sábado, 3 de febrero de 2024

Una nota extraña*

Por Mario Mazzitelli

Motivan, esta humilde reflexión, las palabras de Javier Milei en Davos: “occidente está en peligro, está en peligro porque aquellos, que supuestamente deben defender los valores de occidente, se encuentran cooptados por una visión del mundo que – inexorablemente – conduce al socialismo, en consecuencia a la pobreza.”

Se me ocurre (supongo) que quiso decir que el peligro se cierne en torno a “… aquellos, que supuestamente deben defender los valores de occidente” (es decir los principales empresarios del mundo, los líderes políticos, intelectuales, periodistas reunidos en el Foro Económico Mundial de Davos desde 1971) y que (en algún momento indefinido) fueron “cooptados por una visión del mundo que – inexorablemente – conduce al socialismo, en consecuencia a la pobreza.”

A pesar de que Milei les abrió los ojos a estos supermillonarios (no solo dueños de un alto porcentaje de las riquezas del mundo; sino, en parte, de los destinos de la humanidad), estos ingratos no parecieron darle mayor importancia. No los sedujo. Casi no lo aplaudieron.

¿Cómo puede ser que los que deben defender los valores de occidente no lo hagan? ¿Cómo no tratan de evitar la inexorabilidad de ir a una sociedad indeseada? ¿Se sentirán derrotados frente al carácter ineludible del socialismo? ¿Cómo no ven que eso conduce a la pobreza?

Mi actitud

Rápido me dispongo a indagar sobre estos asuntos. La primera pared con la que choco es mi propia ignorancia ¿Qué es occidente? No acepto por respuesta: “aquella parte del mundo que está al este de oriente”.

Mis amigos

En una reunión de amigos, uno me aclara: “lee bien. Son sus valores”.

Excelente, respondí. ¿Y cuáles son los valores de occidente?

Burro”, me contestó otro: “La raíz de nuestros valores están en la civilización greco-romana”.

Gracias, reconocí.

Viaje a las raíces

Ahora sí, me dije a mí mismo, viajo en el tiempo 25 siglos para atrás, recojo la pieza más representativa de aquellos valores, salgo de la duda y me comprometo a luchar por los valores de occidente. Yo soy occidente.

La duda

Pero ¿Qué pieza elijo? Le pregunto a otro amigo historiador para que me oriente (con perdón del término “oriente”)

Me da su opinión (¿hace falta decir que es subjetiva?) “Nadie va a desoírte si tomas la Apología de Sócrates”. Es algo así como la defensa que hace Sócrates de los más altos valores humanos (¿occidentales?), frente a un Tribunal que lo va a juzgar y condenar de manera injusta; a pesar, incluso, del formidable ejercicio de ética e inteligencia que despliega el filósofo.

Un aporte

Me dije: “seguramente con esto voy a hacer un aporte ante el peligro que nos señalara el presidente de los argentinos.”

Para el caso, seleccioné unos pocos tramos. (Advierto que: - Lo que se le asigna a Sócrates está escrito por Platón. — La forma en que está redactada la traducción al castellano hace más lenta su lectura. — Le recomiendo al lector leer el texto completo, que lo puede encontrar en internet.)

Sócrates

Dirigiéndose al tribunal dijo: “… ¿cómo siendo atenienses y ciudadanos de la más grande ciudad del mundo por su sabiduría y por su valor, cómo no te avergüenzas de no haber pensado más que en amontonar riquezas, en adquirir crédito y honores, de despreciar los tesoros de la verdad y de la sabiduría, y de no trabajar para hacer tu alma tan buena como pueda serlo?”

Y si alguno me niega que se halla en este estado, y sostiene que tiene cuidado de su alma, no se lo negaré al pronto, pero le interrogaré, le examinaré, le refutaré; y si encuentro que no es virtuoso, pero que aparenta serlo, le echaré en cara que prefiere cosas tan abyectas y tan perecibles a las que son de un precio inestimable.”

“… Toda mi ocupación es trabajar para persuadiros, jóvenes y viejos, que antes que el cuidado del cuerpo y de las riquezas, antes que cualquier otro cuidado, es el del alma y de su perfeccionamiento; porque no me canso de deciros que la virtud no viene de las riquezas, sino por el contrario, que las riquezas vienen de la virtud, y que es de aquí de donde nacen todos los demás bienes públicos y particulares.”

Si yo hubiera sacado alguna recompensa de mis exhortaciones, tendríais algo que decir; pero veis claramente que mis mismos acusadores, que me han calumniado con tanta impudencia, no han tenido valor para echármelo en cara, y menos para probar con testigos que yo haya exigido jamás ni pedido el menor salario, y en prueba de la verdad de mis palabras os presento un testigo irrecusable, mi pobreza.”

“… y si ha habido algunos jóvenes o ancianos que han tenido deseo de verme a la obra y oír mis conversaciones, no les he negado esta satisfacción, porque como no es mercenario mi oficio, no rehúso el hablar, aun cuando con nada se me retribuye y estoy dispuesto siempre a espontanearme con ricos y pobres, dándoles toda anchura para que me pregunten, y, si lo prefieren, para que me respondan a las cuestiones que yo suscite.”

El fallo

A pesar de su monumental defensa, el Tribunal compuesto por 556 jueces lo declara culpable: 281 contra 275.

La replica

Sócrates vuelve a hablar. En un párrafo dice: ¿… condenarme por no haber callado las cosas buenas que aprendí durante toda mi vida; por haber despreciado lo que los demás buscan con tanto afán, las riquezas, el cuidado de los negocios domésticos, los empleos y las dignidades…?

