Por Mario Mazzitelli
El dólar colchón.
Enrique Cadícamo, el autor de tangos inolvidables como Nostalgias, los Mareados, ¡Che, papusa... Oí!, Madame Ivonne y mil más, tenía un gran humor. En uno de sus tangos “Al mundo le falta un tornillo” dice: “Y el honrao se ha vuelto chorro Porque en su fiebre de ahorro Él se "afana" por guardar”.
¿El honrado se ha vuelto chorro, porque en su fiebre de ahorro, él se afana a sí mismo para guardar? Parece una humorada sin sentido. Permitida en la literatura, pero ajena a la realidad. ¿Cómo uno se va a robar, afanar, saquear a sí mismo? ¿Dónde se ha visto que uno se despoje a sí mismo?
En Argentina.
Esta parte del saqueo que voy a reseñar no es una crítica a ningún individuo. Es un saqueo invisible y silencioso que nos hacemos a nosotros mismos. ¿La causa? Un sistema perverso que generó semejante inflación e inseguridad (bancaria, económica, monetaria, etc.) que nos obligó a distintos mecanismos de defensa. Uno de ellos es el dólar colchón.
Me detengo un minuto en los números de la inflación. Dentro de 10 meses (digamos mayo del 2024) el valor del dólar rondará los $ 1.000 (mil pesos) Ese, será un momento oportuno para que el gobierno venidero disponga sacar tres ceros a la moneda (algo sensato para que las operaciones pequeñas no den números gigantes) En ese período, del futuro cercano (los mayores que todavía recordamos la vieja moneda impresa por primera vez en 1899 en billetes denominados Peso Moneda Nacional que duraron hasta 1969) seremos testigos de la eliminación de 16 ceros en nuestra moneda (Dieciséis 0) Es decir que si no se hubiesen eliminado los ceros (0), 1 peso del año 2024 habría que imprimirlo con el siguiente número 10.000.000.000.000.000 (diez mil billones) Incomprensible. Se necesitarían todos esos pesos para comprar un dólar (U$S 1) El PBI mundial de cien billones de dólares (100.000.000.000.000) sería 100 veces menor que el número que designaría un solo “Peso Moneda Nacional”. Los economistas en Argentina ostentan el mayor fracaso mundial de todos los tiempos. Retomando el buen humor de Enrique Cadícamo podríamos decir que: “por suerte, estos economistas, nos dan lecciones por TV todos los días”.
A la cantidad, casi inverosímil de desatinos (creo que si le contáramos a un suizo desinformado, todos los disparates vividos en el área de las finanzas y la economía, no nos creería) sumemos tan solo un ejemplo. En el año 2001 los ahorristas fueron a buscar sus dólares a los bancos (nacionales o extranjeros) y se encontraron con instituciones cerradas o que les negaban el retiro de su patrimonio. Años después una buena parte de los clientes retomaron la confianza en los bancos, pero otros actuaron distinto. Se acentuó lo que vulgarmente se denomina la fuga de capitales. Dentro de la cual una de sus formas es el Dólar Colchón.
Era lógico. Muchos pensaron: frente a esta catástrofe ¿Por qué no comprar unos dólares y guardarlos en casa? Y actuaron. Alrededor de 6 millones de argentinos recurrieron al dólar ahorro a lo largo de varios años. Si calculamos la población en condiciones de realizar esta operación (más de 32 millones) menos de un 20% recurrió a esta práctica. Seguramente el 80% restante no gozó de esta posibilidad y en cambio sufrió las consecuencias.
¿A cuánto asciende ese monto? Analizando la Balanza de Pagos, el INDEC nos dice que los argentinos guardan US$261.795 millones fuera del sistema (Marzo 2023) “Los activos argentinos en el exterior ascendieron a casi U$S 419.558 millones”. Estos parecen cálculos del dinero en blanco. ¿Cómo se calcula la salida de dólares por evasión, elusión, sobrefacturación, subfacturación, contrabando, etc.? No lo sabemos. Es decir que ese número enorme, apenas el mínimo.
