miércoles, 9 de agosto de 2023

Principales razones para rechazar la energía nuclear | 9.° parte

En notas anteriores empezamos a desarrollar la razón más terminante para prescindir por siempre de la energía nuclear: la de los residuos radiactivos. Vimos el drama de la central nuclear norteamericana de San Onofre en California. Continuamos con el tema.

Por Juan Vernieri

Como vimos, es preciso definir depósitos en seco para ir almacenando temporalmente los combustibles gastados que se retiran de las piscinas para dejar lugar a los nuevos, hasta que se disponga alguna vez de un destino definitivo, cierto y seguro.

Los elementos combustibles se ubican en contenedores cilíndricos de hormigón, de unos 5 metros de altura y 50 toneladas, que se estacionan en plataformas de hormigón en las cercanías de la central. Esta es la solución que se practica en Canadá, en muchos lugares del mundo y adoptó Argentina.

Debido a la extensión de la vida útil de Atucha I, había que aumentar la capacidad del almacenamiento y como, ya enfriados, podía prescindirse del enfriamiento, se decidió entonces disponer un almacén en seco, para transportar allí los elementos a retirar de la piscina.

El almacenamiento fue construido adosado e integrado al edificio existente de la Casa de Piletas de la Central. En el nuevo edificio se instalaron 316 silos ubicados por debajo del nivel 0,50 metros para albergar 2.844 elementos combustibles gastados.

Tras la finalización de la edificación, se inició el traslado de los elementos combustibles hacia el edificio en el cual quedarán alojados, por varias décadas, tiempo imposible de precisar, hasta que se disponga un almacén definitivo.

En la Central Embalse los silos quedan junto a la central, al aire libre.

En Atucha II aún siguen en piscinas porque no llevan tanto tiempo y, además, hay espacio en ellas.

Estos almacenes se los considera totalmente seguros, sin embargo, en muchos pobladores cercanos y también a legisladores les despiertan desconfianza. Estas instalaciones, supuestamente “provisorias”, no se sabe por cuánto tiempo permanecerán allí, lo que aumenta la preocupación porque pondrían poner en peligro la seguridad pública y otras industrias.

La falta de un destino definitivo lleva a calificar de temporales a estos almacenes, pero como nadie puede siquiera dar un tiempo aproximado en que quedarán allí los desechos nucleares, una vez que se advierta la ineludible afectación que las radiaciones ocasionarán en los contenedores internos y en el hormigón, habrá que renovar los silos, tal vez así por siglos y siglos.

¿No es esta una razón contundente para prescindir de la energía nuclear?


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