Por Mario Mazzitelli
El petróleo y la renta petrolera.
Antes que el verbo fue la energía. Todas las plataformas, de todos los modos de producción, en todas las épocas, sobre las que se desarrolla el trabajo (y su diversa organización con herramientas de todo tipo) tienen cuatro fundamentos: la tierra, la energía, la comunicación y el transporte.
Claramente, una vez que un pueblo tiene un pedazo de tierra donde depositar sus pies, lo primero es la energía. La vida acomete con energía. La mañana urbana empieza con energía: luz, agua, TV o Internet. El transporte se mueve con energía. Y no hay industria, agro o servicios, si no hay energía. Tampoco se puede ganar una guerra sin energía.
De manera que, por razones económicas o geopolíticas, el petróleo se volvió un bien indispensable para avanzar. En el último siglo y medio, su demanda fue creciente conforme el aumento de la población y el despliegue económico. El descubrimiento de nuevos yacimientos de petróleo y la posibilidad de transformarlos en combustibles líquidos (y más tarde el aprovechamiento del gas) lo alzaron a la cúspide de las fuentes energéticas, superando a todas las anteriores.
La lucha por el dominio del petróleo se reflejó en guerras, invasiones, golpes de Estado, acciones diplomáticas, manipulaciones de la opinión pública, corrupción, etc. El manejo de esta fuente energética fue y sigue siendo Poder.
Si bien es cierto que hace 6 décadas se empezó a vislumbrar su agotamiento y el impacto negativo sobre el ambiente; no es menos cierto que se extendió su explotación a partir del método nefasto del fracking, la extracción off shore, etc. En paralelo ya empezó la transición energética: solar, eólica, hídrica, hidrógeno verde… Pero la lucha por el acceso al petróleo tiene vigencia. Y la tendrá por varias décadas más.
La renta petrolera.
Este es el tema de nuestra nota: renta petrolera y su apropiación. Empecemos por la definición de la renta proveniente de los bienes naturales del economista Alfred Marshall que es un clásico: “...se llama renta de los recursos naturales al ingreso derivado de la propiedad de la tierra y de otros regalos de la naturaleza. Es el resultado de una posición dominante determinada por la propiedad, que es diferente del beneficio empresario, del interés del dinero y del salario del trabajador. Así, el petróleo es un regalo de la naturaleza y lo elemental es que los ingresos generados por la propiedad del yacimiento sean captados por el conjunto de la sociedad; que en su forma jurídico - política es el Estado.”
Muchas veces escuchamos hablar de la “producción de petróleo”. Esto es falso. El petróleo no se produce, se extrae. Podríamos decir que para poner en valor al petróleo hay dos etapas. Una: exploración y extracción. Dos: transporte, industrialización, distribución, comercialización y consumo. Cerrando el ciclo.
La renta petrolera surge en la primera etapa. Es la diferencia entre el costo de localización y desenterramiento (las inversiones en exploración y extracción, más la ganancia empresaria) y el precio del barril de petróleo determinado por el mercado.
Entender este concepto parece clave para observar que es lo que ha pasado y que pasará con el petróleo los próximos años.
Veamos. Es fácil saber el precio de mercado del barril de petróleo, cotidianamente lo vemos en los medios de comunicación. (Hoy ronda los 75 dólares).
En cambio, es una tarea compleja determinar el costo de un barril de petróleo (dada la diferente productividad de los pozos, su vida útil, la ubicación geográfica, dificultades de extracción en yacimientos tradicionales, fracking u off shore, etc.) Agreguemos que las empresas privadas tratan de ocultar ese valor.
Para darnos una idea podemos averiguar que en “Kuwait extraer un barril cuesta US$8.50, mientras que Arabia Saudita lo hace a US$9.90, según datos de Rystad Energy”. En México sin impuestos ronda unos 15 dólares. Y en Argentina lo podríamos suponer rondando los 20/25 dólares. Siendo en la actualidad el precio del barril de alrededor de 75 dólares, nos damos cuenta que se trata de ganancias fabulosas.