Horacio Rovelli destaca que en el “Informe de Mercado de Cambios, Deuda y Formación de Activos Externos 2015-2019”, de los 86.200 millones de dólares comprados por millones de argentinos, tan solo 100 grandes empresas cercanas al poder adquirieron la suma de 24.769 millones de dólares. Es decir cerca del 30% del total se lo llevaron unos pocos. Esta fuga se exacerbó durante el gobierno de Macri. Pero ni el gobierno actual ni los anteriores pudieron dar una respuesta a este problema estructural.
Ahora, detengámonos en los pequeños y medianos ahorristas ¿Por qué el dólar colchón de los argentinos de a pie es un mal negocio?
Veamos. Según la calculadora de inflación de los EEUU de DatosMundial.com, si usted guardo 100 dólares en el año 2.000, para comprar la misma canasta en 2023, necesita 175,68 dólares. Es decir tuvo una pérdida de poder adquisitivo del 43%. Hagamos memoria sobre ese año 2000. Usted se desprendió de un bien o presto un servicio por el equivalente a U$S 100. No quiso gastarlos ni invertirlos. Prefirió guardarlos como reserva líquida de valor. Pudo disponer de ellos cuando lo creyera conveniente. Ahora usted decide hacer un viaje al exterior o comprar un bien y usarlos. Va al colchón, los retira y se encuentra que en cualquier gasto que haga perdió el 43%. Muy mal negocio.
Si, por ejemplo, los guardó en 2018, tienen un poder de compra de 84. Perdió el 16%. O lo que es lo mismo perdió 16 dólares por cada billete de 100. Muy mal negocio.
(- Esto se debe a la inflación de EEUU que, aunque baja, le hace perder valor al billete. Estoy hablando de algo estructural. Una tendencia sistémica a la pérdida de poder de compra.
- En nuestro país el dólar está en un sube y baja permanente. Quiero decir que: aunque nominalmente siempre sube, por momentos queda muy rezagado con respecto al índice general de precios, ahí está bajo. Si usted tiene una mente brillante y sabe cuándo esta alto para vender y cuando bajo para comprar, en esa especulación va a lograr enormes ventajas. Pero los argentinos de a pie, que vivimos de nuestro trabajo, no estamos haciendo esos cálculos todo el tiempo. Agreguemos que, a veces, los mejores especuladores también pierden.
- Si se hace un cálculo retrospectivo tomando un momento u otro -alto o bajo- de la cotización, tendremos resultados contradictorios respecto de cualquier inversión comparativa.
- Para nuestro caso nos interesa el resultado general. Lo que ocurre con la mayoría.)
No sé por qué no se difunde demasiado que es mejor ahorrar en pesos. Volvamos al ejemplo de 2018. Si hubiera constituido un plazo fijo UVA; seguramente mantendría el 100% del poder adquisitivo y hasta habría obtenido un 5% de ganancia. Es decir, que más allá de la cotización del día, en 5 años habría alcanzado un valor un 20% superior al dólar colchón. Parece mejor negocio.
Alguien me podría responder dos cosas:
a.- “Puede ser que pierda con el dólar, pero veo que cada día cuesta más y eso resulta un buen negocio”. Contesto: puede llegar el día en que por condiciones nacionales e internacionales Argentina se inunde de dólares, su precio en pesos se derrumbe y usted termine con una pérdida ruinosa. Algo así pasó en el 1991/92 donde de una escasez extrema en febrero de 1991, se pasó a la sobreabundancia y un valor mínimo en 1992/93.
b.- “No confío en nuestra moneda y el Banco Central es un desastre”. Contesto: la existencia del Banco Central resulta en una garantía de última instancia, que no tenemos con una moneda extranjera. De manera que haciendo una buena inversión o ahorrando en un instrumento adecuado es mejor hacerlo en pesos que en dólares. Hablo de negocio, no de patriotismo.
