sábado, 15 de julio de 2023

Es el saqueo, así de sencillo (9)

Por Mario Mazzitelli

La corrupción.

En una época de anomia, improvisación y cortoplacismo, sin un horizonte que ilumine el futuro, en el marco del sálvese quien pueda, donde “el que no llora no mama y el que no afana es un gil”, donde los valores son los del mercado (es decir no hay valores sino precios), donde todo se compra y se vende; el saqueo se ha transformado en el vector ordenador de varios campos de la vida de los argentinos: político, ambiental, judicial, cultural, etc.

¿Por qué algunos se sorprenden de los altos índices de corrupción?

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Hace varias décadas (quizás el 2 de abril de 1976 resulte una fecha paradigmática. Ese día Martínez de Hoz presentó “los principios orientadores contenidos en los Documentos Básicos del Proceso de Reorganización Nacional”) se fueron instalando en Argentina ideas inconvenientes para “la vida, la unión nacional, la paz, el orden, la justicia, el bienestar general y la libertad”.

La famosa idea paleo liberal de Margaret Thatcher acerca de que “la sociedad no existe como tal, sino solo individuos” nos retrotrajo a la ley de la selva. Mientras se desmantelaba el “Estado de Bienestar” el poder real se transfería a las “Corporaciones Económicas”. Así al “Poder Democrático” de la sociedad, se le empezó a superponer el “Poder Económico” de los propietarios. Uno signado por la participación popular, el otro por el autoritarismo de los dueños.

A partir de estas premisas, el Estado (en gran medida) paso a ser sirviente del Poder Económico. Principio de subsidiaridad. El Estado asumía el terrorismo como forma de gobierno y la élite económica se ocupaba de acrecentar la concentración de la riqueza. Eso era y es un disvalor. Un disvalor que tuvo y tiene precio. La Patria Financista, Contratista, Importadora, etc. fueron expresiones de los más favorecidos. El ambiente para la corrupción estaba establecido. Las malezas de los corruptos y corruptores se iban a extender como nunca antes. La ética de algunos demócratas, no alcanzó para detener la extensión de esta inmoralidad a lo largo del tiempo.

La corrupción mata, empobrece y desmoraliza.

El 22 de febrero de 2012, 51 personas murieron y 789 resultaron heridas por el impacto de un tren de la línea Sarmiento que chocó con el paragolpes de la estación Once. ¿Qué había pasado? ¿Un accidente? No. El Dr. Leandro Despouy, desde la Auditoría General de la Nación sostuvo: “Lo más tétrico de la tragedia de Once… es la certeza de que podría haberse evitado. Todos los elementos que surgen de los informes de la AGN y de las investigaciones judiciales en curso confirman esta dramática evidencia: el siniestro fue el resultado de un desempeño estatal crónicamente pésimo y de una gestión empresarial ineficaz y fraudulenta”. Una parte del dinero que el Estado destinaba al sostenimiento de vías, la señalización y el mantenimiento de trenes (que tenían más de 50 años) iba a manos de funcionarios, empresarios y sindicalistas corruptos. El accidente desnudó la realidad. La investigación judicial iba a confirmarlo a posteriori. Aunque la AGN había expuesto los indicios para que 51 inocentes no fueran ejecutados y cientos de pasajeros no tuvieran que cargar con discapacidades y dolencias de por vida.

Para seguir con el tren Sarmiento, digamos que el soterramiento fue una obra adjudicada por el gobierno Kirchner al consorcio constituido por Odebrecht, IECSA (entonces de Ángelo Calcaterra, primo de Mauricio Macri), Ghella y ComSa SA. Por los fragantes actos de corrupción, en 2019 Odebrecht y IECSA abandonaron la obra. Ahí quedó (Entre Morón y Haedo) el obrador, como una momia que nadie sabe si algún día resucitará. Y por debajo (a 22 metros del nivel de la tierra) yace un tubo de cemento, entre las estaciones de Haedo y Villa Luro, en el que ya se invirtieron más de 3.000 millones de dólares. Y que por ahora no sirve para nada. Si le sumáramos los gastos en juicios, tiempos muertos, etc. Valdría preguntarse ¿A cuántos millones de argentinos empobreció éste acto de corrupción?