¿Se puede cuantificar a cuánto asciende la renta petrolera en Argentina? Muy difícil. Algunos hablan de entre 6.000 y 10.000 millones de dólares al año.
Si a las enormes ganancias le sumamos su carácter estratégico, entenderemos porque se da una lucha tan importante alrededor del mismo y porque la entrega del petróleo y de nuestra empresa señera YPF, constituyó una acción de rapiña, saqueo y robo de la renta petrolera; al tiempo que una infame traición a la Patria.
Recordemos que sobre YPF se lanzaron una serie de ataques con la finalidad de llevarla al quebranto para apropiársela de manera corrupta a precio vil. Se ubicaron en su directorio gerentes de empresas competidoras, se la endeudó al solo efecto de traer dólares para que los sectores privados fugaran el dinero al exterior, no se la capitalizó ni se hicieron las inversiones correspondientes, se organizó una fenomenal campaña periodística de desprestigio, se desmoralizó a su personal, etc.
En cambio, en décadas anteriores, cuando YPF supo capitalizar gran parte de esa renta su destino fue múltiple. Inversiones en infraestructura: caminos, escuelas, hospitales, etc. Ingresos para el fisco, pudiendo así bajar impuestos. Beneficios para las empresas, consiguiendo la energía más barata y ganando competitividad. (También, como crítica, pudo observarse que una parte de esa renta se consumió en subvencionar a la burocracia, la ineficiencia o la corrupción. Estos vicios deleznables no fueron combatidos por el poder político como hubiera correspondido. En algunos casos puede pensarse en una maldita connivencia con ellos).
El saqueo (solo algunos datos).
Quedó asentado en la contabilidad de Repsol que remesó -desde Argentina a varios destinos en España y EEUU- unos 14 mil millones de dólares en concepto de utilidades. ¿Qué hicieron con ese dinero? No lo reinvirtieron en Argentina, ni en exploración, ni en infraestructura. Lo usaron para invertir y explorar en países donde consideraban obtener mayor renta. Una lógica propia de una empresa multinacional. Sin compromiso alguno con el lugar de donde extrae un recurso natural. Así, Argentina financiaba la expansión de Repsol en el mundo. Una petrolera de un país sin petróleo, España, se transformaba en una multinacional hidrocarborífera.
Agreguemos que durante aquellos años hubo infinidad de denuncias sobre el contrabando de petróleo a través de barcos que llegaban a los puertos patagónicos.
Todo se agravó en 2007 con la incorporación de los Eskenazi.
“Entre 2008 y 2011, la producción de petróleo y gas de YPF cayó 21% y 10%, respectivamente, mientras las reservas netas se desplomaron un 24%. La exploración, esencial para la sustentabilidad de la compañía, tocó el punto más bajo de su historia.”
Esta pérdida de producción obligo a la importación de combustible. Así se puede agregar otro dato interesante, aportado por un ex secretario de energía: entre 2011 y 2017 gastamos casi 50.000 millones de dólares en importar gas, que teníamos en el país. Pero sin capacidad para extraerlo.
Después de vaciamiento una recuperación mal ejecutada.
Estábamos a favor de la recuperación integral (100% de YPF) Las autoridades resolvieron la recuperación del 51% de las acciones en el año 2012.
Se sostuvo para ese entonces que la recuperación no tendría costo, dado los enormes pasivos ambientales y de otro tipo que tenía Repsol. Sin embargo se retribuyó la expropiación por valores (según los cálculos entre 8900 y 11000 MD) superiores al valor de bolsa de la empresa en aquel momento (5000 MD).
Además, por no haber tenido en cuenta cláusulas del estatuto de la empresa, no se hizo una oferta a los Eskenazi (o a quién le hubieran transferido el 25% de las acciones) con lo cual sufrimos un juicio en Nueva York cuyo costo podría significar un pago de entre 3000 y 5000 MD.
