En nota anterior decíamos que en materia nuclear es mejor indagar sobre lo que se calla que escuchar lo que se dice. En la oportunidad nos referíamos específicamente a que la multinacional francesa de servicios eléctricos Électricité de France S.A. (EDF), anunció con bombos y platillos el arranque del tercer reactor de la Central Nuclear de Flamaville.
Por Juan Vernieri
Tan solo dos días después, aparece la noticia que el nuevo reactor nuclear tuvo un parón automático el miércoles 4 de septiembre, según indicó la compañía, durante su fase de arranque, que debe prolongarse hasta finales de este otoño.
En la mencionada nota decíamos que EDF calla muchos elementos preocupantes, a la hora de iniciar, sea como sea, las operaciones del reactor. La compañía ha dejado problemas sin soluciones que no menciona, para iniciar la operación.
Señalamos que numerosos incidentes marcaron las pruebas de puesta en marcha, sin que EDF dijera nada al respecto. El 4 de septiembre, que no es una prueba, sino el inicio menguado de operación. la realidad los confirmó.
EDF, la empresa operadora de este y de los otros 56 reactores atómicos que están en servicio en Francia, indicó que sus equipos han llevado a cabo tras ese parón una serie de controles técnicos y análisis conforme a los procedimientos habituales en estos casos y que una vez finalizados procederán a la reanudación de la divergencia.
La empresa estatal se vio en la obligación de manifestar que el arranque de un reactor es un proceso largo y complejo con numerosos test durante el que pueden intervenir parones como el constatado.
El nuevo reactor recibió el pasado lunes el visto bueno de la Autoridad de la Seguridad Nuclear (ASN) para iniciar la divergencia, o sea establecer una reacción nuclear estable de baja potencia, de alrededor del 2 por mil de su potencia nominal.
El nuevo reactor de Flamanville es, hasta ahora, la historia de un monumental fiasco industrial y financiero para la multinacional eléctrica francesa y para Francia, el país que en la historia más ha desarrollado la producción nuclear de electricidad.
Cuando se lanzaron en 2007, las obras para su construcción debían durar cinco años con un costo estimado de 3.300 millones de euros. En la práctica, se han prolongado durante cerca de 17 años y el presupuesto se ha disparado a 19.100 millones, según los cálculos del Tribunal de Cuentas.
La compañía destacó la seguridad del reactor como excusa para justificar sus prolongados retrasos.
Aun cuando se calla, finalmente la realidad se conoce.
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