenta Damon Richter, quien la
recorrió en 2014.
Entre sus muchos
edificios derruidos "se sentía un sentido de comunidad".
"Había un
mercado y un lugar donde la gente se saludaba y parecían conocerse
unos a otros", le dijo a BBC Mundo.
Para los
habitantes de la Ciudad Nuclear el abandono de Juraguá fue "una
oportunidad perdida" que les dejó sin las inversiones y puestos
de trabajo que les habían prometido.
"Había en
el ambiente una sensación agridulce, porque desde todas partes se
veían esas torres que recordaban un sueño que nunca se hizo
realidad".
En 2015 las
autoridades cubanas anunciaron un plan para convertir Juraguá en un
almacén nacional de residuos peligrosos.
Fuente:
Guillermo D. Olmo @BBCgolmo, Cuba: la Ciudad Nuclear de Juraguá, el sueño atómico que el fallecido hijo de Fidel Castro nunca pudo cumplir, 05/02/18, BBC Mundo.
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