“… mi único objeto ha sido procuraros a cada uno de vosotros en particular el mayor de todos los bienes, persuadiéndolos a que no atendáis a las cosas que os pertenecen antes que al cuidado de vosotros mismos, para haceros más sabios y más perfectos, lo mismo que es preciso tener cuidado de la existencia de la república antes de pensar en las cosas que le pertenecen, y así de lo demás.”

“… abrigo la convicción de no haber hecho jamás el menor daño a nadie queriéndolo y sabiéndolo…”

La pena

Tras otra cantidad grande de argumentos, los jueces vuelven a deliberar para definir el castigo. Llegan a la condena máxima: pena de muerte.

Sócrates no se amilana.

Cierra su alocución con una última pregunta: “¿Entre vosotros y yo, quién lleva la mejor parte? Esto es lo que nadie sabe, excepto Dios.”

Antes pide por sus hijos. “… solo una gracia tengo que pedirles. Cuando mis hijos sean mayores, os suplico los hostiguéis, los atormentéis, como yo os he atormentado a vosotros, si veis que prefieren las riquezas a la virtud, y que se creen algo cuando no son nada; no dejéis de sacarlos a la vergüenza, si no se aplican a lo que deben aplicarse, y creen ser lo que no son; porque así es como yo he obrado con vosotros. Si me concedéis esta gracia, lo mismo yo que mis hijos no podremos menos de alabar vuestra justicia.”

La verdad

Dice el relato que Sócrates fue definido como un sabio por el oráculo de Delfos, justamente por saber que sabía muy poco, casi nada. Acicatear la razón de los demás fue su ejercicio predilecto, no para decirles que él lo sabía, sino, para demostrarles que la altivez de sus pretensiones de sabiduría, carecían de fundamentos sólidos. Que era una máscara, antes que un contenido. Desenmascarar a los pretendidos sabios de su tiempo, desató la ira de los poderosos. Y el juicio.

La actualidad

Pasaron los siglos, todo cambio. Occidente no podría ser igual a sí mismo. Pero sobrevivieron los polos de la antigua contradicción. (Observemos que la votación de 281 por la condena, contra 275 por la absolución, cambiaba su contenido con que tan solo 4 votantes de los 281, hubieran modificado su posición. Hasta este equilibrio parece marcar un rasgo de identidad de occidente)

Hoy vemos que, de todo aquello hay una herencia espiritual que muestra su vigor. Con peculiaridades.

América y Argentina.

Con el crecimiento de la población, las migraciones, la complejidad de su desarrollo, etc.; habitan en nuestras tierras una diversidad de valores, criterios, ideas que no permiten definirlas a través de un concepto monolítico. Justamente por esa pluralidad, se extienden valores como el respeto, la tolerancia, la comprensión, la sana convivencia, la cooperación. La democracia.

Jamás, en el marco de estos valores, a un occidental se le podría ocurrir decirle a otra persona (hombre o mujer, de toda edad, con cualquier discapacidad, de una u otra raza, religión, nacionalidad, etc.): burro, excremento, mogólico, representante del maligno, asesino, socialista, comunista, cabeceador de fetos, etc. como insultos despectivos.

Si alguien hace semejantes afirmaciones, y son aceptados; quiere decir que no solo los valores de Sócrates tienen vigencia; también los de sus inquisidores, de quienes lo condenaron a muerte. La contradicción sigue latiendo en occidente. Así; el racismo, el supremacismo, la falta de empatía, la explotación, el menoscabo y hasta la muerte del otro; configuran una parte de los valores de occidente. El imperialismo moderno, es una exteriorización de esa parte de los valores occidentales.

La opinión pública

Tal vez sea nuestra suerte convivir por el tiempo que nos quede en el marco de esta dicotomía de principios. Elegir unos u otros en el marco del acontecer histórico es un movimiento de la opinión pública. Con sus vaivenes, sus idas y vueltas, sus humores.

Elegir reflexionando: Salvemos a occidente ¿Qué occidente?

En cambio, para otros el asunto es un poco más profundo, más entrañable (si se quiere) Sin pretensiones de sabiduría. Desde la humildad de la insignificancia de los individuos. Desde ese recóndito lugar infinitesimal, yo me quedo con la parte de los valores de occidente que se expresan en el humanismo. Creo que es un acto de voluntad, antes que de sabiduría. Y si para encontrarme con ellos, es inexorable avanzar hacia una u otra forma de socialismo; yo me quedo de este lado.

Los otros

Acepto que los líderes que se reúnen en Davos son parte de los valores de occidente. Pero es la parte de la que debemos salvarnos. Los que se apropian de todo, negándoselo al resto. Los que tienen una avaricia infinita por el dinero, las riquezas y el poder.

Nuestra tarea

Nos toca a los argentinos liberar a occidente de los Milei y su pandilla. Y a cada pueblo cumplir el mismo rol en sus países. Sí, en definitiva, no queremos salvar occidente para dominar el oriente, ni el mundo. Solo queremos salvar la parte de occidente que ayude a una vida digna a toda la humanidad. Esa es la pequeña diferencia.


* “Nota extraña” porque, estimo, que requiere una lectura lenta, tan ajena a los tiempos ligeros que vivimos. Además, en una semana en la que se discute una ley ómnibus cuya lógica intrínseca es la ausencia de un horizonte común para los argentinos. Para concentrar todo el poder en los dueños de la riqueza. Desvirtuando y hasta haciendo añicos el sueño democrático. Tan occidental como sus criminales.


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