Si algo desmoraliza a una sociedad es ver la inutilidad del esfuerzo. Me quedo un poco más en la línea oeste del GBA; donde miles de personas se amontonan en los andenes del Sarmiento, desde las 4 de la mañana en adelante, para ir a trabajar. A trabajar por un salario que no les alcanza para llegar a fin de mes. Volver tarde, perdiendo el contacto con sus afectos, y pensar que solo es para sobrevivir. Mal sobrevivir. Mientras otros se enriquecen sin que se sepa de donde proviene su ascenso económico. Aunque todos lo sospechemos.

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El ejemplo como fuente de la conducta

Los grandes generales de la historia, asumían el riesgo de perder la vida en contacto con sus soldados. Valga la caída de San Martín en el combate de San Lorenzo. Entonces los soldados estaban dispuestos a dar la vida por su general. Allí el heroísmo del afro indígena sargento Cabral.

Los malandras que han llegado a la función pública para enriquecerse son la contracara. Solo merecen el desprecio y una condena moral, política y judicial. Aunque es difícil que eso ocurra en Argentina, donde la impunidad es la regla. Entonces prevalecen por un tiempo los malos ejemplos a las grandes conductas.

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La historia de la Argentina de estas últimas décadas ¿Es la historia de la corrupción?

No todo. Pero en gran medida sí. Empezando por la “Ley de Entidades Financieras”, sancionada el 14 de febrero de 1977. ¿Su misión? Imponer la especulación y parasitismo financiero contra el trabajo y la producción industrial (con desarrollo educativo, científico y tecnológico). Así prosperaron los bancos y se derrumbaron las industrias. Hasta que las estafas bancarias no tuvieron otra sangre que chupar que la del Estado y se derrumbaron como castillos de naipes. Para ejecutar esta metamorfosis debieron completar la otra cara de la moneda: la corrupta y fraudulenta “Deuda Externa”. Sellando el sistema con el derrumbe de la dictadura (inducida por el Imperio a tomar Malvinas) y una democracia condicionada; que todavía no cambió estas dos anclas que nos hunden en el atraso y la pobreza.

A partir del retorno democrático se trataba de confrontar o convivir con el régimen corrupto heredado. Unos pocos trataron de confrontar. Mientras una parte de la dirigencia iba adaptándose a la nueva modalidad del moderno colonialismo del mundo unipolar. Y por esa adaptación cobrar. Con cargos o con dádivas. Así “nuestros generales” en lugar de arriesgar el pellejo, siguiendo el ejemplo de San Martín, prefirieron untar su pellejo con papel pintado de color verde.

La ley de entidades financieras, la deuda externa y la entrega del patrimonio público de los argentinos (bajo el mote de privatización de las empresas públicas) son los tres pilares sobre los que se asienta la corrupción.

