También prohíbe
el uso del “nombre o logo de agrupaciones políticas o
partidarias”. Quien indica las “abstenciones irrestrictas”
sería el director del Centro Regional Buenos Aires Norte Hernán
Trebino.
por Roberto Andrés
“No existe razón de Estado ni intereses económicos de las corporaciones que justifiquen el silencio cuando se trata de salud pública”. Andrés Carrasco.
Luego del
reciente escándalo del SENASA en el que, tras liberar por orden
judicial algunos expedientes, se detallan operativos en los que se
constató que en el Mercado Central porteño, y sus pares de Mar del
Plata y La Plata, el 60 % de las frutas y verduras están
contaminadas con agrotóxicos, el Instituto Nacional de Tecnología
Agropecuaria (INTA) ha dado la orden a sus profesionales de
“abstenerse irrestrictamente” a utilizar el término “agrotóxico”
en sus materiales.
A través de una
polémica notificación que se filtró por redes sociales, el
director del Centro Regional Buenos Aires Norte, Hernán Trebino, le
señaló a sus “estimados directores” que “en las
comunicaciones de los profesionales, así como en los materiales
impresos, virtuales, o en cualquier otro tipo de comunicación
institucional correspondiente al INTA o a alguna de sus unidades,
Programas, Proyectos, o instrumentos de intervención, cualquiera sea
su categoría, deberá practicarse una abstención irrestricta del
empleo del término “agrotóxico”, ya que su empleo implica una
posición valorativa negativa que presupone un uso inadecuado o
inapropiado de una alternativa tecnológica que bien empleada no
debería constituirse en riesgo para la salud humana o ambiental. Se
debe emplear “productos fitosanitarios” o “agroquímicos” en
vez de “agrotóxicos” o cualquier otra referencia que implique un
posicionamiento sobre estos productos que no se corresponde con
decisión institucional alguna”. En la misma notificación, y
apelando a un espíritu macartista en sintonía con la anterior
“directiva”, Trebino también prohíbe el uso de “el nombre o
logo de agrupaciones políticas o partidarias”.
Sin embargo, el
repudio no se hizo esperar. Una serie de organizaciones agrupadas en
la Multisectorial contra la Ley Monsanto de semillas y en la
Multisectorial contra el Agronegocio “La 41” salieron al cruce
solidarizándose “con los trabajadores de organismos de
investigación y extensión (como el INTA y el Conicet) que vienen
dando batallas desde abajo para poder generar un conocimiento en
favor de los intereses de la sociedad en su conjunto, comprometidos
con la realidad de los sectores trabajadores, que ven constantemente
asediada su tarea cotidiana de investigación”.
Según señalaron
en un comunicado “estas directivas no pueden ser consideradas meras
resoluciones burocráticas propias del Instituto. Desde hace más de
30 años vemos cómo el INTA ha participado activamente en la
implementación y consolidación del modelo del agronegocio que se ha
expandido en Argentina sobre la base del uso del paquete
biotecnológico”, cuyas consecuencias “se vuelven inescrutables”,
dicen.
Los detractores
de los agrotóxicos señalan que no son pocos los estudios que
evidencian los efectos que estos tóxicos tienen sobre nuestra salud.
Investigaciones realizadas por académicos de la Universidad de Río
Cuarto, Córdoba, Rosario, Mar del Plata, La Plata, la Facultad de
Medicina y Exactas de la Universidad de Buenos Aires, e incluso por
investigadores de Conicet han venido mostrando en los últimos 10
años que la exposición a la que hemos sido sometidos, de manera
directa o indirecta, es hoy la responsable de los aumentos en las
alergias de piel, problemas respiratorios o gastrointestinales,
enfermedades reproductivas, abortos mal llamados espontáneos y
malformaciones congénitas, problemas endócrinos como
hipotiroidismo, trastornos del desarrollo neurológico y tasas de
cáncer que se disparan triplicando las incidencias, prevalencias y
mortalidad por enfermedades oncológicas.
“En estos
últimos años, algunos investigadores del INTA han comenzado a
relacionar las consecuencias que estos tóxicos tienen en las
poblaciones animales, vegetales y otros factores ecosistémicos, como
el suelo y el agua. Además, han hecho públicas las serias
consecuencias que el modelo del agronegocio ha generado con la
expansión de la frontera agropecuaria, la ausencia de rotación de
cultivos, la eliminación de bosques y humedales para la producción
y el uso sistemático de esos tóxicos, como por ejemplo, las
constantes inundaciones a las que hemos estado expuestos”,
indicaron.
Así, el pedido
de no hablar de “agrotóxicos” es una necesidad de continuar
negando el hecho de que “el uso de estos productos es una práctica
sistemática que requiere este modelo para la propia subsistencia de
las ganancias y no un mero problema de ‘malas prácticas’. La
valoración negativa a la que hacen referencia es una realidad que
vivimos todas aquellas personas que habitamos en el campo y en las
regiones suburbanas, y que somos constantemente rociados y rociadas
con estos productos, enfermando cotidianamente”.
Con respecto a la
prohibición del INTA de que sus profesionales utilicen “el nombre
o logo de agrupaciones políticas o partidarias”, el organismo se
manejaría con un doble estándar ya que mientras da una “directiva”,
a su vez “impulsa fuertes alianzas con redes del agronegocio, como
la Red BPA, que conglomera a las principales cámaras empresariales
del agro como CASAFE, ACSoja, Bolsa de Cereales, Casem, Cámara
Argentina de Biocombustibles, y organismos promotores como Aapresid y
CREA, y genera jornadas de capacitación conjunta como la Jornada de
Malezas, organizada en abril de este año, en Pergamino”.
“El uso de
eufemismos sólo busca tapar aquello que hoy es moneda corriente”,
critican: “El uso masivo de venenos en la producción agraria está
generando un genocidio silencioso del que nadie quiere hacerse
responsable”.
Fuente:
Roberto Andrés @RoberAndres1982, INTA prohíbe a sus profesionales utilizar el término “agrotóxico”, 18/05/17, La Izquierda Diario. Consultado 19/05/17.
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