Más otro juicio ambiental, por una empresa que en los 1990 adquirió YPF, que pueden significar nuevas y enormes erogaciones.
Repsol de parabienes. Vació la empresa, se sacó los pasivos de encima y cobro una suculenta indemnización.
Manejar bien los negocios del Estado va más allá de cuestiones ideológicas. Los negocios se hacen para ganar, no para perder. La incompetencia y la corrupción, muchas veces, se unen para hacer de una buena oportunidad una pesadilla que dura años.
Pasado y presente.
Un poco de historia.
El petróleo en nuestro país se descubrió el 13 de diciembre de 1907. Su historia tendrá algunas particularidades, porque de una u otra manera las distintas corrientes políticas supieron de su valor estratégico. El presidente Figueroa Alcorta al día siguiente de conocerse la noticia, decretó que se prohibía la denuncia de pertenencia minera en Comodoro Rivadavia y un radio de unos 25 km a la redonda. Quedaba asentado el carácter nacional y estratégico de este recurso.
Fuimos el décimo país en tener yacimientos petrolíferos. Inmediatamente se desato una ola de desprestigio sobre su calidad. Fue Jorge Newbery, “que hizo hacer las pruebas de laboratorio y lo utilizó en los trenes, tanto ingleses como del Estado, con resultados por demás positivos.”
Más adelante, un 3 de junio de 1922, con la acción decisiva del General Enrique Mosconi y el respaldo de los gobiernos de Alvear primero e Irigoyen después, se iba a crear Yacimientos Petrolíferos Fiscales, YPF. Al alcanzar rápidamente un alto grado de eficiencia, para 1929, YPF toma una decisión trascendente; bajar los precios de los combustibles. Esto era defender el país, pero afectaba las ganancias de los truts extranjeros. Muchos dijeron que el golpe del 6 de septiembre de 1930 contra el gobierno de Hipólito Yrigoyen olía a petróleo. Como se puede comprobar al estudiar la historia, la lucha por el aprovechamiento nacional de nuestro petróleo tiene muchas batallas. Algunas ganadas, otras perdidas.
Un presente signado por el saqueo.
El dirigente Pablo Aceto, planteó que “la resolución 509/2023 de la Secretaría de Energía, publicada este martes en el Boletín Oficial, estableció que el proyecto de inversión de la firma Chevron para la explotación de hidrocarburos en el área El Trapial Este, del yacimiento neuquino no convencional de Vaca Muerta, quedará incluido en el Régimen de Promoción de Inversión para la Explotación de Hidrocarburos”.
“Desde el 2012 hasta el 2022, la industria petrolera extranjera se llevó en subsidios directos 12.609 millones de dólares, sin pagar ni un dólar de retenciones por exportación y pudiendo disponer libremente del 100% de las divisas provenientes de la exportación de los hidrocarburos”. “Esto explica la crisis que tiene la Argentina, que es este agujero al costado por donde los recursos del país se escapan, dejando en este caso solamente pasivos ambientales, pero ninguna ganancia”.
“Este es el camino que hay que desandar, que hay que cambiar, son cuestiones de fondo en un país que no está empobrecido por una sequía, sino porque constantemente se le quitan recursos por estos esquemas de negocios que, desde el neoliberalismo implantado por Carlos Menem hasta la actualidad, hacen que el Estado haya servido nada más que para instrumentar las políticas que benefician a este tipo de empresas extranjeras, que se llevan las divisas al exterior, con cero retenciones por exportación”, Pablo Aceto.
El manejo inteligente de este recurso escaso y de impacto ambiental negativo; debe servir para: financiar la transición energética, el desarrollo económico, la integración territorial y la elevación social. Para eso necesitamos un plan energético estratégico e integral, elaborado para los argentinos; y en todo caso sudamericanos. La otra opción es que los oligopolios internacionales sigan poniendo el pie sobre nuestros bienes, explotándolos al solo efecto de incrementar los beneficios para los accionistas de esos truts.
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