Por eso dolarizar, no solo representa una indignidad en la que nuestros próceres son reemplazados por personalidades extranjeras, es un mal negocio para los ciudadanos/as de a pie.
Dicho lo anterior voy a señalar porque ubico al dólar colchón como una de las formas en que “en nuestra fiebre de ahorro nos afanamos por guardar”
1.- Señoreaje. Un Estado, a través de su Banco Central emite billetes de la nada (dejemos a un lado los bonos que el tesoro transfiere, etc.) De la nada aparece un papel pintado con una denominación que le da un poder de compra, digamos 100 dólares. Como el dinero es esencial para el funcionamiento de una economía moderna, los ciudadanos lo aceptan de buen gusto. Pero al aceptarlo le están dando un crédito al Estado emisor por el valor equivalente a ese billete (habría que descontar los costos de producirlo y distribuirlo, pero para el caso es insignificante) a eso se le llama señoreaje. Los libertarios argentinos dicen que eso es un robo, porque quien posee el billete le dio ese valor al Estado contra nada (papel pintado) Así nuestros libertarios dicen que es un robo si lo hace el Estado argentino, pero plantean la dolarización que ¿no sería un robo del Estado norteamericano? Si tan solo supusiéramos en 150.000 millones los dólares colchón, ese sería el financiamiento que con nuestro trabajo, energía, herramientas, materias primas, infraestructura; le estaríamos brindando a los EEUU contra nada. Financiamos a otro Estado, en lugar de financiar al nuestro. Nos afanamos a nosotros mismos.
2.- Inflación. Como los EEUU tienen una inflación baja (aunque en los últimos 3 años sumo 14,5%) ese valor se le transfiere automáticamente, de manera silenciosa, sin que nos demos cuenta desde el colchón al Estado emisor. Sobre la hipótesis de los 150.000 MD la transferencia por inflación habría llegado a los 21.750 MD en 3 años. Por el simple transcurso del tiempo, sin que nadie haga algo para que esto ocurra.
3.- Falta de inversión. Sumemos que Argentina sufre un estancamiento productivo por falta de inversión. Si ese dinero fuera volcado a la producción y distribución de bienes y servicios, daríamos un salto de productividad y elevaríamos la tasa de ganancia de todo el sistema económico. Es probable que se pudiera revertir la decadencia en la que estamos insertos. Difícil hacer cualquier cálculo, pero podríamos pensar que el crecimiento del PBI sería muy importante. Hablamos de decenas de miles de millones de dólares.
4.- Deuda y fuga. Finalmente nos podemos preguntar ¿De dónde salen tantos dólares? De las exportaciones en primer lugar, de inversiones directas, del turismo, etc. Pero también de contraer “Deuda Externa”*. Deuda externa que sirve para satisfacer la fuga de dólares. Al tiempo que se transforma en una deuda impagable a la que hay destinar (año tras año) millones de dólares para paliar los intereses. Pago de miles de millones de dólares en intereses, que no impiden que por las altas tasas que paga Argentina (los piratas, usureros, ladrones y delincuentes que estiman el riesgo país) la deuda siga creciendo como un cáncer.
Hay una vieja frase que decía: “nos ahorcan con nuestras propias manos”. Parafraseando podríamos decir: “nos saquean con nuestras mismas manos”.
Claro que revertirlo no es una tarea de los individuos. Es una acción colectiva. Ir revirtiendo las fuentes de saqueo es el gran desafío de la política nacional.
*Nota: Héctor Giuliano nos dice que la deuda pública a junio 2023 en cabeza del Estado Nacional es de 416.000 MD (casi un PBI) el Banco Central $ 13 billones (equivalente a 60.000 MD) y las provincias están debiendo entre 25 y 30 mil MD. Supera los 500.000 Millones de Dólares. La deuda es el primer ítem del gasto público.
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