Un sistema de misiles Iskander-M camuflado durante un ejercicio militar en Transbaikalia, Rusia, en junio de 2021. Crédito: Ministerio de Defensa de Rusia / Wikimedia Commons CC BY 4.0 |
Desde el inicio de la invasión de Ucrania, Vladímir Putin no solo ha amenazado repetidamente con el uso de armas nucleares para disuadir el apoyo occidental a Kiev, sino que ha anunciado el despliegue de armas nucleares en el territorio de Bielorrusia, aumentando así el riesgo de catástrofe nuclear.
Por Juan Vernieri
Esta decisión se agrega a la de Estados Unidos, que despliega las llamadas armas nucleares tácticas en suelo de cinco países de la OTAN.
Las actitudes de Rusia y Bielorrusia aumentan los riesgos de accidente, error, apropiación indebida o uso no autorizado. Un nuevo escalón en la carrera nuclear.
En 1992, Estados Unidos y la Unión Soviética, tras la disolución de esta, concertaron la transferencia a Rusia de las armas nucleares, estratégicas y tácticas heredadas de la URSS por tres de sus antiguas repúblicas: Bielorrusia (825 ojivas), Kazajistán (más de 1.400 ojivas) y Ucrania (4.175 ojivas). Luego, los tres países se comprometieron a adherirse al Tratado de No Proliferación (TNP) como estados sin armas nucleares.
Bielorrusia incluyó su estatus de país no nuclear en su Constitución. Sin embargo, la invasión rusa de Ucrania lo cambió todo. Incluso antes de la “operación militar especial” lanzada por Moscú, Minsk anunció el 1 de febrero de 2022 que había encargado misiles “tácticos” rusos Iskander-M con ojivas convencionales o nucleares con un alcance de 500 km. Estos últimos son capaces de llegar no solo a Ucrania, sino también a un país miembro de la OTAN como Polonia o Lituania.
Tras la invasión, el presidente Alexander Lukashenko organizó un “referéndum” para modificar la Constitución y así autorizar el estacionamiento de armas nucleares en el territorio nacional.
En junio de 2022, Putin ofreció a Lukashenko adaptar diez aviones bielorrusos Su-25 para portar armas nucleares. Las ojivas mismas se entregarían pronto y se construiría un depósito para almacenarlas.
El 19 de diciembre de 2022 los misiles Iskander-M ya estaban operativos y en “estado de combate”.
El 25 de marzo de 2023, Vladímir Putin realizó varios anuncios: la finalización de la construcción del depósito de almacenamiento a principios de julio, el inminente inicio de la entrega de ojivas nucleares a Minsk y el entrenamiento de pilotos bielorrusos en Rusia. El 16 de junio de 2023, el presidente ruso confirmó que la operación estaría terminada a finales de 2023.
Resumiendo: el sistema armamentista implantado por Moscú se compone de
- un número incierto de misiles balísticos Iskander-M con lanzadores móviles, con un alcance máximo de 500 km y cabezas convencionales o nucleares; (ver imagen)
- diez cazas bielorrusos Su-25 adaptados para transportar diez bombas nucleares de gravedad
- capacitar al personal militar bielorruso en el uso de armas nucleares tácticas;
- un número indeterminado de las llamadas ojivas nucleares tácticas tomadas del arsenal ruso.
En cuanto a la potencia de las armas rusas en cuestión, el presidente bielorruso se jactó, el 13 de junio de 2023: “las bombas eran tres veces más potentes que las que destruyeron Hiroshima y Nagasaki”
Ante las dudas comentadas por expertos americanos que se haya concretado la transferencia de armas nucleares rusas a Bielorrusia, Lukashenko afirmó que las armas habían sido entregadas por vía aérea, sin ser detectadas por los servicios de inteligencia occidentales.
La líder de la oposición bielorrusa en el exilio, Svetlana Tikhanovskaya, el 25 de mayo de 2023, manifestó: “el Kremlin entiende perfectamente que las instalaciones nucleares son objetivos de misiles. Por eso decidió ubicar estos sitios no cerca de sus búnkeres y residencias, sino cerca de pueblos y ciudades donde vive gente que siempre ha estado en contra de la guerra, de las armas nucleares, de los dictadores y sus fantasías de un gran imperio”. “Esto no solo pone en peligro la vida de los bielorrusos, sino que también crea una nueva amenaza para Ucrania, para toda Europa”.
La escalada se afirma con los comentarios del Primer Ministro polaco, Mateusz Morawiecki: quien expresó el deseo de que Polonia se convierta también en un país donde se estacionan armas nucleares estadounidenses.
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