Luego el resto. La corrupción en el ANSES (donde se pagaban jubilaciones truchas de personas fallecidas por el equivalente de 400 millones de dólares anuales) Los guardapolvos de Bauza. Los falsos juicios a las empresas públicas (Ferrocarriles, Aerolíneas, etc.) por accidentes menores o falsos. Yaciretá como monumento a la corrupción. Las coimas enormes en los contratos IBM - Banco Nación e IBM - DGI. El pago a aseguradoras truchas por parte del INDER (Instituto Nacional de Reaseguros). Las estafas millonarias de los Bancos Alas, del Oeste e Hipotecario. El desarrollo de las mafias policiales-judiciales-políticas y empresariales para el ingreso, comercialización y tránsito de la droga y el lavado del dinero. El contrabando de armas (perpetrado por el mismo Estado) suministrando armas a Ecuador, Croacia y Bosnia. La mafia del oro (con la legislación beneficiosa creada por Domingo Cavallo para la exportación de manufacturas de oro). El escándalo en el PAMI (bajo la conducción de Matilde Menéndez, pero que ha continuado hasta nuestros días en un contubernio espurio con los laboratorios para financiar la política). El Yomagate (por lavado de narco dólares). Yabrán y el crimen de José Luis Cabezas (cuando el poder se excedió y perdió su condición esencial: la impunidad). La mancha sobre el Senado (por soborno a los senadores para imponer la reforma laboral). El acuerdo de Juan Carlos Rousselot con Mauricio Macri (en torno a la obra de cloacas en Morón). Las trapisondas en el Consejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires (Manliba, excepciones al Código de Planeamiento Urbano, etc.). Salida del país y despiste (pérdida de pistas) de los fondos girados a Santa Cruz con motivo de la entrega de YPF. El “Robo para la Corona” de José Luis Manzano reflejado en el libro de Horacio Verbitsky. El rol de los “Servicios de Inteligencia” vinculados al tráfico de personas, armas, drogas, el juego, la prostitución y la manipulación de jueces. El enriquecimiento exponencial de Lázaro Báez. Las cláusulas secretas entre el Estado y Chevron por la explotación en Vaca Muerta. Los vueltos de la obra pública encubiertos en el uso de hoteles vacíos. Las maniobras con el dinero de los impuestos por parte de Cristóbal López. El financiamiento de la política y el triple crimen de General Rodríguez. El intento de licuar la deuda del Correo Argentino. El carry trade (ganancia parásita de los especuladores financieros). La entrega de tierras y patrimonio del Estado en la CABA para “hacer negocios privados con bienes públicos”. Los negociados de tierras en La Plata denunciado por el ingeniero Guillermo Andreau. El préstamo del FMI por 57.000 millones de dólares (de los que solo entraron 44.500 tras la derrota de Macri en las PASO de 2019). Las maniobras fraudulentas de Vicentín estafando al Banco Nación, trabajadores y productores… en estos días nos estamos enterando que quienes vinieron a liberarnos de la casta política, como “propietarios de un bien escaso” venden las candidaturas al mejor postor (son monetaristas en serio), … stop. Me cansé. La corrupción no fue un hecho aislado, es un problema sistémico.

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El impacto de la corrupción.

Naum Kliksberg, psicólogo y sociólogo, nos habla sobre la magnitud del impacto. Es decir el costo económico total, más allá de lo que el funcionario en particular ha logrado robar o sustraer para su bolsillo. Dice Naum: “¿Por qué la corrupción alcanza para destruir la economía de un país?… por cada millón de dólares que se roba…, en las decisiones que tienen que tomar para realizar los actos de corrupción, le generan al país un daño económico; que Transparencia Internacional lo considera de cien (100). Por cada dólar robado se produce un daño económico equivalente a cien dólares”.

Naum Kliksberg agrega que hay que prestar atención a las circunstancias en las que se ejecuta la mega corrupción. Cuando se pide, se paga y se renegocia deuda externa, donde pocos funcionarios, en ambientes secretos, pautan las condiciones donde un punto o una coma pueden significar millones de dólares. Cuando se negocian mega proyectos de obras públicas. Cuando se venden y se compran bienes del Estado. Cuando se hacen convenios con multinacionales donde los funcionarios pactan cláusulas secretas para que el pueblo no se entere. Cuando se otorgan subsidios a las empresas para el servicio de agua, gas, transporte. Cuando el Estado compra y vende dólares o bonos, pudiendo transferir fortunas a los “beneficiarios”. Cuando asigna dólares baratos para tal o cual importación ¿real o falseada? Cuando no se pesan las exportaciones de granos. Cuando una empresa privada toma “deuda externa supuesta” y los funcionarios no controlan. Cuando se hacen juicios en el CIADI y los abogados contratados por el país no ponen el empeño en ganarlo…

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¡Qué me van a hablar de honor!

- “Quiero el 1% de tu patrimonio para financiar mi campaña (2015). Vos sabés que si yo gano, normalizaremos el país y el 99% restante de tu patrimonio va a valer muchísimo más.” Mauricio Macri a los grandes propietarios de Argentina, según cuenta Hugo Alconada Mon en su libro La Raíz. Además Macri quería todo ese dinero en negro. ¿Cuánto? Cerca de 200 millones de dólares. Por esto, han perdido credibilidad hasta dirigentes intachables que veían muy bien la paja en el ojo ajeno, pero acompañaron y acompañan a este señor y sus amigos hasta el escándalo.

