Manifestación contra los vertidos al mar del agua radiactiva de la central nuclear de Fukushima. En Seúl, Corea del Sur, el jueves 2 de noviembre de 2023. Crédito: The Associated Press. |
por Cristian Basualdo
El sábado 24 de agosto se cumplió el primer aniversario desde que la accidentada Central Nuclear Fukushima Daiichi comenzó las descargas de agua radiactiva al Océano Pacífico. La empresa operadora de las instalaciones, Tokyo Electric Power Company (TEPCO), descargó hasta ahora 60.000 toneladas, divididas en ocho rondas de descargas, a través de un túnel submarino de un kilómetro de longitud. Es solo una parte de un programa planificado para treinta años para arrojar alrededor de 1 millón de toneladas de agua radiactiva al mar.
El agua subterránea entra en los edificios de los reactores en ruinas, se mezcla con el agua de lluvia, y se contamina al tomar contacto con los restos radiactivos. También se utiliza para enfriar el combustible dañado con el fin de mantener los reactores en condiciones estables.
La cantidad de agua contaminada continúa aumentando en aproximadamente 80 toneladas por día. Al 1 de agosto de 2024, había en el sitio alrededor de 1.312.000 toneladas de agua contaminada almacenada en tanques.
TEPCO utiliza el denominado Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos (ALPS) para filtrar los radionucleidos presentes en el agua, pero no puede filtrar el tritio, el isótopo radiactivo del hidrógeno. Entonces, la empresa diluye el contaminante, por ejemplo, para la octava ronda de descargas, que comenzó el 7 de agosto, la concentración de tritio en el agua de los tanques era de 200.000 bequerelios por litro (Bq/L). TEPCO la diluyó con agua de mar hasta que la concentración de tritio estuvo por debajo del nivel de liberación permitido de 1.500 Bq/L.
El gobierno japonés y TEPCO justifican las descargas afirmando que son necesarias para el desmantelamiento. Las descargas son avaladas por el Organismo Internacional de Energía Atómica.
Shaun Burnie, especialista principal en energía nuclear de Greenpeace Asia Oriental, manifestó el año pasado que: “Se está perpetuando el mito de que los vertidos son necesarios para el desmantelamiento. Pero el propio gobierno japonés admite que hay suficiente espacio de almacenamiento de agua en Fukushima Daiichi. El almacenamiento a largo plazo pondría de manifiesto que la actual hoja de ruta de desmantelamiento del gobierno es defectuosa, pero eso es exactamente lo que tiene que ocurrir. La central nuclear de Fukushima Daiichi sigue en crisis, plantea peligros únicos y graves, y no existe un plan creíble para su desmantelamiento”.
Los tanques que ahora se pueden desmantelar debido a las descargas representan solo el 2 por ciento del total.
La eliminación de los restos del combustible es extremadamente difícil. El 22 de agosto fracasó el primer intento de remover tan solo 3 gramos, de un total de 880 toneladas de combustible nuclear derretido.
Otro inconveniente es el lodo altamente radiactivo producido en el proceso de tratamiento del agua contaminada. La cantidad de lodo radiactivo continúa aumentando y se almacena en tanques. Para mitigar el riesgo de una fuga de lodo en forma líquida, TEPCO tiene planes que requieren que se deshidrate para reducir su volumen y luego procesar la sustancia en forma sólida. En 2021, TEPCO presentó una solicitud para construir un dispositivo para este propósito. Pero la Autoridad de Regulación Nuclear señaló el riesgo de exposición a la radiación a los trabajadores, y le dijo a TEPCO que revisara el diseño, informó The Asahi Shimbun.
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