Una pequeña
ciudad del norte de Estados Unidos está en pie de guerra contra la
multinacional suiza Nestlé y sus planes de extraer agua de los ríos
y arroyos locales para comercializarla.
"No es el
mismo río de antes. Se ha estrechado y es más profundo, por lo
tanto es más caliente", dice Maryann Borden, una exprofesora de
73 años que se instaló en la zona en 1953.
Mientras lo
cuenta, muestra una serie de fotos sobre la transformación del Twin
Creek, el arroyo que pasa al lado de su casa.
El cambio
comenzó, en su opinión, a principios de la década del 2000, cuando
Nestlé empezó a extraer el agua de la región para venderla bajo su
marca Ice Mountain, que comercializa como agua de manantial, más
cara que la purificada.
Situada a 320
kilómetros al norte de Detroit, Osceola Township es una comunidad
agrícola formada por unos 900 habitantes, que votaron a Donald
Trump. El principal empleador es un centro de retiro espiritual
llamado SpringHill Camp.
Esta localidad se
niega a que Nestlé construya una estación de bombeo, el eslabón
más importante de su proyecto para sacar 1.500 litros de agua por
minuto, frente a los 950 litros que extrae hoy en día.
Por eso en enero
apeló la autorización de un juez, alegando que afectará el
medioambiente.
200 dólares por
500 millones de litros
"Cuando se
miran los conductos, que dan los niveles históricos del agua, no
hace falta ser geólogo o hidrólogo para ver que son mucho más
bajos que hace dos años o cinco años. Evidentemente esto preocupa
mucho a los habitantes de la ciudad", cuenta Tim Ladd, gestor
municipal.
"Hay algunas
presas que pueden afectar los ríos", defiende Arlene
Anderson-Vincent, que dirige la gestión de aguas de Nestlé en
Norteamérica.
La estación de
bombeo tendrá "un impacto muy, muy pequeño en el
medioambiente", según ella.
Los datos
ofrecidos por científicos pagados por Nestlé muestran que apenas
hay un efecto en la naturaleza, pero no existen estudios
independientes que los corroboren.
Parte del enfado
de los residentes de Osceola Township tiene que ver con el
sentimiento de ser explotados.
Nestlé paga 200
dólares al año al estado de Michigan para extraer algo más de 500
millones de litros de agua.
Muchos estados
autorizan a las compañías del sector a sacar toda el agua que
quieran pagando un impuesto mínimo, a condición de que la bombeen
ellas mismas y construyan las infraestructuras necesarias.
También pueden
alquilar los pozos municipales, la opción preferida de Coca-Cola y
PepsiCo para crear sus aguas Dasani y Aquafina, respectivamente.
"Nestlé
tiene la reputación de ir a las comunidades rurales pobres
ofreciendo todo tipo de beneficios económicos que nunca se
materializan y de usar toda el agua que quieren, y cuando los ríos
están secos se van", se queja Peggy Case, presidenta de la
asociación de Ciudadanos de Michigan para la Conservación del Agua.
Nestlé asegura
que cada año da al estado de Michigan 18 millones de dólares, 2,4
de ellos en 2016 en concepto de impuestos.
De los 280
empleados que tiene a tiempo completo en su fábrica de Mecosta
County, situada a unos 40 minutos en automóvil, alrededor de 50
vienen del condado en el que está Osceola Township.
"Miedo"
La multinacional
suiza quiere aprovechar la expansión del mercado estadounidense de
agua, cuyas ventas (16.420 millones de dólares) superaron en 2016
por primera vez la de los refrescos sin alcohol (12.460 millones),
según la firma Beverage Marketing.
Las aguas
vendidas en Estados Unidos representaron un 55,3 % (o 4.690 millones
de dólares) de las ventas totales del grupo en 2016.
En Evart, la
localidad vecina de Osceola Township, donde el ingreso medio anual es
de 20.000 dólares al año (justo por encima del umbral de pobreza
para una familia de tres miembros), Zackary Szakacs no escatima
elogios al hablar de Nestlé, que desde 2007 alquila dos pozo
municipales.
"Ayudan a
mantener bajos los precios del agua para nuestros vecinos pobres",
explica este policía jubilado, que ahora gestiona las finanzas de
esta pequeña ciudad.
Además recuerda
que, tras descubrirse en 2015 perclorato, un tipo de contaminante, en
los pozos de Evart, Nestlé se ofreció a limpiarlos.
Pero las
ambiciones de la compañía suiza preocupan en una región donde los
hogares tienen dificultades para pagar la factura del agua y donde el
escándalo de la contaminación con plomo en la ciudad de Flint dejó
huella.
"Tengo miedo
de que mis hijos y mis nietos no tengan acceso a agua potable",
confiesa Wendy Nystrom, de 53 años.
Un estudio
publicado hace un año por la investigadora Elizabeth Mack de la
Universidad de Michigan estimó que el número de estadounidenses que
no podrán pagar la factura del agua se triplicará y alcanzará el
36 % en los próximos cinco años.
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