Yo he vivido dando tumbos

Rodando por el mundo y haciéndome el destino…

Y en los charcos del camino

La experiencia

Me ha ayudado por baquiano y porque yo

Comprendo que en la vida

Se cuidan los zapatos andando de rodillas” ¡Qué me van a hablar de honor!

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Penalización e impunidad.

En Argentina tenemos el Código Penal, una ley de “Ética en el ejercicio de la función Pública”, libertad de expresión con la que poner en evidencia la corrupción, un Poder Judicial… Sin embargo, algunos sostienen que la mayoría de los actos ilícitos en la función pública no son denunciados. De los que sí son denunciados, la inmensa mayoría queda impune. En todos los casos los tiempos procesales son extensísimos, al punto que el enjuiciado puede morir antes de recibir una condena. O las causas pueden quedar prescriptas por el simple avance de las agujas en el reloj. Parece que ni las instituciones, las leyes o amenazas de castigo alcanzan cuando la conciencia está podrida. Con una agravante, cuando el delito de guante blanco se extiende por arriba, el delito violento se extiende por abajo. Alguna vez habrá que estudiar la relación entre corrupción e inseguridad.

Movimiento de regeneración ética y moral.

Surgirá, sin lugar a dudas, un Movimiento de regeneración ética y moral. Una sociedad asqueada de la corrupción, buscará los anticuerpos para expulsar el mal. No será por una cuestión idealista, ni por la prédica de alguien en particular. Ni por efecto de esta nota, por supuesto. Será por imperio de la necesidad.

Una sociedad puede tolerar grados mínimos de deshonestidad. De hecho, no creo que haya sociedad en la tierra que sea 100% honesta. Ni persona alguna. Pero veo que en Argentina se han desbordado todos los límites y ya la sociedad lo está haciendo sentir en los procesos eleccionarios; dejando de votar, votando en blanco, anulando el voto.

¿Será una iniciativa de la iglesia? ¿Será de un conglomerado de personas (de diversos campos de la ciencia, la cultura, la academia, etcétera) creíbles para la sociedad? No lo sé. ¿Será la misma sociedad que en un proceso de resistencia minimalista empiece a decir NO a la corrupción? ¿NO a una coima? ¿NO votando a sospechosos? ¿Condenando la maldita frase “roban pero hacen...”? No lo sé.

Sí sé, que el “no robaras” es el séptimo mandamiento, un imperativo moral, y en la actualidad una necesidad material para el funcionamiento de la sociedad.

Donde se le ha robado el futuro a millones de niños y adolescentes, la esperanza y la ilusión a millones de jóvenes, adultos y jubilados y otras tantas cosas materiales que venimos reflejando en estas notas. Está llegando la hora de decir basta. La sociedad Argentina se cayó cien veces y cien veces se levantó. Lo hará una vez más en esta materia.

Como se ve, no todo está perdido!!!

Aunque suene insuficiente, el cambio empieza por cada uno de nosotros. Me explico.

Si consideramos a la organización social como un sistema y a los individuos como sus componentes, veremos la dialéctica entre el todo y las partes, entre la sociedad y los individuos. Alguien podrá decir que “el todo es más fuerte que las partes” y que, por tanto, “nada se puede hacer en la lucha contra la corrupción”. Pero el “todo” es “nada” sin sus componentes, sus partes, sus individuos. Y cuando una mayoría de sus componentes (nosotros) asumamos que el camino para la realización “de todos y cada uno” es una conducta honrada, eso será indetenible.

En ese “todo” que somos la sociedad argentina, cada uno de nosotros tiene un grano de arena para aportar. Hagamos nuestra parte. Decía una vieja consigna: “Nada cambia si usted no cambia” e interpelaba un presidente norteamericano a su gente: no piense en lo que su país hará por usted. Piense que hará usted por su país.

Pensemos que haremos cada uno de nosotros por nuestro país. Está en nosotros terminar con la corrupción.


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